Primer día de playa para perros en La Isla

Camposoto ya disfruta de la única playa canina de toda la provincia gaditana

  • De La Isla, pero también desde Cádiz, Chiclana, Jerez o Barbate se desplazaron los primeros usuarios de la playa para perros que abrió ayer.

El camino es largo, muy largo, eterno para quien no está seguro del suelo -pasarelas, arena- que pisa, aunque al final tiene recompensa: disfrutar con tu perro de la playa, del mar y de la arena, sin miedo a las multas si se cumplen las reglas. San Fernando se ha convertido desde ayer en el único municipio de la provincia de Cádiz que ha habilitado, con la necesaria autorización, una parte de su playa, de Camposoto, para su uso por ciudadanos con sus mascotas. Después de varias jornadas de preparación -instalación de señalizaciones, de paneles informativos, de papeleras y del vallado que limita la zona donde los animales sí podrán estar sueltos-, ayer se informó de que ya estaba operativa. Y los primeros en aprovechar la oportunidad llegaron, no sólo de La Isla, sino también de localidades de la Bahía, como Cádiz, Puerto Real o Chiclana, y de otras poblaciones, Jerez o Barbate, entre ellas.

"Viene gente de fuera", comenta Javier, de San Fernando, sentado en la arena junto a su perra Gilda, que observa atenta a otro can que juega con sus dueñas a escasos metros. Durante la tarde, la apertura del espacio se produjo en torno a las 14.00 horas, ha podido comprobar cómo funciona, y da algunas pistas de qué puede suceder a partir de ahora. Es cierto, reconoce, que el animal no puede estar suelto, aunque algunas personas sí han dejado la correa a un lado. Quizás porque en estas primeras horas no han sido tantos los que se han acercado hasta este lugar, situado a dos kilómetros del tramo con servicios de la playa isleña y en torno a kilómetro y medio de distancia de la punta del Boquerón. También considera que el terreno en el que el perro puede estar libre es pequeño. "Esta tarde había como quince perros, algunos eran grandes y se ha quedado chico", apunta.

Ninguna de estas cuestiones empaña, sin embargo, la posibilidad de contar con este trocito de Camposoto para estar con Gilda. "Tiene tanta energía que necesitaría la playa para ella sola", sonríe al hablar de su perra, con la que ha pasado una tarde que antes de esta medida municipal no se hubiera podido permitir. "El año pasado no había y este año, sí. Hay que ser positivos por eso. Punto para la alcaldesa", comenta Javier, que pide que los ciudadanos compartan, que den una oportunidad a esta experiencia. "Hoy está la marea baja, hay personas que han pasado andando y no ha habido ningún problema, nada de agobios", cuenta. Convencido de que puede salir bien, espera que en próximas temporadas estivales se vayan mejorando las condiciones. Incluso, cree que si se delimitara con vallas todo el espacio previsto para la playa canina, aunque no se pudieran los perros meter en el agua, se ganaría, al poder estar los animales sin sujeción.

Habría que preguntarle a Lilly que opina de esta propuesta, tan a gusto como está entrando y saliendo del agua para recoger la pelota que Marián o una de sus dos hijas le tiran. "Le encanta el agua", apostilla esta mujer que viene de Puerto Real, aunque en esos momentos esta hermosa perra hace la croqueta encantada de embadurnarse de arena. "Sé que no podría venir con ella un domingo con mucha gente, porque no podría controlarla. Es demasiado glotona y se iría para todas las tortillas, así que tendría que pelearme con media playa", explica divertida y sabedora de cómo es su mascota.

"Lo que no sabía es que aquí no se pueden bañar las personas. Creo que es algo que deben decidir los dueños. No entiendo por qué la prohibición", responde Marián cuando se le explica que ésta es la condición estrella que ha hecho posible el visto bueno de la Junta de Andalucía. Por el camino, el del sendero de la punta del Boquerón, el único paso por el que se puede acceder a este lejano paraíso para los canes, varias de las personas que también han estado con sus perros en la playa y ya van de vuelta también han mostrado su sorpresa. "No es muy lógico", dice María, que junto a Germán, ambos de La Isla, han estado con Cholo un rato en el lugar, que consideran está demasiado alejado. "Había perritos viejos en la playa y tienen que haber llegado reventados", asegura no muy contenta por el resultado final de esta medida, "por tener a la gente contenta, pero para salir del paso".

También opina en esa línea Quique, que ya está cerca de salir del sendero peatonal, y que habla de "tomadura de pelo". No está satisfecho, por ejemplo, por esa lejanía, "si el perro es muy viejo igual ni llega", suelta; pero también por tener que llevarlo con correa y no poder dejarlo libre. "Eso hace que ningún perro pueda jugar con otro perro. Y ya supongo que no puedes ni quitarle la correa en el agua", reflexiona.

Cansado, y quejándose, vieron Fernando y Rocío, de Cádiz, a su perro Quillo por el camino. Sin conocer el camino y ninguna referencia de cuánto quedaba para llegar, optaron por salirse de la senda y avanzar por la orilla. "Estaba quejándose, porque con la arena se estaba quemando las patas. A un señor le ha molestado y ha llamado a la policía, que nos ha puesto una multa", lamentan. Por eso, creen que debe señalizarse por el camino para que quede claro y no haya confusión, en una petición que también mencionan otros usuarios . Eso sí, estos jóvenes gaditanos reconocen las bondades de poder disfrutar con su mascota de algo que no les ofrece Cádiz. "Si lo hubiera allí... sería lo suyo", abundan.

Mientras en el caso anterior se dirigieron a La Isla porque sabían que podían disfrutar de una playa canina, Alfonso y Nastasia vieron el cielo abierto al entrar en internet y leerlo. "Estábamos en Cortadura, dormidos, con Leika, y se ha acercado en quad la Policía Local de allí para explicarnos que no podíamos estar con la perra. Así que hemos tenido que irnos y nos ha venido bien que aquí sí pudiéramos", desvela este chico, de Madrid, pero que vive en Jerez. También ellos han tenido dificultades para dar con el punto exacto de la zona reservada para los animales, incluso se pasaron y llegaron al final, a la batería de Urrutia. A pesar de esa complicación, Nastasia, de Burdeos, ve el lado positivo: "Me ha gustado el paseo, y conocer este sitio".

En su caso pasaron por alto el vallado cinegético, visible desde la pasarela del sendero, que delimita el espacio en que los perros pueden estar sueltos. Como recordaba ayer el Ayuntamiento en el comunicado en que informaba de que la playa canina ya estaba operativa, se extiende sobre una superficie 1.125 metros cuadrados, dentro del terreno total que se ha habilitado para poder llevar a los perros a la playa, que supone unos 5.000 metros cuadrados, entre panel y panel. En este punto, las mascotas, insisten, tienen que estar sujetas mediante correas, ya sea en el agua o en la arena.

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