San Fernando

Vera Cruz aguarda novedades sobre un futuro marcado por las deudas

  • La entidad permanece a la espera de que se esclarezcan responsabilidades Su capilla ya ha empezado a manifestar los primeros síntomas de humedad en esta interminable racha

La hermandad de la Vera Cruz continúa su particular lucha por superar la situación que padece al no poder hacer frente a los pagos a los integrantes de la escuela-taller Cristo Viejo que se encargó del proceso de rehabilitación de su histórica sede, la Capilla de la Veracruz. Problemas para la certificación de la obra retrasaron la entrega de la subvención (el último 25%) y la entidad no pudo asumir esos gastos antes de que la Junta de Andalucía abonara la cifra. Los trabajadores denunciaron entonces el impago de su nóminas y la hermandad se enfrenta a las consecuencias de este problema: la paralización de la recuperación de la Capilla, por un lado; pero también al embargo de su almacén. La deuda acumulada asciende a casi 170.000 euros.

Mientras se resuelve quién debe asumir las responsabilidades, la vida de hermandad sigue su curso y los miembros no cesan en su empeño por sacar a flote a una entidad bicentenaria, que ya durante la última Semana Santa estuvo a punto de suspender su salida procesional por considerar esta decisión "poco ética" frente a su deuda. Finalmente, fue la lluvia la que impidió que los titulares cumpliesen con su recorrido anual por las calles de La Isla. La implicación de los hermanos ha sido alta, tanto que, aún con las obras paralizadas en la capilla, se han encargado de la limpieza del lugar y de recoger los materiales y maquinaria empleada por la escuela-taller en sus trabajos.

Los retablos están prácticamente terminados y su policromía luce como recién salida de la paleta de su autor. Según Mariano Domínguez, hermano mayor de la corporación, "quedan pendientes de los remates en las esquinas para proceder a su perfecto ensamblaje". Los 17 bancos recientemente donados para completar el espacio sacro permanecen allí apilados, aguardando el momento en que servirán de apoyo a la feligresía de un barrio que espera con ansia la reapertura de su sede espiritual. La hermandad sólo ha conservado dos de los primitivos, "los que se encontraban en mejor estado", indica Domínguez que, no obstante, aclara que "no son los originales que albergó la capilla en su origen sino aquéllos que nos han acompañado durante los últimos cincuenta años".

Es un hecho sabido por todos el mal estado de conservación del que adolece este referente cristífero en la ciudad, que se sufre los achaques del tiempo y de la humedad. No sólo el templo, también las propias imágenes, que reubicadas en la Iglesia del Cristo han tenido que ser retiradas del altar mayor al sagrario donde soportan temperaturas menos elevadas. La hermandad llegó, incluso, a pedir asesoramiento a expertos en el área de la restauración, como Pedro Manzano -quien recientemente ha devuelto el esplendor a importantes iconos religiosos de La Isla como la Expiración o el Carmen- pero esta más que necesaria in tervención profesional se vio frenada, una vez más, ante la complicada situación económica que asuela a la antigua corporación.

Es precisamente esa devoción por su titular, la que alienta cada día a los hermanos en su lucha por volver a la normalidad, a unos cultos reconocidos por todos por su respeto y sobriedad, al entusiasmo manifestado al tratar de recuperar una irremplazable pieza del patrimonio local: unas piedras con historia que esperan pacientes su puesta a punto. "Aún conservamos la ilusión de que todo se solucione, pero nos está costando avanzar", reconoce Domínguez, a la par que agradece el apoyo recibido por muchos hermanos, los cuales no han dudado a la hora de colaborar no sólo en lo económico, sino también con mobiliario para adecentar la casa de hermandad después de una mano de pintura costeada por la propia junta de gobierno. "Todo a coste cero", especifica. Y aún están a la espera de recibir una mesa para la sala de juntas, que ya presenta las recién donadas lámparas que iluminarán a estos hermanos durante las sesiones enfocadas a la búsqueda de soluciones.

Lo cierto es que a todas estas dificultades -capilla, casa de hermandad e imagen titular- se ha sumado una cuarta: el almacén, cuyo precario estado de conservación no ofrecía otra alternativa que el recién apuntalamiento del techo, así como el traslado de todos sus enseres al reducido espacio que ocupa la sacristía en la trasera del altar mayor. Aquí se amontonan ahora las túnicas de los hermanos y, por supuesto, las imágenes secundarias que cada año procesionan en Semana Santa: las Marías Magdalena, Salomé y de Cleofás, todas ellas, obras del valenciano Vicente Tena en el siglo XIX según investigaciones del historiador local Fernando Mósig.

Es sólo una parte del patrimonio escultórico de esta cofradía con solera, que se completa con el calvario principal y las imágenes de los cuatro retablos lateales del templo: San Antonio de Padua, San José, Nuestra Señora del Carmen y Ánimas, y María Santísima de Gracia, todas ellas protegidas con plásticos a la espera de poder lucir como antes en sus recién restaurados retablos.

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