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Cádiz

Anulan una sanción errónea al dueño de la salina Roqueta

  • Se la impusieron, cuando la infractora era la sociedad propietaria de la antigua granja Santibáñez

El proyecto acuícola, ambiental y turístico de la Salina Roqueta, uno de los últimos parajes de alto valor ecológico que quedan en el término municipal, dentro del Parque Natural de la Bahía de Cádiz, avanza pese a los problemas -hasta ahora siempre subsanables- que van surgiendo.

El penúltimo no fue grave, pero sí curioso. Cuando el ingeniero isleño Héctor Bouzo, de Solcaisur, compra la salina a Construcciones y Promociones de Viviendas Bahía de Cádiz SA -la sociedad propietaria hasta entonces de los terrenos- asume todas las obligaciones, órdenes de demolición y requerimientos de obras de seguridad que pesaban sobre los edificios.

La multa de 3.000 euros era por no cumplir con un requerimiento de obras de seguridad

Pero, para su sorpresa, hace unos meses le notifican una sanción de 3.000 euros más intereses de demora de otros 600 precisamente por no cumplir con un requerimiento de ejecución de obras de seguridad en unos edificios, los de la antigua granja de Santibáñez -situados junto al club de pesca del mismo nombre- que pertenecen a otra finca y a otra empresa, concretamente a Inmobiliara Santibáñez SA. Héctor Bouzo los paga y, lógicamente, recurre la sanción.

El error estuvo en atribuir el CIF de Solcaisur, titular de las vecinas salinas de Roqueta y Preciosa, donde Héctor Bouzo trabaja en su proyecto, a la auténtica firma propietaria de los edificios que el Ayuntamiento exigía que se asegurasen. Se da la circunstancia de que al menos uno de los accionistas de Inmobiliaria Santibáñez SA lo fue también de Construcciones y Promociones de Viviendas Bahía de Cádiz SA. Finalmente, la Junta de Gobierno Local aprobó el pasado viernes la "anulación de sanción impuesta por desatención a requerimiento de ejecución de obras de seguridad en Vía Augusta Julia, Marisma Santibáñez (antigua Granja Santibáñez)".

A finales del año pasado, los dos últimos hortelanos que llevaban décadas explotando unos huertos 'heredados' de los guardias civiles que prestaban servicio en el antiguo puesto de El Chato los abandonaron definitivamente, justo después de que este periódico publicase el curioso caso. Estaban obstaculizando la limpieza de la finca y la habilitación de un aparcamiento que dará servicio al área recreativa ya existente. Antes se habían ido varios ocupas de las viejas construcciones de las salinas, entre los que había una persona con domicilio habitual en una de ellas, un cazador e incluso varios apicultores.

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