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Cádiz

PREGONERO DE LA SEMANA SANTA DE CÁDIZ 2017

  • Profesor de las Carmelitas, en una semana anunciará la Pasión gaditana en el Falla. Sus otras pasiones, el teatro y la bicicleta, están estrechamente ligadas al pregón que ha preparado estos meses atrás

Una semana. Ese es el tiempo que resta para que Juan Mera Gracia vea cumplido uno de sus sueños como cofrade: pregonar la Semana Santa de 'su' tierra. Porque Cádiz es la tierra de este "vejeriego con carné" que llegó hace 19 años para estudiar Filología Inglesa y se quedó desde entonces, actualmente como profesor de Inglés de las Carmelitas. Cofrade de La Oliva de Vejer, de la Sanidad, Humildad y Paciencia y Santa Caridad en Cádiz; y Amargura, Gran Poder y Macarena de Sevilla, las hermandades no son la única pasión de este pregonero con amplia trayectoria en los atriles que ya desde hace años venía sonando para el cometido que afrontará el próximo domingo en el Gran Teatro Falla.

A sus 46 años de edad, Juan Mera se confiesa también un enamorado del teatro, fundando cuando llegó a las Carmelitas el grupo Candilejas -que tantas obras ha representado en la capital, en la provincia y en otros puntos de Andalucía-. Además, es autor de dos obras de teatro (La dama enamorada y Cádiz, una historia entre murallas).

Dar el pregón supone recibir el Premio Nobel Cofrade Gaditano. Es un regalo que te da la vida"Echo de menos que cofradías que podían haber luchado por la idiosincrasia gaditana en el estilo no lo hicieran"

Escribir se le da bien al pregonero, que ya ganara en su día el certamen literario de la Semana Santa que convoca el Consejo de Hermandades. Además de esas dos obras de teatro, es autor también de otros dos libros: Yo y mis clásicos y El camino a pedaladas. Título, a su vez, que hace referencia a su otra gran pasión: la bicicleta, con la que ha hecho en varias ocasiones el Camino de Santiago.

Las horas corren en contra de Juan Mera estos días previos al Domingo de Pasión. Y en su iglesia de San Francisco familiar, a pocos metros de su casa y rodeado de azahar, el pregonero hace un alto en su apretada agenda cuaresmal y repasa sus vivencias y experiencias, cofrades y humanas. "De Juanín a Juan Mera", se presenta.

-¿En qué momento te llega el pregón de la Semana Santa de Cádiz?

-Yo creo que me llega en un momento bastante maduro de mi vida, bastante asentado y con las ideas muy claras de lo que se puede pregonar, de lo que se debe pregonar y hasta dónde hay que llegar con el pregón. Es verdad que siempre he tenido el ansia de pregonar ciertos atriles, como todo el que se sube a un escenario a exaltar cualquier imagen o Semana Mayor; cuando lo ha hecho varias veces mira ya donde mira, que es el Falla el Domingo de Pasión, obviamente. Pero creo que ha venido en el momento bueno, muy bueno.

-¿Qué supone para usted dar este pregón?

-Supone recibir el Premio Nobel Cofrade Gaditano. Siempre lo he dicho y lo mantengo. Significa ser profeta en tu tierra, cosa que no es fácil porque es un área muy complicada, con mucha competencia y con difícil acceso. Es una satisfacción muy personal y un regalo que te da la vida.

-¿Cómo se porta Cádiz con su pregonero?

-He de decir que muy bien. He recibido una avalancha de cariño tremenda, que no me la esperaba. Creo que la visión del pregonero ha mejorado muchísimo respecto a años atrás, aunque siempre hay que decir que todo es susceptible de mejora y hay que seguir trabajando para que la figura del pregonero en Cádiz, sea quien sea y lo de quien lo de, ocupe el lugar digno, muy digno, que se merece. Subirse a las tablas del Teatro Falla a exaltar la Semana Santa de Cádiz no es nada fácil y hay que tener siempre criterio de elección y saber darle sitio a la persona elegida.

-¿Usted prefiere túnica y cirio en Semana Santa o bicicleta y bastón de peregrino en Compostela?

-Las dos cosas, porque sin mi bicicleta y sin ese bastón que camina por el norte no hubiera salido este pregón, dado que muchas de las reflexiones que se recogen en este pregón han nacido a lomos de la bicicleta. Pero sí está clara una cosa: que en Semana Santa jamás me vas a ver sobre los lomos de dos ruedas y un bastón en la mano.

-¿Y entre la Semana Santa de Cádiz y la de Sevilla con cuál se queda?

-Cada una tiene que estar en su sitio, está muy claro. Cada una tiene un sitio y un lugar. Es imposible llevar la una a la otra, aunque no podemos perder el horizonte de que nuestra Semana Santa es un apéndice de la de Sevilla en estilo, formas y evolución, a excepción de la forma de cargar que sí se mantiene autóctona e invariable. Sí echo de menos que cofradías que podían haber luchado por recuperar la idiosincrasia gaditana en estilo no lo hicieran; hubiera sido fantástico ver algún paso de cúpula en Semana Santa enmarcando a alguna Dolorosa...

-¿Por qué cree que tantos cofrades tienden más a irse a Sevilla en Semana Santa en lugar de quedarse en Cádiz?

