Mónica martínez. presentadora de 'adán y eva'

"Me molesta que lo llamen telebasura"

  • Reconoce que tuvo dudas a la hora de aceptar el programa, pero le gustó que en España se base sobre todo en las relaciones humanas Ella asegura que nunca se desnudaría en televisión

En la televisión no es muy habitual que una presentadora de informativos acabe presentando un reality en el que los concursantes aparecen desnudos. Por eso, cuando a Mónica Martínez le propusieron presentar Adán y Eva hace un año, pensó que era una broma y que la estaban grabando. "No entendí que, dada mi trayectoria, me presentaran un proyecto como ese, así, sin anestesia. Primero me sorprendí y, después, intenté averiguar cuál era mi papel y si yo también tendría que desnudarme. Cuando me dijeron que no, me tranquilicé y pensé que todo estaba controlado", recuerda. La periodista acabó tan contenta con la experiencia y el éxito (fue el estreno de un programa de entretenimiento más visto en la historia de Cuatro, con una media de 2,4 millones de espectadores y un 12,8% de cuota de pantalla durante la primera temporada), que no solo decidió continuar este año, sino también situarse al frente de Pecadores, un espacio "más pícaro" en el que se debaten después las polémicas de Adán y Eva con los concursantes y se muestran imágenes inéditas del programa.

-Su paso a Adán y Eva fue valiente, un salto grande en su carrera.

-Sí, me tiré al agua como los concursantes, aunque vestida.

-Teniendo en cuenta su trayectoria, ¿por qué cree que la escogieron?

-Creo que buscaban un contrapunto. Se esperaba que un programa así lo presentara otro tipo de persona, pero creo que hacía falta alguien que sacara lo mejor de cada concursante en las entrevistas, la verdad de por qué vienen, lo que buscan o lo que han sentido. Podrían haber optado por otro perfil, pero bien contenta estoy yo de que me escogieran.

-¿A qué se refiere cuando habla de "otro perfil"?

-A ver cómo lo digo para que no quede mal. Pues a las que tienen menos tapujos, que van un poco más de liberales y que les gusta más enseñar, o enseñarse, en general. Cada uno que entienda lo que quiera.

-¿Cree que su elección no tuvo nada que ver con el físico?

-No nos podemos engañar, la televisión también es imagen, pero yo tengo una larga trayectoria en la que he hecho formatos muy distintos. Este programa tiene sus complicaciones. Hay que ser rápida, hábil y controlar muchas cosas en las entrevistas, que se graban en directo y sin cortes. Creo que lo domino.

-¿Y no tuvo ningún reparo moral?

-Sí, tuve dudas en cuanto a cómo se iba a ver después. Me había enamorado del formato holandés, pero nosotros estábamos 'pariendo' el español. Hemos cambiado muchas cosas. Lo basamos más en qué ocurre con ellos, en si se gustan o se despiertan celos, rencores o suficientes sentimientos como para que nazca una relación. Creo que a todos se nos olvida a los diez minutos que están desnudos. A mí me interesó desde ese punto de vista, pero tenía miedo de que, a la hora de emitirlo, no fuera como yo me imaginaba. Afortunadamente, creo que nos alejamos de la vulgaridad que podía tener un programa en el que los concursantes van desnudos.

-¿No cree que el programa es una constatación de que el sexo vende?

-El sexo vende, evidentemente, pero yo iría más allá. El amor, la pasión y las relaciones también venden, porque es lo que mueve el mundo. Por eso hay tantos formatos de realities de citas hoy en día, porque, aunque es verdad que las nuevas tecnologías nos proporcionan otras vías de encontrar el amor, la televisión ha visto otra manera de abordarlo.

-El programa no ha cambiado nada respecto a la primera temporada...

-Aún no es un formato que esté agotado. Al espectador le gustó y ya ha pillado por dónde va el tema, por lo que creo que no es el momento de darle una vuelta de tuerca. Con los propios giros que tiene el programa, ya conseguimos que se sorprendan los concursantes y, también, los espectadores.

-¿Cuál es la crítica que más le ha molestado o sorprendido?

-Sorprendido, pocas, porque me lo podía esperar, pero me molesta que algunas personas digan que Adán y Eva es telebasura. Deberían verlo antes para comprobar si lo es o no. No pretendemos que sea un programa de culto, solo es entretenimiento.

-¿Por qué razón o precio se desnudaría usted en un programa de televisión?

-Ése es uno de los comentarios que menos me ponen en las redes sociales (ríe irónicamente). No sé, pero yo creo que no me desnudaré nunca en un programa de televisión. En mi profesión yo tengo mucho más que decir y creo que no me aporta nada. Mi tarea es comentar lo que ocurre, aunque cuando estoy en la playa llevo, evidentemente, menos ropa. No tiene sentido que vaya desnuda... por mucho que alguno quiera.

-¿Nunca se lo propusieron?

-No, en ningún momento.

-Y si en Adán y Eva el desnudo se vende como algo natural, ¿por qué el debate sobre el programa de después se llama Pecadores?

-Adán y Eva sería lo idílico, la búsqueda del amor, mientras que en Pecadores se busca un poco más el perfil pícaro, irónico y travieso de lo que ha ocurrido. Por eso lo del nombre, no porque vayamos a pecar, o espero que no pequemos, pero, quién sabe.

-Pero dentro de la isla, los concursantes habrán pecado alguna vez, ¿no?

-Evidentemente que ha habido sexo en la isla, para qué te voy a decir que no, pero nuestro cometido en Adán y Eva no es mostrar eso. Si eso es importante para la historia que estamos contando, se da a entender que ha pasado de una manera muy simpática, por mucho que tengamos cámaras grabando todo el tiempo, incluido en las cabañas. No es un programa vulgar, no nos recreamos en eso, porque no nos aporta nada para la historia humana. Pero sí, ha pasado.

-¿No tiene miedo de encasillarse en este tipo de espacios?

-No, porque en mi carrera he ido dando saltos de un sitio para otro. Soy un poco culo inquieto e igual estoy en informativos que hago un magacín y luego me paso al entretenimiento. Me voy adaptando al medio y no le tengo miedo.

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