María escario. Periodista deportiva

"Sólo he pretendido ser honesta"

  • Empezó con la gimnasia rítmica y hoy en día es un referente en cuanto a información deportiva. Además de tener ya un Ondas, ha recibido el premio Joan Ramón Mainat en el FesTVal.

Es uno de los rostros de referencia en TVE y ha recibido el premio Joan Ramón Mainat, que concede el FesTVal de Vitoria. Uno más que María Escario suma a los que ha recibido a lo largo de su longeva carrera, una trayectoria en la que lo único que ha pretendido es ser "una persona honesta y coherente delante y detrás de una cámara". Está de celebración porque este año cumple tres décadas ligadas a TVE en las que se ha "metido cada día" en millones de hogares españoles, y es que, según reconoce, "el roce hace el cariño" y después de tantos años "te ven como alguien cercano y fiel". Escario (Madrid, 1959) recuerda como algo "casi prehistórico" sus inicios en la televisión pública y cree que el papel de la mujer en el periodismo deportivo "ha cambiado mucho", aunque asegura que sigue habiendo machismo, "más sutil, pero existe", porque "no se miran igual" las noticias con protagonismo femenino que masculino, "salvo que haya una medalla de por medio".

-Ha recogido un Mainat, que se une, entre otros, al Ondas que posee. ¿Qué suponen estos reconocimientos?

-No es fácil llevar tantos años en televisión, en un medio tan agitado y convulso, y esa presencia mía tantos años en cámara también hace que la gente se haya familiarizado conmigo y me vea como alguien cercano, alguien que se mete en tu casa cada día. Al final, el roce hace el cariño. También llevar tanto tiempo pegada a la actualidad deportiva y haber permanecido fiel a esa línea. Creo que eso también es lo que reconoce ese premio, al menos yo lo interpreto así: un premio a la constancia.

-Hace 30 años no era habitual que una mujer se dedicara al periodismo deportivo. ¿Qué le llevó a dedicarse a ello?

-Mi pasión por el deporte como practicante y como consumidora de deporte. No me llegó de rebote, me gustaba y me pareció un mundo increíble. Entonces España era un país muy, muy pequeñito a nivel deportivo... Nunca pensé que el hecho de ser mujer tuviera que ser un obstáculo, no me lo he planteado nunca y normalmente no me pongo obstáculos, porque ya la vida se ocupa de ponerlos.

-Junto a mujeres como Olga Viza o Elena Sánchez ha sido pionera del periodismo deportivo femenino español. ¿Cómo se vivía en aquella época el papel de la mujer periodista?

-En aquellos años era muy difícil abrirse camino siendo mujer, porque aquello era un terreno acotado para hombres, prohibido a las mujeres. Pero al final, te vas abriendo camino con tu trabajo y con la constancia. Tuve que empezar a abrirme camino especializándome en un deporte de mujeres como es la gimnasia rítmica. Cuando llegué a la redacción de deportes de TVE, me di cuenta de que los deportes estrellas, los mayoritarios, estaban absolutamente copados por hombres. Me agarré a la gimnasia rítmica como vía para crecer profesionalmente, y a los seis meses de entrar a trabajar en la tele, ya estaba retransmitiendo un Mundial. Fue mi plataforma para empezar a hacer cosas en pantalla, y allí me vio Pedro Erquicia y me llamó para trabajar con él.

-¿Ha evolucionado o sigue habiendo machismo en el periodismo deportivo?

-De otra manera, más sutil, si quieres, pero claro que existe. No se miran igual las noticias con protagonismo de mujeres que de hombres, salvo cuando hay una medalla o un podio de por medio. Entonces sí, entonces todos nos ponemos en la foto. Pero, habitualmente, el seguir la información deportiva femenina no existe como esa especie de obligación que tendría que pasar en un medio público como TVE, donde se tiene la obligación de luchar por la igualdad en todos los sentidos, en toda la información, y también en la deportiva.

-¿Cuál ha sido su mejor y su peor momento televisivo?

-Sin duda, el mejor, Barcelona 92, desde el primer hasta el último día. Fue la sensación de ser partícipe de un momento que iba a cambiar la historia de este país, y no sólo deportivamente. Aquellos Juegos Olímpicos nos metieron de cabeza en la modernidad, nos pusieron en el mapa de muchas cosas. Si encima trabajas en la televisión que tiene los derechos, eres parte de la familia olímpica. El peor momento, probablemente, fue el telediario que tuve que hacer unas horas después de fallecer Severiano Ballesteros, porque aquella noticia me llegó, personalmente, muy dentro. Ese fue un telediario que lo hice con las entrañas, me salió del corazón... Incluso había un plan B por si yo no estaba bien, que lo presentara otra persona. También fue fastidiado el primer telediario después del derrame cerebral. No por nada, porque yo estaba bien, sino por sentirme tremendamente observada.

-¿Esa experiencia ha cambiado su forma de afrontar el día a día en el trabajo?

-Por supuesto, relativizas todo muchísimo más, ves las cosas de otra manera, intentas poner distancia cuando las cosas se tuercen o cuando algo no sale como tú quieres. También te ayuda a ser paciente, a mirar las cosas con más análisis, a ser también más receptivo y más comprensivo... Eso se llama madurez y no tiene más secreto.

-¿Con esa madurez afrontó su relevo el año pasado como presentadora de los deportes en el telediario después de 20 años?

-Cuando llevas 21 años ininterrumpidos presentando un telediario, de alguna manera ya tienes mentalmente hecha la maleta para que cualquier día te den la palmadita y te digan que viene otra persona. Te ponen a dedo y te quitan a dedo. No nos equivoquemos, no es ningún derecho adquirido. Que lleves muchos años en pantalla no quiere decir que tengas que estar toda la vida, los responsables tienen todo el derecho del mundo a sustituirte cuando consideren oportuno. Otra cosa son las formas. El hecho en sí, perfectamente entendible; lo que nunca entendí ni entenderé son las formas.

-¿Qué siente cuando le dicen que es un referente?

-Intento relativizarlo. Insisto, creo que es una cuestión de tiempo, de fidelidad. No soy ninguna genio del periodismo, ni mucho menos. Solo he pretendido ser una persona normal y honesta, contar las noticias de la mejor forma posible, ser un poco transgresora, un poco más moderna, no tan previsible, tener mi propio estilo.

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