Diario inédito de un relator apócrifo

Las crónicas de Cádiz (Cap. XVI)

  • Resumen capítulo anterior: Diego de Ustáriz y Francisco de Celis, dueño del Café de Correo, recorren el mercado y los freidores de la ciudad para aprovisionarse de víveres ante la llegada inminente de su esposa.

SOBRE las blancas sabanas de hilo reposa mi amada María. La redondez de su tripa se deja ver bajo la mullida colcha, sus largos cabellos zigzaguean como espuma sobre los suaves almohadones y la piel de sus manos y rostro se me antoja tan sumamente limpias y blancas que casi aprecio el latido de sus venas, el pulso de su vida, mi vida.

Escribo desde los pies de nuestra cama prestada, donde duerme la mujer de mis sueños, mi compañera. Mi pluma se desliza con alegría al tenerla tan cerca.

El camino ha sido largo, peligroso y arriesgado, lo se por lo que cuenta y lo que ha callado. Se que asaltantes y bandoleros están prestos y escondidos al punto de arremeter contra los viajeros. Unos en nombre de la libertad de la patria, otros en pos de acrecentar sus arcas y tesoros. Mala conjunción la miseria de los campos y la injusticia de la guerra para evitar a los forajidos y sicarios de los senderos. A veces mito a veces héroes de enorme popularidad en las sierras del norte andaluz, protagonista de relatos y pinturas, viven ocultos y silenciosos, como personajes marginados al borde de la legalidad establecida. Azote de los poderosos, protector de los más débiles, nómada y con precio puesto a su cabeza es traído y llevado por muchos de los viajeros que vienen a esta parte de España en sus escritos convirtiéndoles en los grandes libertadores de estas tierras.

Espesas patillas, recogido calañés con pañuelo en la cabeza, calzones ajustados y de gran robustez. Con cuchillos, pistolas al cinto y trabuco, se muestran orgullosos y arrogantes, jefe y protector de sus cuadrillas, defensor de su guarida y su botín hasta la muerte, ha pasado de bandido a encantador de serpientes, aunque quizás ninguno de nosotros podamos comprender aun el alcance de cuantos ataques realizan a las tropas francesas. Quizás por eso entre los más pobres de los pueblos no es considerado un delincuente, aunque sea un criminal a los ojos del estado. Se yergue como una victima de la injusticia, como un ejemplo al que todos los vecinos protegen y amparan, si llega a morir, solo la traición ha sido la culpable exonerándolos de cualquier culpa. Es como si nunca hubiesen matado si no como defensa, sus vidas están dedicadas a deshacer entuertos y luchar contra los que para ellos son los verdaderos infractores de las leyes, los políticos, los ricos, los nobles. Con este concepto tan alto de sus funciones no es de extrañar que se hayan convertido en verdaderas guerrillas políticas que ponen en jaque las huestes francesas.

"Errante por los cerros, errante en la llanura, me lleva la aventura sin término tal vez. En cambio rey me llaman del bosque y del camino, si es este mi destino, contento estoy con él. Al noble, al opulento el paso les disputo y al fin juzgan tributo si pasan por aquí. Y todos me hacen rico. Yo venzo al más valiente, tan solo el indigente amparo encuentra en mí. Con una mano generosa reparto la riqueza y respeto la belleza si implora mi pode. Pues soy por honra mía errante bandolero que solo de ella quiero, me quiera bien a mí".

Sin embargo, que dolor tan inmenso, si alguno de ellos hubiese hecho daño a María. Si el conflicto interno de la patria empuja a todos a esta destrucción donde todo cabe, donde todo pasa, que más da una víctima más que hermosa y engalanada viaje en diligencia. ¿Acaso todo el que viaja es partidario del francés?, o ¿más bien es portador de algo por lo que puede sacar unos reales?

Guerrilla, como denominó la condesa de Chinchón hace apenas un año a los voluntarios de Madrid, que salieron y se mezclaron, con estos hombres a los que los franceses calificaban de bandidos y criminales, muchos de ellos desertores de los ejércitos, torturadores feroces que, entierran a sus victimas vivas hasta morir de sed, mutilan, y descuartizan. Leyenda o realidad, debilita al soldado francés hasta la huida. Los hay que han tomado las armas sin permiso, los que tienen autorización oficial para hacerlo y luego los que además están condenados por algún crimen y deberían estar presos.

Partidas de hombres como las que encabeza el navarro Espoz y Mina, han logrado tener hasta catorce mil soldados de pelo corto y bien uniformados, o Juan Martín, ídolo de Castilla, a quien llaman el Empecinado que desde abril de 1808 anda por los caminos con más de cinco mil partisanos asaltando los correos franceses. Hombre de carisma que ha declarado la guerra a Napoleón y a sus viles esclavos.

Ayer mismo, en esta calle Ancha, todos contaban la hazaña de Francisquete, que con cuarenta años a sus espaldas y después de presenciar como los franceses colgaban a su hermano de las velas de un molino hasta su muerte, juró vengarle y defender la causa de la patria. Recorre desde entonces los caminos y montañas aniquilando a todos los franceses que encuentra, no sin crueldad y desatino.

Cuando acabe la guerra, ¿que pasará con estos hombres curtidos en el monte, creyentes de escapularios y rosarios que hoy se comportan como soldados? ¿Dónde guardaran sus ansias de disputa y de sangre? Temo que engrosaran las filas de los bandidos que asaltan las postas como único modo de subsistencia. ¿Que será de esas sierras hermosas de Cádiz y Málaga? ¿y las campiñas de Sevilla y Córdoba que amparan sus castigadas espaldas? No habrá tregua para ellas. Grazalema, Estepa, Cantillana, Ronda, Écija, Osuna ciudades de héroes venidos a menos ahorcados en las plazas de los pueblos.

Pero, hoy ella está aquí y yo respeto su sueño, sólo quiero contemplarla. Esta no es la noche de la guerra.

Diego de Ustáriz

Continuará

"EL EMPECINADO"

A Dº Juan Martín (El Empecinado). Sevilla 23 de Marzo de 1809.

LOS HOMBRES REBELDES

LA MUJER GUERRILLERA

REGLAMENTO PARA FORMAR GUERRILLAS

LETRILLAS DE BANDOLEROS s. XIX

03153017

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