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Tiempo de Cuaresma para todos

  • El Caído protagoniza un destacado vía crucis en una fría noche que restó algo de público en las calles El acto penitencial fue traducido al lenguaje de signos

Frío. Mucho frío en una tarde-noche prácticamente invernal. Y viento, fuertes rachas que impidieron, salvo un pequeño tramo en el camino de regreso, dar luz al cortejo que acompañaba a Jesús Caído. La Cuaresma entró de lleno ayer en la ciudad calando hasta los huesos con el vía crucis general de las hermandades, en una desapacible noche a pesar de la cual mucho público presenció el traslado del titular del Caído a la Catedral.

Muy lucida resultó la presentación de la imagen para la ocasión. Con una iglesia de San Francisco prácticamente a oscuras, el Caído resaltaba a los pies del altar mayor sobre una parihuela con doble canasto, realizada por el equipo de mayordomía de la cofradía usando telas de damasco y terciopelo. La imagen iba iluminada por cuatro faroles de pequeño tamaño, y por tres tulipas a cada lado de la parte central. Además, seis ángeles rodeaban las andas, portando los dos de las esquinas traseras unos guiños a los padres franciscanos y carmelitanos (con un ángel sosteniendo en las manos un cíngulo franciscano y el otro el escapulario de la Virgen del Carmen).

Puntual a la cita programada, la Cuaresma se echó a la calle a las ocho de la tarde para salir al encuentro de una ciudad que, ya sí, vive plenamente este tiempo de la Iglesia. Casi sin pestañear, Cádiz pasaba de una intensa jornada carnavalesca a la primera noche cofradiera de las que vendrán hasta el próximo 20 de abril. Y lo hacía al amparo de un Caído ataviado con túnica de color morada.

El cortejo -en el que marchaban representaciones de todas las hermandades, también del Ayuntamiento con varios concejales, y del Consejo de Hermandades- iba discurriendo lentamente hasta la Catedral por un camino muy poco utilizado en procesiones, lo que suponía otros alicientes para el público, que se concentraba en alto número a la salida y en aquellos tramos más resguardados del viento (como Valverde o Compañía) y que se echaba en falta en las zonas más castigadas por el mal tiempo (como la Plaza de las Flores o la propia Catedral). Todo un acierto suponía que además de las piezas que interpretaba la capilla musical (de la banda del Maestro Guerrero, de Chiclana) sonaran también la voces infantiles de la escolanía del Santo Entierro de San Fernando.

Con algo de retraso llegó la parihuela al interior de la Catedral, donde esperaban una decena de sacerdotes y otras representaciones civiles y militares que no realizaron el traslado, dando comienzo así un vía crucis algo accidentado al variarse el orden de algunas estaciones, que no se correspondían con el vía crucis seleccionado para la ocasión (uno que el Papa Francisco encargara a jóvenes de Oriente Próximo, con varias adaptaciones de la propia cofradía universitaria para la ocasión). Este leve incidente (que no se solucionó hasta la quinta estación) junto a algunos cortes en los traslados de la parihuela tanto a la ida como a la vuelta fueron las únicas notas negativas de la jornada que servía para abrir la Cuaresma a todos.

Y en ese 'todos' se incluían también las personas sordas, que por vez primera este año pudieron seguir en su totalidad el rezo de las catorce estaciones gracias a la traducción al lenguaje de signos que realizaron desde el altar mayor varios monitores, en una iniciativa consensuada con la Pastoral de Sordos.

Sin embargo, no estuvieron en el altar mayor este año los lectores de las estaciones (un sacerdote y un laico en cada una de ellas), que marchaban detrás de la parihuela.

El vía crucis sirvió para pedir por la justicia, los que sufren, las familias, los enfermos, los necesitados, los jóvenes que pasan dificultades, por los defensores del aborto y de la eutanasia o por las víctimas de las guerras. Un recorrido durante catorce estaciones que se mantiene actual a pesar del paso del tiempo, según destacó el deán de la Catedral, Guillermo Domínguez Leonsegui, que puso la nota final -en sustitución del obispo, que se encontraba en una reunión de la Conferencia Episcopal en Madrid- al acto, recordando a las víctimas y los familiares del atentado en la estación de Atocha en Madrid del que hoy se cumplirán diez años.

Se iniciaba así un regreso a la iglesia de San Francisco mucho más solitario que la ida tanto en el cortejo como en las aceras. Por la puerta de San Antonio del templo franciscano, esa que solo usa el Caído, entraba la imagen minutos antes de las once y media de la noche. De la fría noche en la que la Cuaresma llegó a todos.

HABRÁ detalles que podrían haber mejorado. Habrá fallos que serán muy comentados. Habrá un sinfín de opiniones sobre lo vivido y celebrado ayer, cuando la Cuaresma rompió en toda su plenitud gracias al vía crucis de las hermandades. Pero visto lo visto anoche, este humilde consiliario se permite lanzar una sola propuesta (de momento) al Consejo de Hermandades: vale que la jornada de ayer invitaba bien poco a salir a la calle, vale que el público, dentro y fuera del cortejo, pasó mucho frío; pero quizás los traslados de la imagen que preside el vía crucis contara con más acompañamiento si el horario fuera algo más tempranero. A lo mejor si el Caído hubiese salido ayer a las siete, el acto penitencial hubiese comenzado a las ocho (como suele ocurrir con las misas y celebraciones religiosas) y el cortejo hubiese regresado a San Francisco a eso de las diez y media, hubiera ido más público.

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