Manuel maria de Bernardo. Ex alcalde de san fernando

"¿Qué cómo nadie se dio cuenta? Esa es la pregunta que me hago desde 2009"

  • El que fuera regidor isleño entre 2005 y 2011 ha presentado su dimisión tras más de 18 años en la Corporación Municipal al conocerse la sentencia del Tribunal de Cuentas por el robo de la caja

Su vida cambió el 1 de abril de 2009 cuando recibió una llamada de las oficinas municipales de Hacienda. "Nos están robando", le advirtieron. Casi ocho millones de euros habían desaparecido de la caja de efectivo. Ahora, cuatro años y medio después, el Tribunal de Cuentas acaba de dictar sentencia para insistir en la responsabilidad directa de los cajeros, imputados también en la vía penal y principales sospechosos en las investigaciones policiales llevadas a cabo. Pero la resolución arrastra también a sus funcionarios superiores y a los dos ex alcaldes andalucistas, a quienes considera responsables subsidiarios. Manuel de Bernardo, que afirma sentirse muy lejos de la política que hoy día se practica y más cerca de aquella generación de la Transición de la que lo aprendió todo, acaba de decir adiós a la política municipal con el regusto amargo de este fallo judicial que ha recurrido.

-Ha esperado a la sentencia del Tribunal de Cuentas para anunciar su marcha de la Corporación Municipal, a pesar de que tenía prácticamente adoptada esa decisión desde hace tiempo. Mucha gente no lo ha entendido.

-Comprendo que muchos no lo entendieran, aunque también hay quienes sí lo han hecho, quienes creían que, después de todo, merecía salir del Ayuntamiento con este tema resuelto. Y yo, interiormente, quería también que fuera así y por eso adopté la decisión de seguir. Considero que no tengo ningún tipo de responsabilidad contable en este asunto. Cualquiera que conozca el devenir, el funcionamiento contable de un ayuntamiento, sabe que es así, que tengo razón y que la resolución del Tribunal de Cuentas -en lo que respecta a los alcaldes- es bastante irracional.

-En resumidas cuentas, insiste en que un alcalde no puede estar pendiente de lo que hay en la caja.

-Se lo ilustro con un ejemplo: lo que me ha pasado sería exactamente igual que si me responsabilizara de la caída de un escenario que el Ayuntamiento hubiese instalado para cualquier espectáculo y que en este accidente se hubiese lastimado alguien. Pero -ojo- ese hipotético escenario contaría en este ejemplo con todos los vistos buenos, certificaciones e informes favorables, de dentro y de fuera: del arquitecto del Ayuntamiento, de la mesa de Seguridad Ciudadana que coordina el evento, del perito del seguro que se ha contratado y del organismo público de la Junta que se responsabiliza de los espectáculos. Al final, el escenario se cae y paga el alcalde. ¿Es injusto, verdad? Pues es exactamente lo mismo que me ha pasado a mí en toda esta historia. Se supone que me debería haber dado cuenta de cosas que a nadie le llamaban a la atención en documentos como las cuentas generales que venían con el visto bueno de los técnicos municipales, de la tesorera y del interventor, que aprobaba el Pleno y que supervisaban desde fuera la Cámara de Cuentas, el Tribunal de Cuentas, la Consejería de Economía y Hacienda y la Intervención General del Estado del Ministerio de Hacienda. ¡A todos se les pasa por alto pero se responsabiliza al alcalde, que es el que además se ha preocupado de que esos documentos se reciban en tiempo y forma!

-Pero ya tras las elecciones de 2011 dio un paso atrás al dejar la portavocía y la secretaría del partido. Sin embargo, no se fue del todo, que es precisamente lo que no se llegaba a comprender.

-Tras seis años y medio de alcalde opté por dar un paso atrás y quedarme en un segundo plano. Me he movido en el doble juego de irme pero no del todo. Ya tras las elecciones de 2011 sabía que me tenía que ir pero también que me tenía que quedar en parte por esos motivos que le comentaba, quería que quedara demostrado que no tenía la culpa de ese escenario que se había caído, siguiendo con el ejemplo anterior.

-Sin embargo, en ese momento todavía no se conocía la propuesta de la Cámara de Cuentas de Andalucía, que es donde por primera vez se empiezan a plantear las responsabilidades subsidarias de los alcaldes por el robo.

