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Provincia de Cádiz

El jurado señala al padre como el asesino de Ubrique

  • La deliberación popular considera por unanimidad que cometió todos los delitos, incluido el de ensañamiento con su hija

Juan Márquez, el taquero de Ubrique, es culpable de haber matado a sus hijos. Culpable de asesinato con alevosía, culpable de haberse ensañado con  su hija, a la que propinó 26 cuchilladas, culpable de abandono familiar a su hijo, agravante de parentesco... En total más de 45 años de prisión. A esto se añade un apéndice en el que el jurado solicita que se investigue el delito de perjurio cometido por su novia, detonante de toda la tragedia, que en el juicio declaró bajo juramento que nunca había vivido en la casa del acusado y que apenas conocía a sus hijos. Esto en la vista se pudo demostrar que era falso. Las acusaciones se sumaron a esta petición del jurado.  El  juzgado de instrucción tendrá que iniciar esta nueva causa. 

 

El filicida de Ubrique tuvo un turno de palabra más que empleó en pedir que se encontrara el segundo cuchillo que demostraría su inocencia, que demostraría que sus hijos se mataron entre sí. Insistió en lo mismo, en la misma mentira.

 

El jurado popular, tras más de ocho horas de deliberación, señaló a Juan Márquez como la persona que acuchilló a sus dos hijos, Laura y Juan Pablo, de 19 y 17 años, en la madrugada del 6 de octubre de 2014. Pero no fue la autoría de los hechos lo que prolongó el debate entre los once miembros del jurado, que, horrorizados, siguieron una de las vistas más emocionales que se han vivido en la provincia en los últimos años, sino los matices acerca de los delitos colaterales que se le imputaban, es decir, si hubo ensañamiento en las muertes, por un lado, y si, previamente, Márquez había incurrido en el abandono de su hijo menor de edad, al que había dejado de alimentar, sin tener éste recursos para hacerlo de otro modo que no fuera la caridad de amigos y otros familiares. 

 

El debate sobre el ensañamiento era el más complejo de todos. Los miembros del jurado lo contemplaron en el caso de Laura, pero no en el de Juan Pablo, al que, según el relato de los forenses, asesinó de forma rápida, sin causarle más sufrimiento añadido que el de su objetivo de matar: una cuchillada mortal en el pecho y un posterior degollamiento. Según los mismos forenses, fue una forma de matar que sólo podría haber hecho alguien acostumbrado a utilizar ese cuchillo. Juan Márquez sabía hacerlo. Realizó múltiples matanzas de cerdos.

 

La autoría no ofrecía dudas dada la inverosímil versión del acusado, que ofrecía como prueba su palabra de que su hijo había utilizado un segundo cuchillo en la matanza, un cuchillo que no apareció por ningún lado y que todos los agentes que intervinieron esa mañana en el esclarecimiento de  los hechos dieron  por imposible. Ayer lo volvió a repetir. Nadie en el jurado le creyó.

 

Nada se sostenía en una versión que el propio abogado defensor, del turno de oficio, tuvo que mantener por imperativo de su cliente.  En su alegato final tuvo que salir por una reducción de condena basándose en la figura del homicidio y no del asesinato, ya que el acusado no le ofrecía más armas legales más allá del relato de que los hermanos se mataron entre ellos, algo que en el juicio quedó cientifícamente probado que era ilógico.  Pese a ello, el acusado, en su última palabra, sostuvo su versión entre lágrimas. 

 

La petición de perjurio sobre la novia, además, aclara definitivamente el horrible crimen  y limpia la memoria de las dos víctimas adolescentes. Para Juan Márquez el  único futuro es su celda de aislamiento y el desprecio de todos los vecinos de Ubrique. 

La familia hablará tras conocer la sentencia

Los familiares de las dos víctimas que han seguido el juicio desde el primer día quieren hablar y lo harán el mismo día que conozcan la sentencia que debe derivar del veredicto emitido ayer por el jurado popular. Se muestran satisfechos por el veredicto, pero aún prudentes. Durante toda la jornada estuvieron pendientes del desarrollo de la deliberación. A lo largo de las sesiones personas cercanas a las víctimas han mantenido un respetuodo silencio que sólo se rompió en la jornada en la que los forenses detallaron cómo se habían producido las muertes de los dos chicos a manos de su padre.

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