Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Diario inédito de un relator apócrifo

Las crónicas de Cádiz (Cap. XXIX)

  • Resumen capítulo anterior: Es difícil imaginar la guerra que se aproxima en los labios sugerentes y maternos de María. Entre los niños del barrio de las escuelas, se encuentra feliz narrando a los pequeños los cuentos y aleluyas que les alejen de la violencia de estos días en los que el enemigo se dispone a sitiar la ciudad gaditana.

HOY es domingo, o apenas ya lo es, la noche fría penetra desde los ventanales de nuestra casa y aquí, muy cerca de la cama donde duerme María, escribo como un poseso. La guerra está en nuestra puerta, y no las noticas lejanas e indoloras de una guerra que no olemos, no, está aquí mismo delante de nuestros ojos. La tristeza envuelve el alma de los que han atravesado los caminos, de aquellos hombres y mujeres que han recorrido España y han sentido en la piel los destellos implacables de los sables, los hombres enfermos y desnudos de Alburquerque que han entrado en la Isla más muertos que vivos.

Cuando los franceses entraron en Andalucía tras la batalla de Ocaña, Alburquerque, junto a ocho mil soldados de infantería, seiscientos de caballería y tres mil hombres de la guarnición de Badajoz, tenía establecido su cuartel general en Don Benito. Cuando percibió que el primer ejercito napoleónico estaba cerca, cruzo el Guadalquivir por Cantillana llegando entre los días veinticinco y veintiséis de Enero pasado, a Alcalá de Guadaira. En ese momento tenía dos opciones, dos posibilidades únicas que podrían haberle llevado a la vida o a la muerte, ir a Sevilla y enfrentarse abiertamente contra las tropas de ocupación o marchar a la bahía gaditana con lo que protegería lo único salvable que quedaba de la patria. Creo, que este hombre, a quien me gustaría conocer y hacerle ver el importante y decisivo papel que ha jugado en estos días, eligió la vida y con esa elección ha salvado a su ejército y a este reducto de España. Enorme estratega que debe tener un corazón limpio, dividió su ejército en la campaña, comprendiendo que en la división de su fuerza estaría la rapidez del ataque, las medidas justas para la defensa. La caballería y la artillería por el camino real de Sevilla a Jerez por Hurtare y Lebrija, los dragones franceses de catorce regimiento le siguieron los talones, pero el destino y el enorme valor de estos cansados hombres, les llevo a buen puerto. Él mismo con la infantería, el camino de los Palacios y las Cabezas de San Juan. El ejercito francés le acechaba, apenas pudo hacer noche cuando tuvieron que salir hacía Jerez. Consiguió una diferencia de dos jornadas con los franceses, llegando a Puerto Real el día uno de Febrero. La Isla de León, le recibió hace apenas dos días, con la división de infantería, mientras que la caballería desde el Coto de Medinaceli entre los ríos Guadalete y San Pedro observaba al enemigo.

Hombres rotos, escuálidos, hambrientos y desnudos, según cuentan todos los que los vieron, llenos de una gallardía inenarrable que tan solo llegar se han hecho cargo de las defensas de la Isla, desde Sancti Petri hasta la Carraca.

Podía acabar así mis palabras sobre este día, en el que un héroe ha llegado a dar esperanza, pero no puedo, el enemigo ha sido avistado, hoy día seis de Febrero, los franceses han llegado frente a la línea española. Los comentarios recorren la ciudad que se ha duplicado en población. Todos buscan un lugar donde alojarse, los barcos marchan repletos de ciudadanos que quieren huir del iniciado sitio, las diligencias y sistemas de postas han sido suspendidos y el teatro interrumpido. Los decretos sobre abastecimiento de pan, leña y aceite se suceden por horas, solo se permite la venta de pan en las tahonas de la calle Porriño y San Fernando, de forma que nadie altere el precio del pan para enriquecerse, lo mismo las tiendas que venden carbón y aceite que quedaran abiertas durante todo el día hasta las diez de la noche, ante tanta demanda. Las llamadas al patriotismo, a la construcción de las defensas a la hora del valor y la hidalguía, inundan las calles gaditanas. Ha sido un día amargo. Un día aciago en el que las madres asustadas fueron pronto a recoger a las escuelas a sus hijos, las muchachas jóvenes encerradas en sus casas por padres horrorizados, los políticos y juntistas , atrapados en un sinfín de quehaceres burocráticos deliberan sobre el destino del país.

