Cádiz

Buenas intenciones pero metiendo el dedo en el ojo

  • Los grupos terminan enzarzados en los reproches en el punto estrella de la sesión

El alcalde se lleva las manos a la cabeza en una intervención de Ignacio Romaní.

El alcalde se lleva las manos a la cabeza en una intervención de Ignacio Romaní. / julio gonzález

El que va a ser reprobado, pongamos que hablamos del popular Ignacio Romaní, dice que no se va a callar en el futuro y que lo van a tener que reprobar 20 veces más. El grupo que ha llevado el punto de la reprobación y que cuenta con el alcalde en sus filas y al que han llamado fascista hace sólo unos días, digamos que es Podemos, tiene una edil en sus filas que en el mismo pleno de ayer llamó a los populares "herederos del fascismo". El PSOE, que se decidió por el rollo paz y amor y el happy flower, se encargó bien de recordarle al Partido Popular que en su etapa en el gobierno también reprobó a Rafael Román. Y Ciudadanos, que hablaba de fragor en la batalla, trataba de justificar en cierto modo las salidas de tono que hubo el otro día por un mal uso del Reglamento Orgánico por parte del alcalde.

En la reprobación lo mismo se entonaban los mea culpa por algunos portavoces que reconocían haber tenido excesos verbales en varias ocasiones, sobre todo en el caso de Ciudadanos y el PSOE, y anunciaban sus buenas intenciones para que eso no volviera a pasar. Pero cuando eso lo dicen metiendo el dedo en el ojo al adversario suena de una manera un poco menos creíble.

El PP optó por la táctica del muflón y ante la posible reprobación optó por chocar la frente con el alcalde, que fue el que defendió el punto en su grupo. Para el PP no sólo es una llamada de atención sino que es una medalla, como el mismo Ignacio Romaní se encargó de decir. Cada uno entiende los premios como cree conveniente.

Fue el punto de los aspavientos, el de las manos a la cabeza del alcalde cuando Romaní deslizó que González les dijo el otro día que "qué pasa, esto es lo que hay". Mayores aún cuando Teófila Martínez intervino y dijo que ella nunca había cortado ningún punto ni había retirado la palabra a nadie. El happy flower que pretendía el PSOE empezaba a convertirse en una película de Van Damne, golpes verbales por todos lados.

Hubo hasta sesión de montaje en Ipad que el concejal Bruno García se encargó de poner a todos los concejales y donde salía una retahila de insultos por parte de miembros del equipo de gobierno en otras sesiones hacia el PP y el de la misma María Romay esa mañana. Trataban de argumentar aquello del puño de hierro para los demás y la mandíbula de cristal para uno mismo.

El público asistía con tranquilidad. No había hooligans y los pocos que estaban no dijeron ni mú. Ni el más fanático es capaz de aguantar 14 horas de pleno. Varias de las mujeres que estaban esperando para intervenir al final de la sesión en el turno de palabras, les pidieron que tuvieran compasión, "que tenemos que darle de comer a los niños". Ya no aguantaban más. En las bancadas de los partidos surgieron los bostezos, en los periodistas también y, por supuesto, en el público. Es un poco de cansancio y un mucho de hartazgo. Si alguien esperaba que lo de ayer pudiera marcar un antes y un después en el tono de los plenos, que el propio alcalde calificó como "vergonzoso", estaba muy equivocado.

Antes de ese punto ya se elevó un poco el tono cuando se le pidieron explicaciones a Teófila Martínez por aparecer en los papeles de Bárcenas. Y es que el pleno sigue la misma rutina de siempre. Tan habitual que ni siquiera faltó el tradicional numerito de la plataforma de parados y su rifirrafe con la Policía Local.

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