La inmensa superficie de suelo portuario que, en mayor o menor medida, está sin usos productivos desde hace unos años se convertirá en uno de los grandes pilares del desarrollo de la ciudad cuando salga adelante el proyecto de integración del puerto en la ciudad. O de la ciudad en el puerto. Este es el propósito que se han marcado tanto la Autoridad Portuaria con el Ayuntamiento con la activa participación de la Universidad. En la puesta sobre el papel de este ambicioso plan se está trabajando desde hace meses. En unos días se presentará, en la Casa de Iberoamérica, una avance de las propuestas a realizar. Hasta aquí todo bien. En una ciudad que cuesta tanto sacar adelante proyectos de envergadura es una garantía, o por lo menos debería de serlo, que varias administraciones vayan de la mano. Lo que uno no entiende es que, de pronto, vayan saliendo operaciones aisladas sobre este suelo, como si fueran cada una por su lado, sin un diseño global que seguir y cumplir. Pasó primero con el centro deportivo que se está construyendo donde en su día estuvo el almacén número 1 del puerto; después llegó el gran complejo hotelero de 250 habitaciones aprovechando la abandonada Ciudad del Mar; y ahora nos anuncian un proyecto hostelero que se levantará en un edificio de nueva planta. Cabría recordar que hace ya años el gobierno municipal de Teófila Martínez intentó sacar adelante actuaciones similares a éstas, fundamentalmente en la Ciudad del Mar, y todas fueron torpedeadas desde el mismo puerto y desde la administración regional, las mismas instituciones, aunque con diferentes jefes, que ahora impulsan los nuevos equipamientos, lo que viene a demostrar el daño que se ha hecho a Cádiz cuando las disputas políticas han prevalecido sobre las necesidades de la ciudad, sobre todo porque una parte de lo que ahora se está vendiendo podría haber estado en funcionamiento desde hace tiempo, creando riqueza y empleo para la capital. Ahora esperemos, en todo caso, no toparnos con nuevos conflictos y evitarnos más mareos con el puerto.