La depresión es una de las enfermedades más frecuentes; se estima que más de 120 millones de personas la padecen. Los especialistas calculan que al menos uno de cada seis españoles sufrirá depresión en algún momento de su vida, de los que el 50 % volverá a recaer posteriormente. La OMS estima que en el año 2020 la depresión será la una de las principales causas de discapacidad de todo el mundo, después de las enfermedades cardiovasculares.

Los principales síntomas de la depresión son una sensación constante de decaimiento, tristeza, aumento o disminución del apetito e insomnio. A su vez, "en ocasiones, la depresión puede provocar sintomatologías asociadas, parecidas a enfermedades físicas, como dolores de cabeza o sensación de cansancio, entre otros", apuntó Manuel Menchón en la cita neoyorquina, jefe de Psiquiatría del Hospital de Bellvitge, de Barcelona. Menchón destacó la importancia de que el tratamiento sea "prolongado" para evitar recaídas y "es muy importante que el paciente sea constante y cumpla con las pautas establecidas". Uno de los obstáculos, precisamente, para cumplir adecuadamente las pautas de medicación es la necesidad de recurrir a varias herramientas farmacológicas para controlar los diversos tipos de síntomas. Ahí inciden algunos de los avances terapéuticos más recientes, como la duloxetina, destacada por Menchón como "una opción interesante y novedosa para enfrentarse a la depresión, ya que satisface la necesidad de un tratamiento más amplio, pues cubre tanto los síntomas emocionales como los físicos o dolorosos", señaló el experto. "Cuanto mayor sea el arsenal terapéutico de que disponga el especialista, mayor será su capacidad para curar enfermos", dijo Menchón. "Aún no sabemos por qué, pero ante la misma enfermedad hay pacientes que responden bien a un fármaco y otros a otro", por lo que este experto catalán defendió la accesibilidad real de los profesionales de la salud mental a la prescripción de los nuevos medicamentos psiquiátricos.