Y ahora, aquí, en la oscuridad de la noche, a la penumbra de una tenue luz de vela, no concibo lo que nos ha deparado la vida. Como ha cambiado mi concepción de esta vida desde aquel veintitrés de Enero de mil setecientos noventa y tres en que grite alegrándome en el alma por la muerte del Luis Francés, aquel día en el que creí quedaban conquistadas la libertad, la igualdad y la felicidad para todos los hombres de la tierra. Era muy joven, demasiado joven para comprender que la felicidad que prima es la privada, y esta está hoy en el vientre de María, en la necesidad de su alma y en el amor inmenso que le profeso.

Daría mi vida porque la guerra no estuviese a las puertas de mi casa, por llevarme a mi familia a América y huir de estos días de miseria que nos esperan, de estos días de miedo y de nostalgia. Quizás no ocurra nada, y solo la espera sea el precio a pagar por la infamia de haber dejado abierta nuestras fronteras, que crueldad para los hombres de noble corazón, que no entiendan el porque de esta guerra.

Pero el mismo héroe nos ha apaciguado en el día de hoy haciendo intercalar un manifiesto en el Diario Mercantil:

"Habitantes de la Isla de León y ciudad de Cádiz, desde que el enemigo empezó a pisar nuestro suelo, manifestasteis un gran entusiasmo de repelerlo y sacudir su infausto yugo y unos desgraciados acasos nos ha conducido al estado deplorable en el que nos hallamos. El cruel enemigo amenaza nuestro terreno y por avanza por el con numero considerable. ¡Que dolor! Y que ¿podréis manteneros pasivos y permitir ser arrollados y sacrificados por unos déspotas, profanadores de las leyes divinas y humanas? No lo creo de vuestro patriotismo y religión. Así pues para escarmentar al monstruo, espero que todos sin quedar un solo hombre os prestareis a tomar las armas: Trece mil fusiles tengo con que armaros. Mi ejercito es el mas pronto a sacrificarse en vuestra defensa pero es necesario no os detengáis en para adelantar las necesarias obras de fortificación , en las que hacen falta cinco mil hombres diarios que trabajen diariamente, de cuyo modo y franqueándome los demás auxilios que tengo pedido, prometo conservar vuestra independencia , pero si vuestro espíritu no se activa con la diligencia y energía que se requiere al peligro que nos amenaza, veremos aquellas fieras insaciables alimentarse de nuestra propia sangre, elevándose sobre nuestras ruinas, así lo tiene acreditado la experiencia . Y que ¿podéis escuchar tan funestas consecuencias? Acudid que con el más tierno amor os espero para dirigiros y defenderos el que constituyéndose vuestro padre, se presta a perder su vida en vuestra defensa. Yo el Duque de Alburquerque.

Han pedido la rendición, en el mismo momento en que exigían algunas provisiones para sus soldados también debilitados. Todos los pueblos de la bahía están bajo sus botas, todos los españoles que en suerte les ha tocado estar al otro lado de la contienda. Ahora estarán siendo ajusticiados, masacrados, extorsionados, quemaran sus casas y saquearan sus bienes, destruirán sus iglesias y templos, asaltaran a las niñas y mujeres en los caminos y los viejos que aun perduren en las villas, se quejaran de no estar muertos. Las aguas inmensas y celestes de la mar que nos rodea, se convertirán en un lugar de nadie, los fuegos cruzaran de un bando a otro intentando hacer el mayor de los daños y caerán los bastiones y todos finalmente habremos perdido algo.

Diego de Ustáriz

Continuará

El ejército español en Marzo 1808

Las unidades estaban articuladas de la siguiente manera:

El ejercito español al inicio de la Guerra: junio de 1808:

03153017

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