carnaval | venta ambulante ilegal

Negocio sin ley

  • Ciudadanos particulares y tiendas ajenas a la hostelería aprovechan la fiesta para sacar beneficio

  • El consumo de ostiones y erizos en la calle, la principal preocupación

En una ciudad donde no falta la inventiva, la creatividad y las ganas de salir adelante de cualquier manera, el Carnaval supone una oportunidad de negocio que no pasa de largo para nadie. Con establecimiento hostelero o sin él, con permiso para vender o sin él, hay una cierta especie de buscavidas en la ciudad, y también fuera, que se echan a la calle con lo que tienen en busca de la guita del turista y del propio paisano. Son aquellos vendedores ambulantes sin licencia que lo mismo que ofrecen un bocadillo, despachan un sombrero de purpurina o un CD de años cuasi inmemoriales.

La normativa en torno a este asunto es clara. El Ayuntamiento prohíbe la venta ambulante sin permiso y este año sólo ha otorgado permiso a seis puestos. Concretamente, a tres de algodón dulce y a otros tres de patatas asadas. Todo lo que quede fuera de estos seis puestos es ilegal.

No hace falta tener vista avispada para comprobar que el Carnaval en la calle es un negocio sin ley en buena parte. Este periódico realizó ayer una ruta de la Catedral al barrio de La Viña para comprobar el estado de la venta ambulante. Y ayer al mediodía, la misma estaba en plena efervescencia. Primero de todo, en la misma plaza del templo diocesano un vendedor de camarones a viva voz llamaba la atención de los turistas. Un poco más adelante, en calle Compañía, el final del horario comercial de la calle Compañía coincidía con los primeros manteros con toda su amalgama de aderezos para el que se hubiera venido sin nada a Cádiz. Cuatro pasos más, y un poco de mojama para al que se le antojara. En pocos metros, una completa y variada oferta callejera.

Al llegar a la plaza de Las Flores, y en las inmediaciones del Mercado de Abastos, ayer proliferaban los productos estrella de estas fiestas en la calle. Precisamente, los que menos deben consumirse a la ligera. Éstos son los erizos y ostiones. Una imagen típica de ayer fue la del señor al cargo de la mesa de playa abarrotada de ostiones poniendo todos sus esfuerzos por abrir estos moluscos.

Entre las tantas formas de exprimir estos días para sacar provecho, algunas tiendas de dudosa posicionalidad en el mercado porque no se sabe si son de moda o de alimentación, aprovecharon para llenar su escaparte de alcohol. Al fin y al cabo, de lo más demandado en una semana donde unas copas de más pasan por alto.

Otro de los puntos que llaman la atención de la existencia de los numerosos puestos particulares de marisco es que comparten calle con establecimientos hosteleros. Como estampa peculiar del día de ayer, la que se vio en una de las puertas del mercado. Entonces, un vendedor con un amplio surtido de mariscos tales como cangrejo, patas y bocas, se afanaba en hidratar el género con una botella reutilizada de lo que fue en su día un limpiador de cristales. A juzgar por el tono amarillento que se vislumbraba gracias a la transparencia, el espray lleva años siendo el recurso para mantener el marisco 'fresco' de este vendedor.

Un giro a la derecha camino de la Cruz Verde, desde ayer plaza Antonio Martín, y la banda sonora propia del lugar corría a cargo del crujido de los erizos rotos a golpe de cuchillo por un señor oriundo de Cádiz. Y al lado, para quien quisiera, pitos de carnaval a un módico precio.

En referencia a la venta ambulante ilegal de alimentos tan delicados como ostiones y erizos, la Policía Local durante estos días está intensificando su labor de vigilancia para evitar del riesgo sanitario a la ciudadanía. El protocolo habitual en estos casos, tal como subrayó el Ayuntamiento en una nota de prensa, es proceder al decomiso de estos productos y derivarlos a los servicios sanitarios para su inspección. Pese a la labor policial, la dificultad de controlar un elemento tan volátil e imprevisible como la venta ambulante ilegal hace que siempre quede algún vendedor que escape al cerco.

Nada más que en la pasada Ostionada Popular efectivos de la Policía Local se hicieron con cuatro kilos de camarones, cuatro kilos de cañaíllas, 75 kilos de ostiones, 68 kilos de erizos y 12 kilos de almendras. Aunque aún se desconocen los datos de lo que se ha conseguido sustraer en estos carnavales, la cifra se espera contundente debido a la cuantiosa oferta que ha habido en las calles y también por la mayor presencia de patrullas a pie. Es por esto que desde el Consistorio se pide también una concienciación ciudadana para no consumir estos productos delicados.

La Consejería de Salud en sus normas básicas de higiene para fiestas como el Carnaval lo deja claro. "Los alimentos que mas están implicados en las enfermedades son los mariscos, moluscos bivalvos (almejas, coquinas, ostiones), productos con huevo (ensaladilla, tortillas), salsas y atunes. Tenga especial cuidado, manténgalos siempre protegidos de contaminación y en refrigeración y evite guardar restos", especifican desde la Junta. Unos consejos que chocan con la manipulación en plena calle, a plena luz del sol, sin refrigeración y sin garantías higiénicas.

En definitiva, el Carnaval es un negocio sin ley en muchos aspectos y a las autoridades cada vez les resulta más difícil ponerle coto. Pese a que en la normativa de barras se ha mejorado, aún queda mucho camino por recorrer en este sentido. Por ejemplo, que los bares señalicen mejor el cartel obligatorio de prohibida la venta de alcohol a menores. Por último, a modo de extra, ya hay particulares que se animan desde sus casapuertas a vender viejas cintas carnavaleras casi de coleccionista para sacar tajada también.

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