Aquí no hay quien viva hizo por el matrimonio gay casi tanto como Zapatero (o quizás más). Puede sonar exagerado, pero no lo es. Y esperemos que La que se avecina y Alba Recio hagan lo mismo por las personas transexuales. Victor Palmero tiene buena parte de culpa de ello, un joven actor que debutó en televisión con Física o Química, y al que luego hemos visto en Con el culo al aire y Yo quisiera, entre otras series. Aceptó "el reto" de este complicado papel al final de la octava temporada, y tanto caló en la audiencia que en esta novena ha pasado de episódico a fijo. Hay Alba Recio para rato.

-Cuando le llegó la oportunidad de interpretar a Alba Recio al final de la octava temporada, ¿pensó que este personaje podría tener continuidad, más allá del primer y único capítulo que le ofrecieron en principio?

-Cuando hice el primer capítulo de Alba, estaba compaginando la serie con el trabajo de camarero en una cafetería. Yo había estado antes en Con el culo al aire, la serie acabó y estuve un año currando en una cafetería porque no salía nada. De repente, me llaman para ver si quería hacer de la hija transexual de los Recio. No sabía a qué atenerme. Fue todo a un ritmo frenético. No sabía qué estaba haciendo, ni lo estaba asimilando durante el rodaje de ese episodio hasta que luego lo vi emitido, con las cosas tan bonitas que me dijo la gente por redes sociales. Son muy de agradecer. No puedo ser más feliz y sentirme más dichoso de estar en una serie como es La que se avecina.

-¿No le daba rabia trabajar de camarero después de 'Con el culo al aire'?

-Por suerte, estos dos años lo he estado compaginando con teatro, con una obra en el teatro Alfil que se titula Climax. Siempre he podido decir que seguía con la interpretación. Pero sí, he tenido esos momentos en la cafetería de gente que te pregunta qué haces allí. Siempre he apostado por arriesgar; me encanta la frase que dice que "quien no arriesga, no gana". Y eso he hecho: insistir para poder seguir en Madrid. He trabajado como camarero para poder pagar mis gastos, para poder seguir en Madrid.

-La transexualidad no es un tema muy presente en la televisión todavía. Un personaje así, o le catapulta a la fama, o le llueven las críticas...

-A mí la verdad es que me enorgullece, me alegra mucho dar un poco más de visibilidad a la transexualidad, porque creo que en televisión se han visto bastantes personajes lésbicos y gays, pero el tema de la transexualidad no se había tratado tan abiertamente como ahora. No hemos querido hacer una parodia de la transexualidad. Para nosotros Alba es una chica. Aunque al estar en una comedia, se hagan bromas sobre si tiene pilila o cosas así, hemos intentado tratarlo siempre desde el cariño.

-Algunos transexuales podrían ofenderse, ¿no?

-Pues es justo lo contrario de lo que queremos, pero estamos en una comedia... Nosotros intentamos no ofender a nadie pero tampoco nos cortamos.

-Cuando le propusieron interpretar a Alba, ¿cómo enfocó el papel?, ¿en quién se basó?

-Cuando me propusieron el personaje, fue casi de un día para otro, el guión me llegó como dos días antes de la grabación. Fue muy intuitivo. Me he fijado en las mujeres de mi vida: mi madre, mis amigas... A través de Whatsapp le mandaba a Laura Caballero (una de las guionistas) propuestas de voces, y la primera fue la que más le gustó. Creo que es la voz que yo tendría si fuese una mujer.

-¿No le importa que los espectadores puedan pensar que usted también es transexual?

-Estoy tan contento, está siendo tan divertido y es una oportunidad tan especial y tan distinta a todo lo que había hecho hasta ahora, que me da absolutamente igual y no puedo estar más feliz ni agradecido. Todavía a día de hoy sigo asimilando dónde estoy.

-Que la chica transexual de la serie sea, precisamente, la hija de Antonio Recio, el más rancio y chapado a la antigua de Montepinar, no es casualidad desde luego.

-Alba se contrapone a un personaje muy facha, homófobo, xenófobo… y genera situaciones cómicas en el sentido de que él, su padre, deberá evolucionar. En el fondo, es una relación padre-madre-hija en un contexto en el que no se entienden.