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OBITUARIO

Ramón Aranda, embajador gaditano en las Islas Canarias

Ramón Aranda, embajador gaditano en las Islas Canarias

Ramón Aranda, embajador gaditano en las Islas Canarias

Con estas líneas queremos rendirle un cariñoso homenaje a D. Ramón Aranda Carranza, de parte de sus sobrinos. Tío Ramón para todos. Gaditano de nacimiento y gaditanísimo en su forma de entender y saborear la vida. Un auténtico embajador de la 'Tácita de Plata'.

El ejército lo llevaba en sus genes. Ingresó en la Marina influenciado por la excelente carrera de su hermano, el vicealmirante Gabino Aranda. Se despidió del cuerpo siendo Capitán de Corbeta, tras pasar media vida destinado en Canarias, un destino que le vino de manera fortuita al llegar a confundir las capitales de islas, Palma de Mallorca, con las Palmas de Gran Canaria. Un destino al que ya estaba predestinado, ya que al poco tiempo de su llegada, en una de las lujosas fiestas del Club Náutico, fue donde conoció a la mujer de su vida, Isabel Ortiz Wiot, que para él y para todos fue siempre 'Cachi'.

En Gran Canaria logró integrarse, hasta convertirse en un "canarión, canarión", como cónyuge y por adopción. Sin embargo, nunca dejó de perder el arraigo con su tierra. A pesar de tener claro que las Palmas era el puerto soñado donde poder echar el ancla; la ciudad en la que arraigarse y crear fuertes lazos, especialmente con la familia política, la de su siempre querida esposa Cachi, o con mamá Ana, por la que sintió especial adoración, nunca se desvinculó de su familia gaditana, la de su plaza de Mina. Especialmente atento y generoso con Geroma, la tata de su infancia.

Cada verano se convirtió en costumbre hacer las maletas, embarcar en el Ferry y tomar rumbo a la Bahía gaditana, al Cádiz de su alma, para disfrutar de su playa Victoria, pasear por el Paseo Marítimo o por la Alameda. Retomar sus partidas de cartas con su grupo amigos de toda la vida, Momo Pérez Gieb o Paco Bedoya, entre otros. Por la Avenida o el centro de Cádiz, solía lucirse con algún nuevo modelo de coche americano, de esos que aún no se vendían en la península. Con orgullo y generosidad le ofreció uno de estos bólidos a su hermano Eduardo el día de su boda. Incondicional espectador de las ferias taurinas, de saborear los caldos del Puerto o de Jerez. No despedía un verano sin compartir el fervor del popular Trofeo Carranza.

Su carácter se formó en la disciplina militar. Ordenado en grado sumo, mandón y crítico como el que más. Con su hermano Carlos compartió su pasión por la Historia. Con Pepe, su melomanía por la música clásica, además de su afán como coleccionista de monedas antiguas. Su vena crítica le animó a escribir en más de una ocasión 'Cartas al Director' en los periódicos de los que era fiel lector.

En Las Palmas fue un veterano abonado, junto con Cachi, en asistir a los conciertos de la Filarmónica y a la Ópera. Apasionado de casi todos los deportes, desde el ciclismo al fútbol. Si el Cádiz CF o la UD Las Palmas estaban o no en buena posición en la liga era uno de sus temas favoritos de charla con su hermano Luis. Aunque con más pasión si cabe fue el poder vivir, como espectador, los grandes torneos internacionales de tenis. Muchos fueron sus viajes a Francia para presenciar los torneos de Roland Garros. Partidos que le gustaba compartir como comentarista incluso en la distancia, vía telefónica, compartía con su hermana María Jesús, aficionada y crítica como él.

Aunque el destino no quiso dejarle hijos en el mundo, siempre trató a sus sobrinos y ahijados como tales. Especialmente a su sobrina Anita, fallecida joven, o a su ahijado 'Ramonilo', que le sigue en el nombre. Dios quiso darle una vida de disfrute y longeva. Cumplidos sus noventa años, tras la muerte de su mujer Cachi, se le fue apagando, poco a poco su luz. Se llegó a encontrar desorientado y sin otra motivación que esperar impaciente para izar velas rumbo hacia el reencuentro con su amada. Por todo ello, tío Ramón, en este tu último viaje que emprendiste, queremos todos tus sobrinos brindar al cielo para desearte una feliz y plácida travesía: ¡Que lo disfrutes, tío Ramón! /De tus sobrinos dep

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