Cádiz

El 'Juan Sebastián de Elcano' se vuelve latinoamericano

  • El buque escuela se convierte en una multinacional. Cádiz despidió ayer al barco en el inicio de su LXXIX crucero

Christian Menéndez es ecuatoriano. Ayer en el Muelle Ciudad se despedía de su familia, entre ellos un sobrino que estaba vestido de marinero. Estaba a punto desembarcar en su tercer viaje. Le enorgullece que haya mucha gente dispuesta a enrolarse en el buque-escuela de la Armada española y él sea uno de los elegidos. De lo vivido anteriormente recuerda con especial cariño la visita a su país, Ecuador, a bordo del Juan Sebastián de Elcano. Christian Menéndez no es el único. Como él hay otros muchos latinoamericanos a bordo de este barco. No es ni más ni menos que el reflejo de la realidad, donde muchos militares profesionales que están en las Fuerzas Armadas son originarios del otro lado del Atlántico.

La salida del buque escuela para su LXXIX viaje de instrucción congregó de nuevo a cientos de personas en el muelle ciudad, pese al frío que hacía. Eso sí, la mayoría eran familiares de la tripulación, la cual se debatía entre la alegría de poder vivir una experiencia inolvidable y la pena de dejar a los familiares durante seis meses.

Precisamente, el motivo más emotivo se produce cuando los mandos dan permiso a la tripulación para que salgan del barco a despedirse de sus más allegados, momento en el que los medios de comunicación aprovechan para tomar las imágenes de la despedida. Ayer, una pareja fue la que se llevó casi toda la atención. Adán Pérez y María José Fernández se fundieron en un abrazo casi eterno acompañado de lágrimas. Él es alicantino y ella chiclanera y da la casualidad de que los dos son militares profesionales. Ella tendrá que embarcar en mayo en otro buque, pero no la podrá despedir Adán, porque todavía estará en el Elcano. María José Fernández reconoce que "éste es nuestro trabajo y sabemos lo que nos toca" pero no quita que ayer estuviera desconsolada.

El bienestar de los estómagos en el Elcano va a ser en parte responsabilidad del marinero Santiago Ferreira, gallego cocinero, que se tomaba con humor su salida. Soltero y sin compromiso decía que esperaba no volver en este estado a España.

Es curioso que la mayoría de las lágrimas están reservadas a la familia de la marinería. Los de los guardiamarinas lo viven de una manera más calmada sabiendo que ese es un proceso obligado por el que tienen que pasar para convertirse en marino de guerra.

El madrileño Ignacio López Nevado era uno de ellos. Un poco parco en palabra, ya tenía un familiar para decir lo guapo y lo inteligente que era.

Y es que la jornada de ayer fue muy intensa. Comenzó con la celebración de la misa en el convento de Santo Domingo. Tras ello salieron en desfile, sin la Galeona, hacia el buque escuela, donde se comenzó con los preparativos para la salida.

Entre las autoridades se encontraban el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, Sebastián Zaragoza Soto, y el almirante jefe de la Flota, Fernando Armada Vadillo. De los políticos, el subdelegado del Gobierno, Sebastián Saucedo, y los alcaldes de Cádiz y San Fernando, Teófila Martínez y Manuel María de Bernardo respectivamente.

El barco, con el pendón de Cádiz en uno de sus mástiles, zarpó de Cádiz a la una menos cuarto de la tarde. Cuando el buque-escuela se retiró del cantil del muelle llegó un frío tremendo, el mismo que ha dejado en los familiares.

El barco, con 23 oficiales, 22 suboficiales, 140 marineros, seis maestros civiles y 43 guardiamarinas salió con rumbo a Las Palmas. Al frente, como comandante el capitán de navío Francisco Javier Romero Caramelo. El viaje les llevará a Las Palmas, Santo Domingo (República Dominicana), Puntarenas (Costa Rica), San Diego (EE.UU.), Acapulco (México), Balboa (Panamá), Miami (EE.UU.), Brest (Francia), Bilbao y Marín (España), adonde llegará el 12 de julio. Posteriormente arribará Cádiz.

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