-Sí, pero me olía lo que iba a pasar porque la Cámara de Cuentas ha sido en todo esto un organismo de persecución desde el minuto cero. La propia sentencia del Tribunal de Cuentas descalifica la actitud que ha tenido el que fuera su presidente, Rafael Navas Vázquez, al pronunciarse en el dictamen presentado por la tesorera y el interventor en su defensa. En toda esta historia, ha habido mucha manipulación. Me pregunto si se hubiese llegado tan lejos si en lugar del PA hubiese sido un alcalde del PP o del PSOE. Entiendo las dudas de los primeros días -las acepto aunque también las sufrí en su momento- pero casi desde el principio quedó claro que nosotros no habíamos metido la mano, que no nos habíamos llevado un duro.

-Pero dada la magnitud del robo, todavía hoy, sigue siendo incomprensible que esto ocurriera. Es decir, la gente sigue preguntándose cómo fue posible que nadie se diera cuenta nunca.

-Esa es la misma pregunta que yo me hago desde el 1 de abril de 2009: ¿Cómo es que nadie se ha dado cuenta? Pero mi función como alcalde no era contar el dinero de la caja. Mi función era conseguir todo lo que se estaba consiguiendo, un proyecto de transformación de la ciudad que tenía puesta las miras en el Bicentenario 2010-2013. Era pelearme para conseguir inversiones, tener una estructura presupuestaria equilibrada, mejorar los plazos de pago a proveedores y reducir el endeudamiento. Esas eran las preocupaciones que yo, como alcalde, debía tener. Y se consiguió. Ahí están los resultados de las cuentas de 2011, que son prácticamente mi herencia y que sitúan a La Isla entre los mejores municipios andaluces con más de 50.000 habitantes. Y todo eso cuando nadie hablaba de equilibrio presupuestario, cuando aquí, al que no gastara, se le consideraba tonto.

-Pero, al salir a la luz el robo, ¿era consciente de hasta dónde podía llegar todo esto?

-El 2 de abril de 2009 ya era bastante consciente de hasta dónde podía llegar el alcance, de esa cifra millonaria. Aunque, lógicamente, hasta que no fue confirmada por los técnicos municipales no podía hacer otra cosa. Mi responsabilidad era no decir nada hasta entonces. Y estuve conviviendo con esa soledad durante veintitantos días.

-¿Y de que el asunto, para los alcaldes, pudiera acabar así?

-¿De que se llegara a esto? No. Al Tribunal de Cuentas soy yo el que da cuenta de lo ocurrido. Siempre pensé además que los alcaldes no deberíamos haber sido incluidos entre los responsables subsidiarios. En cualquier caso, cuando ocurrió, creí que estábamos de paso y que saldríamos limpiamente. Como alcalde, estoy convencido de que he cumplido con todo lo que tenía que hacer. No se me puede achacar que, con un volumen de 400 o 500 órdenes de Tesorería al mes, no me hayan llamado la atención dos cheques de 15 o 20.000 euros, que ademas venían firmados por los tesoreros y, por lo tanto, ellos consideraban que eran necesarios. ¿O me voy yo a Tesorería a ver si hace falta ese dinero?

-¿Y el cuantioso volumen de dinero de la caja, no le llamó la atención?

-Cuantioso, según los cajeros. Según los técnicos municipales, no. Es la diferencia de saldo (contable y real) de la que tanto se ha hablado. No me llamó la atención. Primero, porque nunca la ví. Ese saldo figura en un asiento contable que aparece en una página entre las 2.500 o 3.000 que tienen las cuentas generales cada año. Y si a los que la veían, a los que hacían esas cuentas generales, no les llamaba la atención ni les despertaba sospechas, a mí -que ni las veía- era imposible que me extrañara, lo reconozco. Tampoco les llamó la atención a todos los que supervisaban esas cuentas generales tras ser aprobadas en el Pleno: la Junta, la Cámara de Cuentas, el Ministerio... Nadie dijo nunca nada. Es más, mal haría un alcalde si se para -y paraliza al Ayuntamiento durante varios meses- para ponerse a revisar las cuentas una por una, las 2.500 o 3.000 páginas que abarcan. Yo, al menos, reconozco que nunca me paré a ver esos miles de folios de las cuentas generales. Como alcalde me iba a mirar la estructura presupuestaria, al remanente, a ver si hay desviación presupuestaria entre gasto corriente y transferencias de crédito, si tenía que aumentar la transferencia de un área bajando un poco la de otra o equilibrar la dotación para, por ejemplo, la basura... pero no me iba a mirar el asiento contable de la basura. Eso no lo tiene que hacer el alcalde. Por eso siento que he cumplido con todas mis obligaciones. Por esa misma regla, tendría que haber comprobado las licencias de obras o las ayudas sociales a las familias necesitadas con independencia de lo que me decía el arquitecto del Ayuntamiento o el jefe de los Servicios Sociales. Yo creo que los alcaldes tienen que estar con los ciudadanos, procurando resolver sus problemas, intentando sacar adelante sus proyectos de ciudad, propiciando reuniones y encuentros para traerse eventos, reuniéndose con empresarios para intentar desarrollar actividades económicas... Esa es la labor de un alcalde, no revisar uno a uno los documentos que vienen a su firma con el visto bueno de profesionales autorizados. Sería algo inoperante.

