La tribuna cofrade

¿Culpable o inocente?

  • Los críticos comentarios enviados por internet a su permanente ponen en entredicho el cargo del presidente del Consejo l La autoridad eclesiástica o los hermanos mayores dictarán sentencia

EL mundo de las nuevas tecnologías aplicado a las hermandades se ha cobrado ya la primera víctima. El presidente del Consejo, Miguel García, ha quedado preso de sus palabras, convertidas en estos nuevos tiempos en correos electrónicos que él mandaba a aquellos que creía sus más directos colaboradores y personas de confianza en su permanente pero que se han convertido en los principales detractores y sus más letales enemigos.

El caso de los comentarios realizados vía e-mail por García -en el que parte del personal de las cofradías no sale muy bien parado- camina entre el ridículo y el despropósito. Los hechos están ahí y será ahora la autoridad eclesiástica o los hermanos mayores los que juzguen tan insólito comportamiento que vuelve a poner en evidencia al actual Consejo de Hermandades.

LOS HECHOS. Al parecer, el presidente del Consejo, Miguel García, tenía la costumbre de enviar comentarios a los miembros de su permanente sobre diferentes aspectos relacionados con la actualidad del mundo de las cofradías, quizás como parte de su política de comunicación. Por muy desacertados que pudieran ser esos comentarios, sus receptores debían ser única y exclusivamente el equipo de colaboradores del presidente, al que este presuponía lealtad y confianza.

Meses después de acumular comentarios y más comentarios en los que iban cayendo unos y otros (hermanos mayores, directores espirituales y otros miembros del entorno cofradiero -parece que en el teclado de García pocos son los que se salvan-), estos correos electrónicos han ido viendo la luz, curiosamente entre las personas objeto de estas críticas encerradas en arrobas y puntocom.

LAS RESPUESTAS. Lógicamente, la reacción no se ha hecho esperar. El mismo día que se conoció las intenciones del presidente de dimitir (que él desmintió y luego confirmó aunque al final no lo hizo) el sector más contrario a esta política de García puso en marcha la maquinaria para buscar la mejor vía con la que mostrar su malestar y situar al presidente fuera de la calle Cobos.

Así, se produjo una reunión informal entre un grupo de hermanos mayores que plantearon la opción de entrevistarse con el director del Secretariado, Alfonso Caravaca, y plantearle la situación y pedirle la marcha de García. Esta reunión se produjo, pero de momento no ha tenido consecuencias.

Al mismo tiempo, Caravaca y Sebastián Llanes (a quienes no cesan de lloverle conflictos y polémicas) han mantenido diversas conversaciones telefónicas en los últimos días con el protagonista y a la vez afectado por esta situación. Por este terreno tampoco se ha sacado nada en claro todavía.

EL VEREDICTO. Vaya por delante que la maldad de un comentario sobre otra persona es práctica habitual, casi sano ejercicio, que practicamos o hemos practicado todos -y del que los cofrades no iban a estar exentos-. El problema radica en plasmar esos comentarios en escritos que ahora han sobrevolado el ámbito privado de un grupo, de un equipo, para empezar a posarse en los correos electrónicos de diversos hermanos mayores y cofrades.

Por tanto, lo que ha hecho Miguel García es lo que hace cualquiera a cualquier hora del día y en cualquier ámbito, por lo que nadie se debería llevar las manos a la cabeza ni asustarse por esto. El verdadero problema es aquél que se ha introducido en las alcantarillas más impresentables para circular esos comentarios privados (se entiende que con la intención de provocar la salida del presidente).

Desde este punto de vista, quizás habría que castigar al que ha sacado a la luz estos comentarios y apoyar a García, que si bien tiene muchos motivos para marcharse del Consejo esto último no es ni de lejos uno de ellos. Ahora bien, si esos comentarios han dejado de ser privados y empiezan a ser conocidos por todos, es bien cierto también que muchos no quieran que les represente en el Consejo alguien que no ha dejado títere con cabeza en sus tertulias internautas, que ya han sustituido a las de las barras de bar.

El caso está visto para sentencia. Ahora le toca al tribunal eclesiástico o al sanedrín de hermanos mayores fallar a favor o en contra de García. ¿Culpable o inocente?

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