-Sencillamente porque aquello es la madre y maestra. Igual que los carnavaleros tiran hacia Cádiz y no ven otro horizonte y otra atalaya, el cofrade tiende a buscar el sitio donde la Semana Santa resulta que es la fiesta cénit de esa ciudad; y eso lo tenemos a 120 kilómetros y se llama Sevilla. Parte de esa clave también se debe a que la ciudad de Cádiz no se conciencia de la grandeza que tiene la Semana Santa que saca a la calle y a que Cádiz tiene que seguir luchando para ser más cofrade de lo que ya lo es. Esa es una asignatura pendiente de esta ciudad. ¿Puede tener mucha culpa la fiesta grande de Cádiz? Puede.

-¿Qué se puede hacer para mejorar la Semana Santa de Cádiz?

-Un apoyo institucional cuasi ciego a esta fiesta, como lo tienen otras fiestas como el Carnaval. Como muestra un botón: cuando salió la Vera-Cruz en agosto teníamos aquí a media Sevilla, a media Jerez y a media San Fernando, y eso que fue una noche mala, de Levante, incómoda... Y estaba aquí medio mundo cofrade de diferentes ciudades. La Semana Santa de Cádiz no está promocionada como debiera; vamos a Fitur, aparecen los carteles en diferentes lugares, pero no está valorada en la medida en que se debe. Y las instituciones deben darse cuenta de eso. Es historia, es tradición, es esencia del pueblo gaditano, y si no se apoya evidentemente puede diluirse como un azucarillo.

-¿Por qué suceden últimamente en Cádiz tantas polémicas en torno a las cofradías y siempre en fechas tan cercanas a la Semana Santa o en la propia Semana Santa, que hacen que Cádiz solo suene fuera en este tipo de episodios?

-Sucede en estas fechas tan cercanas a la Semana Santa porque la Cuaresma nuestra es muy reducida, por tanto todo ocurre llegando los días grandes de la Semana Mayor. Segundo, ocurre porque la Semana Santa está llevada por gente, y por tanto somos humanos y eso conlleva polémicas aseguradas; somos un colectivo muy grande y va a conllevar muchos enfrentamientos. Ayer, hoy y mañana. Y tercero y muy claro, porque falta esencia cofrade en la dirección de las hermandades y en el clero.

-¿Es más fácil para un dramaturgo como usted subirse al atril del Falla?

-En principio puede parecer que sí. Después de haber dirigido unas cuantas obras de teatro, haber dirigido otras y haberlas llevado a escena, uno puede beber de esas tablas. Pero creo que pregonar la Semana Santa es un bocado diferente. Ahí arriba no va a haber teatro, ni va a haber banda sonora, ni va a haber escenografía... Va a estar Juan Mera, simplemente. Aunque sí es cierto que en el pregón va a haber dramaturgia muy plasmada, que no es más que la influencia de lo que llevo vivido. No va a ir muy relacionado lo que haya sentido con un estreno con lo que estoy sintiendo y vaya a sentir a la hora de pregonar.

-¿Es usted un pregonero clásico?

-Creo que sí. El pregón está basado en la prosa y en el verso, tendrá la introducción de la dramaturgia y tendrá sus reivindicaciones como debe tenerlas y como creo que hay que expresarlas, no perdiendo la elegancia pero sí dejándolo palpable ante todo el que quiera escucharlo. Soy una persona que cree que el pregón tiene sus cánones, que se pueden transgredir en la medida de lo posible no se deben de cambiar.

Sí intentaré no ser largo, eso sí. Y ahí quizás no voy a se clásico (ríe). Mi alocución no va a pasar de la hora y cinco minutos; eso puede conllevar que haya personas que piensen que queden cosas por decir o que haya cofrades que piensen que debería haber tenido cierto otro tiempo. El domingo a las dos de la tarde ya podrán decirme lo que piensan.

-¿Qué va a ocurrir ese domingo en el Falla?

-Vais a encontrar un pregonero creo que en la plenitud de su vida, 46 años; un texto basado en sus experiencias muy muy cofrades; van a encontrar un pregón limitado en el tiempo, con un cuarteto de música que se va a fundir con el pregón, con una escenografía simplista, no va a haber efectos especiales de montaje ni parafernalias; y que va a echar de menos que la presidencia esté donde tiene que estar, es decir, en las tablas del teatro. Es un acto literario, no religioso, y como tal las personalidades deberían estar en el escenario.

-Esa es una reivindicación habitual en el pregonero que hasta ahora no se ha conseguido...

-Así es. También me gustaría que en un futuro se siguiera acortando el tiempo de presentación previo al pregonero, porque eso irá en favor del acto en sí y del pregonero. Y debo decir también que quise que solo se interpretaran dos marchas, pero la organización ha estipulado que al menos deben sonar tres.

-¿Y para qué va a servir su pregón, a título personal?

-A título personal para conseguir uno de mis sueños, por supuesto. Lo tengo muy claro. Segundo para agradecer a muchas personas el apoyo que siempre he tenido durante toda mi vida, tanto familiar como personal. Y tercero, y esto es un deseo, para que cale una forma quizás de pregonar muy personal y muy sincera. Espero también que se den cuenta de la importancia de la Juventud y que la Iglesia escuche un poquito la voz reclamándole su razonamiento sobre ciertas posiciones que tiene con respecto a las cofradías.

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