-La sentencia le recrima a los alcaldes tres cosas: que no pusieran en práctica medidas para evitar el robo, las elevadas cantidades de los cheques y los arqueos, que dice que no se hacían adecuadamente.

-Dice que debería haber adoptado una serie de medidas para evitar lo ocurrido pero no especifica cuáles. Desconozco, sinceramente, a qué medidas se refiere el Tribunal de Cuentas, qué es lo que podríamos haber hecho que no hicimos como alcaldes.

Los cheques, como he dicho antes, venían a mi mesa cada diez o quince días con el resto de órdenes de pago y siempre marginados por los técnicos correspondientes. No tenía razones para dudar de su veracidad, de que no eran necesarios.

Con respecto a los arqueos ordinarios se hacían siempre y figuran en esa línea entre los 2.500 o 3.000 páginas de las cuentas generales anuales. Y los extrordinarios, el primero que firmé se hizo cuando accedí a la Alcaldía en enero de 2005. Tenía una cantidad elevada -algo más de un millón, creo recordar- pero no me llamó la atención. Y si lo hubiese hecho en ese momento y hubiese pedido explicaciones a los técnicos me habrían dicho que eran valores pendientes de depuración, como efectivamente se pensaba. En realidad, por mucho que diga la sentencia, no podía hacer nada en este sentido. Luego, en el resto de arqueos extraordinarios que se hizo las cantidades fueron más reducidas: entre 6.000 y 4.000 euros.

El Tribunal de Cuentas considera además que cuando uno de los claveros -alcalde, interventor y tesorera- se ausentaba (una baja, unas vacaciones) se deberían haber hecho también arqueos extraordinarios. No lo creen así los propios técnicos y dudo que eso se hagan en cualquier ayuntamiento.

-¿Se siente cabeza de turco en todo este asunto?

-No, lo que siento es indefensión frente a esa lógica aplastante y sentenciadora que dice que me debería haber dado cuenta de los cheques, de los arqueos... cuando no tiene sentido común alguno y se desmonta fácilmente, como le estoy explicando. Le cuento una anécdota. En cierta ocasión, después del robo, me llamó un alto cargo al que conocí por las gestiones del Ayuntamiento y que estaba firmando una liquidación presupuestaria. Entonces, se acordó de mí y le dijo a su secretario: a ver si no me va a pasar a mí como al alcalde de San Fernando. Con esto le quiero decir que lo que ha ocurrido podía haberle pasado a cualquier cargo público de la administración. Y encima aquí no había descontrol presupuestario, se iba pagando cada vez mejor, se iba reduciendo la deuda...

-Pero la Tesorería era un caos.

-Eso dice el perito judicial, la Policía y el fiscal. Yo no estaba físicamente para ver si había una situación caótica, pero evidentemente está claro que todos los días se estaban llevando dinero.

-Usted ha hablado mucho de la manipulación política que ha rodeado el tema del robo, de que se ha esgrimido como arma contra el PA, que entonces estaba en la Alcaldía.

-El asunto ha sido manipulado de manera organizada y muy bien dirigida, hay que admitirlo. Ha sido una manipulación bien orquestada y bien dirigida.

-¿Cree que por eso están los alcaldes entre los responsables subsidiarios?

-Creo que sí, que si no fuera por eso, los alcaldes no estaría ahí. En el primer borrador de la Cámara de Cuentas que ví no aparecían los alcaldes como responsables contables. Y, sin embargo, en el definitivo sí. Nunca llegue a comprender que la Cámara de Cuentas no respondiera a las alegaciones que presentó el Ayuntamiento. Tampoco dictó una resolución del Parlamento al dar cuenta del informe de fiscalización, lo que impidió que el Ayuntamiento actuara, provocó una situación de indefensión.

-Le preocupa lo que puedan pensar los ciudadanos.

-No me preocupa, pero me apena. Siento una gran tristeza aunque tengo la conciencia tranquila. Un amigo mío suele decir que cuando se despluma una gallina es muy difícil luego volver a ponerle todas las plumas en su sitio. Hay momentos en los que me ha costado vivir con eso, pero reconozco que todas esas plumas no se van a poder recoger y ponerlas de nuevo en su sitio. Sería imposible incluso si el sentido de la sentencia del Tribunal de Cuentas hubiese sido otro.

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