Toros

Ponce y Manzanares abren la primera puerta grande del verano

  • Morante se va de vacío pero deja su sello en el toreo a la verónica El buen sexto de Juan Pedro Domecq salva un parado encierro

primer festejo del abono de verano en el puerto Ganadería: Toros de Juan Pedro Domecq, un encierro como mínimo desigual de presencia, descastado , noblón y sin fondo en el último tercio a excepción del buen sexto, ovacionado en el arrastre. También se aplaudió al cuarto, que de los restantes, fue el único que, con mimos, aguantó una faena. TOREROS: Enrique Ponce de azul Francia y oro estocada baja SALUDOS y estocada DOS OREJAS. Morante de la Puebla de hoja y oro, estocada corta caída PALMAS y sartenazo y estocada PALMITAS. Manzanares de luto y azabache, pinchazo sin soltar y estocada OVACIÓN y estocada recibiendo con desarme DOS OREJAS tras aviso. INCIDENCIAS: Tres cuartos de plaza con viento de levante. Saludaron tras parear al sexto Rosa y Blázquez.

Ponce y Manzanares salieron a hombros, el primero inventándose toro y faena con el cuarto y, el alicantino, cuajando al buen sexto, el toro que salvó la divisa. Morante, sigue enrachado en la mala suerte pero dejó verónicas de sensación en ambos toros.

Ayer la Plaza Real era un reducto resistente a varios ataques en contra del toreo: el levante, que disipa colas en la taquilla, mueve las telas y pone en peligro a los toreros; el de la manifestación antitaurina de reglamento, fuera de la plaza, y la falta de casta de los toros de Juan Pedro Domecq, inservibles en el último tercio.

Si yo fuera un antitaurino me quedaba en la playa de Santa Catalina y no iba a gritar a la calle Valdés. La fiesta tiene ya bastantes cañonazos en las amuras: carteles cerrados que no dejan pasar a los toreros emergentes, ganaderías descastadas , pliegos poco competitivos, precios altos, presidentes de amplias tragaderas y mil cosas más... Qué razón tenían las Cortes Españolas en esa ley taurina, vigente por cierto, al basarla en los principios de la pureza de la fiesta y la integridad del toro de lidia. Porque si la fiesta no es auténtica, emocionante y sobrecogedora, acabará por sí sola, sin gritos en las puertas de las plazas de toros.

Ayer si no llega a ser por el talento y veteranía de Ponce y la conjunción de Manzanares con el mejor -con creces- toro de la suelta, el sexto, habría material para enfadarse y mucho.

Pero Ponce es un veterano con muchos recursos y enderezó la tarde en el cuarto. Su primero fue un semoviente mular, sin fuerza ni raza, rajado y sin acometividad alguna. Muy justito de todo, solamente servía para aburrir.

Pero el segundo del valenciano, que brindó a Paco Ojeda, aguantó una faena entera. El toro no era nada, ni por fuera ni por dentro. Suavón, noblón. Ponce le sacó el máximo partido y eso en todo profesional es mérito sobresaliente Se inventó una faena y un toro con sitio, dominio del escenario, torería y pausa. Una faena estructurada que hasta hizo lucir al soso animal, a base de suaves muletazos y pinceladas por los dos pitones rematando con la poncina. El público disfrutó a rabiar, tocó palmas por bulerías, premió al ya veterano maestro con las dos orejas -¡Torero, torero!- y hasta aplaudió al torillo camino el desolladero.

Morante no tuvo suerte en los lotes, más aparentes sus toros, pero sin nada dentro, Eso sí, meció verónicas de ensueño en sus dos toros. El primero fue alegre en los tercios pero se agotó como una paga de Navidad. Su segundo igual, apenas dio para los ayudados iniciales y una serie en redondo que se tragó, en una resurrección aparente que, a la postre, no era más que el canto de la gallina del astado.

Tres cuartos de los mismo le pasó a Manzanares con su primero, blando y de fea embestida en las telas, con las manos por delante. Con el sexto lo bordó. Toro con pies, alegre y medido en varas. El de Alicante espació las series citando de largo para abrochar los muletazos y ligar extenuados pases de pecho. Gran espectáculo del toro acudiendo a la muleta y el torero templando y ligando la acometida, en este toro más reunido, y con la música, que también tuvo su protagonismo la banda ya que manzanares, como un costalero al compás de las marchas, toreaba a compás. Estocada a recibir y dos orejas con fuerza. Menos mal.

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