San Fernando

Buen Pastor acoge la primera misa del isleño Francisco Egea

El joven isleño Francisco Agustín Egea Suárez dio su primera misa el pasado domingo en la iglesia del Buen Pastor, en la misma parroquia en la que despertó su inquietud religiosa, el mismo templo al que acudía desde pequeño con sus padres, en el que recibió el sacramento de la confirmación de manos del obispo Antonio Ceballos. Un día antes había sido ordenado sacerdote en Sevilla por el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra. Completaba así una trayectoria religiosa iniciada hace varios años en el seno de la congregación de los Sagrados Corazones.

Este isleño de poco más de 30 años, que vivía en Batallones de Marina, no oculta su sorpresa por ser noticia. Sin embargo, le explicamos, hace tiempo que un isleño no tomaba los hábitos. Francisco lleva desde 2004 en la congregación de los Sagrados Corazones. Ha dado un salto "natural" -dice- tras varios años de intensa vida religiosa en la congregación.

Ha estado en las comunidades de Málaga, San Marcos, San Víctor y Los Remedios, en Sevilla. Actualmente, se encuentra en la parroquia de la Virgen del Camino, en Málaga, donde coordina la pastoral juvenil y voacional al tiempo que desarrolla su labor docente en el colegio del Divino Pastor. Es licenciado en Filología Francesa por la Universidad de Cádiz y bachiller en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas.

Sus padres -ambos profesores en la enseñanza pública- fueron los que le inculcaron la fe desde pequeño como católicos practicantes, muy implicados en la vida parroquial de la Iglesia del Buen Pastor. Recuerda Francisco, sin embargo, que su vocación fue algo tardía. Tomó forma cuando, en mitad de la carrera, marchó a Francia con una beca Erasmus. Aquello cambió su vida, le hizo ver las cosas de otra modo. Buscaba algo "más auténtico" y lo encontró en la congregación de los Sagrados Corazones. "Hallé una felicidad diferente, con visos de autenticidad", asegura. Cuando regresó de Francia empezó a implicarse cada vez más en las actividades parroquiales en la iglesia del Buen Pastor, "en las catequesis, en Cáritas, en las actividades de apoyo escolar...". "Fue un año hermoso y a la vez lleno de incertidumbres en el que me asomé a esa ventana, tomé conciencia de esa realidad", rememora. Tras terminar la carrera decidió seguir su vocación, la vida de religioso. Y no ha sido hasta ahora, nueve años después, cuando asegura haber sentido la necesidad de hacer plena esa vocación con el sacerdocio.

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