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206 aNIVERSARIO DE LAS CORTES 3 El balance: la cara y la cruz de la conmemoración

El 24-S tras 16 años: de meta a fiesta local

  • La conmemoración mantiene una gran reputación en lo institucional pero retrocede en la calle

El 24 de Septiembre se ha reafirmado y afianzado con actos como la entrega del premio Cortes de La Isla de León al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que ha conseguido reinventar la conmemoración isleña al explorar una nueva faceta hasta ahora desconocida: la del compromiso y la reivindicación, una dimensión que además enlaza con los valores más altos que representaron aquellos diputados que se reunieron en el Teatro isleño en 1810, lo que ha dado en llamar el espíritu del 24-S.

Que esto ocurra 16 años después de la primera celebración de la fiesta de Las Cortes y más que superados ya los grandes hitos del Diez, del Doce y del Trece no es nada fácil y deja clara una cosa: que en su vertiente institucional, la gran conmemoración isleña está sobradamente consolidada y que además, con el paso de los años, ha conseguido hacerse con cierta reputación. Y eso siempre será bueno para San Fernando.

Pero el 24-S que acaba de terminar dista mucho de aquellas primeras celebraciones que llenaban la calle durante todo el día, de aquella fiesta que, literalmente, abarrotaba el centro y que la hostelería agradecía. Es cierto que la jornada tiene sus momentos y sus citas multitudinarias -ahí está la popular Feria de la Tapa, que organiza la Asociación de Comerciantes de San Fernando (Acosafe) en el Parque coincidiendo con esta señalada fecha- pero también sus carencias. Por ejemplo, las recreaciones que tanto éxito conseguieron en su época y que se convirtieron en un icono del 24-S, que han pasado a tener un papel totalmente secundario en la celebración a pesar de su indiscutible atractivo y del tirón que pueden tener para los visitantes.

Las actividades que organiza la asociación 24 de Septiembre -la que recrea el cuadro del Juramento de los diputados- tuvieron tan solo el sábado una duración de una hora, que además coincidió con la celebración del acto institucional en el Teatro. Por su parte, la Fundación Legado de Las Cortes, que integra a la popular Guardia Salinera, optó en esta ocasión por quedarse en el Sitio Histórico del Puente Zuazo y del Real Carenero. Ciertamente, un entorno histórico de gran significación y con una relación indiscutible con los hechos que se conmemoran, pero también que quedaba demasiado lejos del centro por el que paseaban los isleños que el sábado se echaron a la calle a disfrutar de la fiesta. Este año, además, se optó por una ambientación más bien modesta de este enclave histórico prescindiéndose de esas vistosas recreaciones que daban la nota de color al 24-S: la llegada de las tropas del Duque de Alburquerque, el Combate del Portazgo y el juramento de la Constitución en el parque del Barrero, citas que han desaparecido de la celebración,

Así que para muchos vecinos que se echaron a la calle -la inmensa mayoría que no participa en los actos institucionales- el 24-S quedó irremediablemente reducido al izado de la bandera que organiza la Armada, a ver algún que otro personaje ataviado con trajes de época por la calle y a la Feria de la Tapa. La calle Real, paradójicamente, ofrecía a las dos de la tarde un aspecto más bien desértico.

Es cierto que el Ayuntamiento ha incluido este año en la programación un buen número de actividades turísticas así como la apertura de los edificios constitucionales, del Observatorio, el Panteón, el Museo Naval y la casa natal de Camarón, además de diferentes rutas.

Pero tras 16 años y una vez dejadas atrás las grandes fechas conmemorativas nada puede ser igual que en los primeros momentos. Resulta tremendamente difícil mantener el nivel y ni los recursos ni la inversión ni el apoyo de otras administraciones es el mismo. Y el 24-S -que no hay que olvidar que es una fiesta 'inventada', un producto gestado por el propio Ayuntamiento para alentar la conmemoración del Bicentenario- empezó a menguar justo cuando acabó el año 2010. Ya no es una meta. Solo es una fiesta local. Pero sigue teniendo un gran potencial para arrastrar a la gente a la calle. Por eso la celebración podría reformularse para mantener el mismo nivel que sí se ha conseguido conservar en el plano institucional.

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