Más casos de bebés supuestamente muertos Los papeles oficiales de la época están plagados de irregularidades

"En mi corazón sé que está vivo"

  • Una mujer denuncia que hace 45 años tuvo dos gemelos en la residencia Zamacola, y cuando le dieron el alta, se llevó a uno, que pesó 1,7 kilos; al día siguiente, le dijeron que el más sano, con 2,7 kilos, había muerto

Ni una sola noche ha dejado de rezar por él. Ni una sola de las numerosas noches, interminables noches transcurridas desde aquel 27 de marzo de 1965, hace 45 años, cuando dio a luz a José y a Antonio, a sus gemelos. Sólo se llevó en sus brazos cuando salió del hospital a Antonio, curiosamente, el más débil, el que sólo pesó al nacer 1,7 kilogramos de peso. José, con más de 2,7 kilogramos, se quedó allí. Aparentemente muy sano cuando le dejaron verlo por última vez, el 4 de abril de ese año. "En unos días vuelves por él"., le dijeron. A las horas, llamaron a su marido para decirle que había muerto. El parte de defunción, extrañamente, recoge que el fallecimiento tuvo lugar el día 3, un día antes de que ella lo viera.

Rosario Acevedo interrumpe su desgarrador relato varias veces. Las lágrimas le asoman a los ojos y la voz se le quiebra. Aún no puede evitar emocionarse al recordar lo que le ocurrió hace ya algo más de 45 años. Ha venido desde Chiclana, donde tiene fijada su residencia desde hace años, hasta Cádiz para ofrecer a este diario su testimonio.

Las denuncias que este periódico ha venido publicando en los últimos meses, de al menos seis casos en La Línea y otro en Cádiz, de bebés nacidos en apariencia sanos y oficialmente muertos horas o días después, con partes médicos e inscripciones en el Registro plagadas de irregularidades, la han animado a sacar a la luz su experiencia. A contar que ella no está loca, como le dijeron en Comisaría, donde los policías se reían de ella, y en el Juzgado cuando fue a denunciar en 1965 que estaba convencida de que le habían robado a su hijo. "Que tú sepas que te lo han quitado y que nadie te escuche ...", murmura tragándose la impotencia mientras la voz se le quiebra de nuevo.

Hoy en día, su relato se antoja increíble. Pero no hay que olvidar que aquello ocurrió en 1965, que ella tenía sólo 18 años y que entonces, no había defensores del paciente ni leyes que protegieran a los usuarios. Ella, además, padecía una mastitis espantosa que le obligó a pasar después del parto por el quirófano. Para extirparle una gasa que le habían dejado en una mama.

Además, con el tiempo ha sido cuando ha ido cayendo en la cuenta de que todo aquello era muy extraño. Y los papeles que desde entonces ha ido recopilando le reafirman en su convencimiento de que su hijo no murió. "En mi corazón sé que está vivo. Todas las noches rezo por él".

Sus indagaciones no la han llevado muy lejos. El médico que la atendió en el parto, y que firmó que fue un alumbramiento gemelar prácticamente a término, hace años que murió. No está segura de cómo se llamaban las enfermeras que la atendieron en la hoy desaparecida Residencia de Zamacola, donde tuvo a sus hijos. Después caería en la cuenta de que aquello no era normal. Que no era lógico que no lo dejaran con ella al bebé que estaba "bien criado", al que pesó más de 2,7 kilos. "Me sacaba leche y me decían que con ella le daban los biberones. Sí me traían al pequeño, a Antonio".

Como si aquello fuera lo normal, cuenta la última vez que pudo ver a José. "Me dieron el alta el día 4 de abril y pedí que me lo dejaran ver. Tuve que insistir. Una enfermera que creo que se llamaba Paquita (se disculpa por no recordar bien el nombre: "Entonces a todas se les llamaba señorita") fue hasta una habitación cerrada con llave en la que ponía un letrero que rezaba Vestuario. Abrió la cerradura y allí estaba mi hijo, vestido hasta con un gorrito, como para ir a la calle. Le pregunté que qué ocurría. Y la enfermera me dijo que lo iban a llevar al médico, y que días después me lo podría llevar. Fíjate, si allí había médicos".

A la madrugada siguiente, a su marido le dijeron que había muerto, y que no le dijera a ella nada. Él fue al hospital y le enseñaron un bebé muerto. "Le dijeron que ellos se encargarían de enterrarlo después de bautizarlo. Y allí había otro hombre que también esperaba para ver a su bebé que también le dijeron que había muerto".

Cuando ella se repuso, comenzó a preguntar. Logró hacerse con una copia del registro en el que está inscrita la defunción de un bebé con el nombre de su hijo, de siete meses. "Causa, prematuriedad", pone en ese papel. Tiene también distintos informes del parto que ha ido pidiendo con los años plagados de irregularidades. con fechas distintas que no cuadran. Con números de habitaciones del hospital en las que asegura nunca estuvo. También fue al cementerio. El nombre de su hijo no está en ninguna lápida. "Me dijeron que estaba en una fosa común donde no pone nada".

Tras el parto gemelar, ha tenido otros cinco hijos, dos chicos y tres chicas. Pero a ella le sigue faltando uno, ese pequeño al que desde entonces, ha ido a buscar a todos los sitios donde les han dicho que habían visto a Antonio (el gemelo) y éste no había estado. "Es a José al que han visto", se decía entonces. Y cogía el camino. A Sevilla, a Algeciras, a Chiclana, .... Siempre buscando a José. "Ni un día dejas de pensar en aquello", musita ya para sí misma. Con desconsuelo. Porque a lo mejor se va a morir sin haberlo encontrado. "Si me muero antes, decidle por favor que siempre lo he buscado", no para de decirles a sus restantes hijos. Y posa con las fotos de Antonio. De cuando hizo la mili. De hoy en día, con 45 años cumplidos ya. A ver si alguien lo reconoce y encuentra por fin a José.

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