Rebajado a la categoría 2, el huracán Gustav tocó este lunes tierra en Luisiana, al suroeste de Nueva Orleans, una ciudad que está prácticamente vacía después de las evacuaciones que tuvieron lugar el pasado fin de semana. Responsables del Cuerpo de Ingenieros del Ejército aseguran que a pesar de las fuertes rachas de viento y de las lluvias, no es muy probable que la localidad sufra la misma situación que el devastador Katrina, y se espera que el fenómeno se desvíe hacia el oeste, de manera que este martes se convierta en tormenta en la frontera con Texas.

A primera hora del lunes,Gustav tenía unos vientos sostenidos máximos de 115 kilómetros por hora y se situaba en una alarmante categoría 3 de las 5 que componen la escala Saffir-Simpson que cataloga la peligrosidad de estos fenómenos. Sin embargo, durante la jornada el huracán se iba debilitando y llegaba hasta la costa de Luisiana con vientos más calmados, de hasta 90 kilómetros por hora, muy lejanos de los 160 kilómetros que azotaron a las zonas más afectadas del Estado y que causaron 96 muertos a su paso por le Caribe. Esta situación ha provocado que Gustav se pasara a la categoría 2 y que la naturaleza haya decidido que Nueva Orleans no pase por lo mismo que hace tres años.

A las 10:00, hora local (17:00 en la Península), el centro de la tormenta estaba situado a 24 kilómetros al sur de la reserva de Cocodrie y a más de 130 kilómetros de Nueva Orleans. Durante el día, los meteorólogos mezclaron las noticias esperanzadoras con llamamientos a la precaución, y es que continúa la alerta por tornados en la zona y las fuertes lluvias siguen poniendo en peligro la arquitectura y el mobiliario urbano. Los ciudadanos no están tranquilos, pues ya tienen experiencia en estas cuestiones y no apartan sus ojos de los diques que protegen el canal. Esos diques soportaban hoy crecidas de hasta 3 metros, inferiores a los 7 metros que aumentó el caudal ante el paso del Katrina.

Sólo un cinco por ciento de la población Permanece en Nueva Orleans para ver la situación. El 95 por ciento, unos dos millones de personas, decidió el pasado fin de semana acatar la llamada de las autoridades a evacuar la ciudad, en la que se espera que se produzcan daños por valor de 8.000 millones de dólares, cuatro veces menos de los estimados inicialmente. También ciudadanos de otros estados, como Mississippi, Alabama y Texas han abandonado la costa y se dirigen hacia áreas alejadas del Golfo.