La Madrugá· San Fernando

La Isla recupera su gran noche con la salida del Nazareno

  • El Regidor Perpetuo, aclamado y aplaudido, se entregó en una madrugá multitudinaria en la que la hermandad se resarció del mal rato que la lluvia le hizo pasar el año pasado

ES difícil discernir dónde acaba el Jueves Santo y dónde empieza la noche del Nazareno, la madrugá de La Isla. Algunos fijan este punto de inflexión de la Semana Santa isleña directamente a la hora redonda y mágica en la que el reloj de la Iglesia Mayor marca las dos y la plateada cruz de guía del Señor de La Isla se planta en la rampa. Pero hay quien cree que todo empieza antes, cuando el palio de la Piedad enfila la calle Isaac Peral y cierra las procesiones de la tarde en la Carrera Oficial y el manto de la noche envuelve a La Isla para que cirios y candelerías encendidos iluminen la cara más trasnochadora de las cofradías. O cuando el Perdón se pierde por la Glorieta y deja de ser cofradía para convertirse en Casería y Tres Caídas busca el quiebro flamenco de la saeta en ese rincón de gloria cofrade recién descubierto que es la Venta de Vargas. O cuando Expiración silencia el bullicio del centro con esa insólita duplicidad cofradiera que muestra por un lado la conmovedora austeridad del antiguo crucificado de Cirartegui y, por otro, la sublime elegancia castrense del palio de la Esperanza y sus suaves mecíos, sus selectas marchas.Tantos y tan dispares son los momentos que brindan estas pocas horas de la Semana Santa –quizá las más intensas– que todo discurre en una suerte de transición que revela sin tregua la multiplicidad, la riqueza y la diversidad de matices que encierran las hermandades isleñas. Así fueron estas horas en las que el centro revivió multitudinario para cumplir el rito de la espera de la madrugá, una espera en la que brilló la hermandad de Silencio con una salida ejemplar en la que la cofradía, clásica y señera, aireó su personalísimo sello, austero a la par que elegante, que llevó a los entendidos en la materia a asentir afirmativamente al paso del cortejo.Así se hacen las cosas, parecían decir  por Capuchinas, por San Esteban, por González Hontoria, por Carrera Oficial, por la Alameda... En cada uno de los muchos rincones memorables que la cofradía dejó a su paso por La Isla. 

Entretanto, a la primera del Jueves, la cofradía bazanera de las Tres Caídas, le pasó factura el largo recorrido y, sobre todo, el fuerte calor que soportaron desde su temprana salida de la parroquia de la Sagrada Familia. Al final, tuvieron que recortar su itinerario de vuelta prescindiendo de algunas de las calles del barrio para agilizar la recogida. No deja de resultar paradójico que en esta Semana Santa isleña –por ahora, al menos– haya sido el buen tiempo y no lluvia la que ha obligado a modificar itinerarios, aunque las previsiones que aguardan para la jornada del Domingo de Resurrección, sin embargo, no sean nada halagüeñas.

Entretanto, en el interior de la Iglesia Mayor Parroquial la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores se preparaba para llevar a cabo una salida procesional muy esperada después de que la hermandad, el año pasado, viera truncada su estación de penitencia por un inesperado chaparrón que arreció cuando la cofradía apenas llevaba una hora en l calle y que obligó al cortejo a dar media vuelta para recogerse apresuradamente. 

El Nazareno salió dispuesto a resarcirse del mal rato que la lluvia le hizo pasar hace un año y se encontró con una Isla que le esperaba con los brazos abiertos. La salida, como siempre, fue vibrante y espectacular. Aplausos y vítores combatieron con el buen hacer de la agrupación musical Virgen de las Lágrimas, que lo dio todo detrás del paso del Señor de La Isla. Y la hermandad se dejó querer, se entregó. Dos horas tardó el cortejo en recorrer la distancia que separa la Iglesia Mayor de la esquina de Isaac Peral, donde termina la Carrera Oficial. Eran las cuatro de la madrugada cuando el palio de María Santísima de los Dolores dejó atrás los palcos para dar la vuelta por el atrio del Ayuntamiento antes de perderse por la calle Las Cortes. 

El cortejo de hermanos se mostró solemne. Igual que el paso del Nazareno, con Javier Padillo al mando de una cuadrilla que se deleitó con los quietos y pasitos cortos mientras la banda encadenaba las marchas.Y la buena racha de la Semana Santa deparó otra noche espléndida en la que el palio de la Virgen de los Dolores lució entera su candelería encendida y en la que los cirios iluminaron la calle Real entera en una de las muchas y espectaculares escenas cofradieras que deparó la madrugá. 

Para los hermanos fue una salida realmente memorable  por lo esperada, una estación de penitencia en la que Nuestro Padre Jesús Nazareno volvió a reinar en solitario tras el cambio horario de Tres Caídas. 

Como acostumbra, en los momentos iniciales, el Regidor Perpetuo de los isleños contó en el cortejo procesional con la presencia del alcalde, José Loaiza, así como de una nutrida representación de la Policía Nacional ya que el cuerpo es hermano de honor de la cofradía. 

Fue una noche plena en la que una notoria presencia de público arropó, como siempre, la salida de esta popular hermandad. Para hacerse una idea, en las últimas horas de la tarde del Jueves Santo, la Policía Local había informado a través de las redes sociales  oficiales del lleno que ofrecía el aparcamiento del recinto ferial.Y en el centro, bares y terrazas mostraron su mejor cara, llenos de gente y aprovechando un tiempo excelente. 

Fue una noche larga, una de las madrugás más duraderas de los últimos años. Aunque la cruz de guía nazareno subió la calle Real de recogida a las nueve de la mañana, eran casi las once cuando el paso del Señor entró en la Iglesia Mayor Parroquial aclamado por un público numeroso que, nuevamente, se había concentrado en la plaza de la Iglesia para despedir alNazareno. Así concluyó una anhelada madrugá –momento clave de la Semana Santa isleña– en la que Nuestro Padre Jesús Nazareno demostró que el título de Regidor Perpetuo de los isleños se lo ha ganado a pulso.  

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