Entre la nutrida ola de escritores que hoy contribuyen a una particular resurrección de las letras en esta ciudad, los hay con más experiencia, frente a otros más noveles. Los hay que acaban de publicar un libro, y otros que se resisten a ello pese a su dilatada trayectoria. Los hay que hacen de la narrativa, de la poesía, su particular forma de vida, y también quienes ven en este recurso un canal para huir de experiencias que es mejor olvidar.

Éste es el caso de Andalucía Morales, quien decidió publicar su historia para enfrentarse a fantasmas del pasado, "para romper la esclavitud de una infancia robada", afirma la autora del libro Herederas de un pasado, guerras de un presente. Puede que el título parezca largo, pero más lo fue para su protagonista el silencio que se prolongaría desde sus trece años, cuando por fin logró eliminar el primero de los eslabones que la ataban al causante de su sufrimiento.

El proceso fue duro, ya que durante la siguiente década viviría, como ella misma reconoce, "siendo esclava del silencio". Un silencio que empezó a sanar al conocer a quien hoy es su compañero, su amigo, aquel que ha logrado rebrotar sentimientos que ni siquiera recordaba, o quizá nunca tuvo la oportunidad de sentir. He aquí otro eslabón que, sin embargo, tampoco fue suficiente para romper sus cadenas. Morales aprendía amar a sus 22 años pero aún le quedaba mucho camino por recorrer. Fue entonces cuando, al buscar nuevas experiencias, decidió, por primera vez, romper la esclavitud de este silencio con la realización de un libro que no pretendía convertirse en proeza literaria, tampoco fomentar el morbo en torno a su figura, y, bajo ningún concepto, ser una fuente de lucro:. "Esto conllevó algún que otro problema con las editoriales, que amén de cambiar el título por otro más comercial, buscaban rentabilidad económica".

Andalucía no se considera escritora profesional, pero practica el arte de las letras desde su niñez, por lo que esta empresa no le supuso grandes dificultades. Ya antes había puesto en marcha un programa cultural de radio, con escasos medios, pero que rompía de plano con ese carácter elitista y monotemático para crear un espacio nuevo que integrara aspectos de muy diversa naturaleza. Este proyecto tuvo un gran impacto en las redes sociales, donde su lírica siempre gozó de gran actividad. Actividad que nunca cesó en la dimensión física gracias a las muchas cartas destinadas a instituciones oficiales donde Morales reflejaba, con gran acierto, sentimientos de terceros que constantemente solicitaban el favor de su destreza.

Habiendo llegado a un punto de inflexión donde se dio cuenta de que ansiaba algo que nunca había experimentado -vivir la propia vida-, consideró que era el momento de plasmar sobre el papel las expresiones de su alma. Un paso decisivo que eliminó otro eslabón, pero no el último.

Junto al libro nació un espectáculo, La esencia del arte, que como su propio nombre desvela, integra todas las ramas del arte -voz, baile, dibujo, música-, así como una iniciativa solidaria, La esencia de los sueños, que a través de los fondos recaudados gracias al espectáculo, pretende que niños de familias desectructuradas aprendan a expresarse mediante el arte. "Que se sientan realizados", especifica Morales, satisfecha con estos dos nuevos pasos en su lucha personal. "Ahora sólo queda conseguir un local donde poder materializar ese aprendizaje", agrega, puesto que con el éxito del que han gozado las primeras representaciones no habría mejor manera de celebrarlo. Llegará a San Fernando, por segunda vez, en octubre, nada menos que al Real Teatro de Las Cortes, pero como preámbulo visitará mañana el café cultural La Buhardilla a fin de presentar su libro, contar su historia, compartir sus sentimientos y tender la mano a todo aquel que lo necesite porque "ahora más que nunca, sé cuál es mi religión".