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Provincia de Cádiz

"Si están intentando meterme un pene en la boca, yo muerdo"

  • La abogada de un acusado de obligar a un homosexual a hacerle una felación en un portal cuestiona la versión del denunciante argumentando que ni gritó ni se defendió

La abogada de un acusado de obligar a un homosexual a hacerle una felación en un portal, en una calle céntrica de El Puerto, apeló ayer al modo en que reaccionó el denunciante al argumentar por qué considera que éste miente sobre lo sucedido. "¿Este señor no gritaba? Yo, si me están agrediendo, grito. Y si están intentando meterme un pene en la boca, muerdo", dijo en su alegato la letrada, que reclamó la absolución del procesado.

Previamente, la abogada le había preguntado al denunciante si no se le ocurrió darle un mordisco en el pene al procesado cuando se encontraban en el portal. "No, no pensé en ello. Para mí era una situación desagradable", respondió el hombre, que había relatado que cerró la boca e impidió así que el otro le introdujese el pene. Pero, dada su condición de homosexual, usted ya había hecho antes alguna felación, ¿no?, preguntó la letrada. El presidente del tribunal le llamó la atención por la pregunta. Y ella la hizo de otra manera: le preguntó al testigo si no era un acto nuevo para él. No lo era.

Los hechos sucedieron en febrero de 2010. El juicio, ayer en la Sección Tercera de la Audiencia. La defensa del acusado sostuvo que hubo una situación provocada y consentida por la supuesta víctima. La fiscal y el abogado de la acusación particular mantuvieron en cambio que hubo un intento de agresión sexual y reclamaron una pena de cinco años de prisión. También una multa por una falta de lesiones porque consideran probado que el procesado hirió a la víctima con una navaja.

El acusado, que está en prisión, admitió ayer que golpeó al denunciante, no que lo hiriese con la navaja, pero que lo hizo cuando vio que éste se iba sin pagarle por el servicio que él le había hecho a cambio de 30 euros. ¿En qué consistía el servicio? En que el denunciante le hacía una felación a él, explicó el procesado. Cuando había comenzado, el otro quiso más, quiso besos, y él se negó porque no era lo acordado. Luego el denunciante dijo que tenía que ir a cambiar para pagarle, porque sólo tenía un billete de 50 euros, y echó a andar, él se fue detrás y ahí se pelearon porque se dio cuenta de que no quería pagarle.

El acusado explicó que en esas fechas estaba enganchado y que tenía el mono, que por eso accedió a prostituirse cuando se lo propuso el denunciante. ¿Eyaculó usted?, le preguntó el abogado de la acusación particular. "¿Eyacular es correrse?". Sí. "Pues no". Pero al forense le dijo usted que sí eyaculó. "Porque no entendería la palabra".

El denunciante declaró separado por un biombo del procesado. Su versión vino a ser la siguiente. Regresaba a casa con su pareja y decidió acercarse a un cajero porque al día siguiente iba a necesitar dinero. Su pareja continuó hacia el domicilio, no lo acompañó, porque tenía urgencia por ir al servicio. Ya en el cajero, el procesado llegó por atrás, le pidió que le sacara dinero y le dijo que tenía una navaja. Él se negó. Entonces el acusado le golpeó, lo empujó. Él le dijo que su novio estaba por allí y lo llamó. Ya iban caminando. El acusado le dijo que si era maricón, que se la iba a chupar. Entonces lo empujó a un portal e intentó metérsela en la boca, se la puso en los labios pero nunca dentro. Él forcejeaba. Logró salir a la calle, el acusado lo alcanzó, lo tiró al suelo, se le echó encima y le pegó. Pero logró levantarse y pidió auxilio a unos policías que pasaban por allí en su vehículo.

El denunciante explicó que en ningún momento vio la navaja con la que fue herido. Una herida superficial, pero punzante y hecha con un arma, aseguró después un forense. El médico vio la madrugada de los hechos al procesado. Dijo que estaba sucio, maloliente, con muy mal aspecto, y que mostraba síntomas físicos de estar bajo el síndrome de abstinencia pero que se expresaba con coherencia. Al forense le pareció extraña la historia que contaba. Que alguien quisiera contratar sus servicios sexuales.

Un policía que auxilió a la víctima declaró que cuando fueron a detener al procesado, éste estaba subiéndose el pantalón y que arrojó un objeto. Era la navaja. El agente contó que el acusado les dijo que no pasaba nada, que estaba con su pareja. Y que al poco, se puso de rodillas ante la víctima y le pidió que lo perdonara, que no lo denunciase. Le dijo que lo iba a meter en un lío, que estaba con la condicional...

La fiscal y el letrado de la acusación particular consideraron probado que hubo un intento de agresión sexual, que el acusado incurrió en numerosas contradicciones, que su versión no se sostiene.

La abogada defensora pidió al tribunal que en caso de condena tenga en cuenta una atenuante de drogadicción. Pero insistió en que la versión del denunciante no es creíble. Entre otras cosas, dijo, porque declaró en su día que el portal estaba enfrente del cajero y está a 90 metros. Y porque en ese trayecto no intentó salir corriendo para zafarse del agresor. Ya en el portal, ni gritó ni le dio un mordisco al pene del procesado si éste intentaba obligarlo a hacerle una felación, argumentó la letrada.

En realidad, dijo, fue una situación consentida. Y la víctima, agregó, se vio obligada a denunciar cuando se sintió después agredida.

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