Provincia de Cádiz

Tío Pepe redescubre el río Guadalete

  • González Byass diseña una travesía que rememora el esfuerzo de los antiguos comerciantes del sherry Propicia además una nueva mirada hacia un patrimonio hidrológico de alto valor

Aquel Guadalete de hace casi tres milenios fue la ruta por la cual los fenicios, los mayores comerciantes del mundo antiguo, exportaban la producción de la Campiña hacia Tiro y Sidón, las grandes urbes de su imperio. Su ejemplo cundió en los bodegueros del jerez muchos siglos después. "Era una aventura que la gente no conoce", señala José Argudo, responsable de marketing de González Byass. En efecto, sin ese esfuerzo no se comprende cómo pudo convertirse el sherry en lo que es. Ni Shakespeare habría alabado en el siglo XIV los caldos del Marco ni esas botellas habría presidido las mesas de medio mundo. "Llenar una carreta de botas hasta El Portal, allí montarse en una barca y acabar en los puertos era un trabajo para los locos", prosigue Argudo. "Lo que hoy se llaman 'emprendedores', ellos sí que lo fueron", remacha Antonio Flores, enólogo de González Byass.

Es por eso que la bodega ha puesto en marcha la 'Travesía Tío Pepe Guadalete 2016', un verdadero homenaje histórico al patrimonio cultural y medioambiental, desde el río hasta la Bahía de Cádiz. Este repaso presencial, abierto a los medios, cuenta con especialistas como Jesús Anguita, gerente de la fundación que custodia el archivo histórico de González Byass, o el ambientalista Juan Martín, actual presidente de la asociación Salarte, centrada en recuperar el Guadalete, que fue director del parque de Los Toruños. Anguita explica que la colmatación de sedimentos en el río lleva mucho tiempo haciendo más difícil darle un uso comercial. "Ya desde el siglo XVII existen propuestas de obras para que mejorara la navegabilidad", señala. Esto no significa, sin embargo, que las embarcaciones planas como la lancha neumática a motor que dispone González Byass para el trayecto no tengan futuro. "Es una oportunidad para que la gente se dé cuenta de toda la vida que tiene el Guadalete", dice Martín. De hecho, es un defensor del nuevo proyecto de Ángel León en la zona de El Molino de Mareas. Hasta hace unos años, esta orilla del Guadalete no era más que un vertedero, ubicado en la trasera del antiguo penal. Ahora, en este enclave comienzan a hacer vida todo tipo de especies.

Pero será algo más de un kilómetro en adelante, dejando atrás la parte urbana, cuando el remonte del Guadalete se convierte en un espectáculo de biodiversidad. No en vano, si no fuera así no se toparía la travesía con decenas de mariscadores ilegales que recogen bocas y coquinas de los lodazales de la ribera. Resulta bellísimo comprobar cómo en un encuentro de mareas, allá donde se revuelven las aguas saladas y las dulces, un grupo de gaviotas se da un festín. El plancton acaba en la superficie debido al movimiento de las aguas. Incluso, una lisa se cuela en el barco tras emerger del Guadalete de un salto. "Este pez se suele considerar de poca calidad, sobre todo porque filtra las aguas y en los puertos donde hay estacionado barcos consumen mucho combustible, pero cuando viven en aguas limpias aportan mucho gastronómicamente", explica el responsable de Salarte.

En este ecosistema viven además otras especies que han sufrido desventuras. Uno de ellos es el ibis eremita, que paralelamente al esfuerzo del Zoobotánico por su lucha contra la extinción se ha acomodado ya de forma natural. "Es un ave poco vistoso, que algunos dicen que es feo, pero verlo de primera mano por aquí es un gustazo", subraya Martín. También señala a los 'moritos', científicamente denominados 'plegadis fascinellus'. "El Guadalete está llenísimo de vida, a un lado, hacia la costa, tiene las Salinas de la Tapa que también significan comercio y tradición". Al volver la mirada en la otra dirección, emerge entre los primeros matorrales de la margen izquierda según se remonta el Guadalete el castillo de Doña Blanca. "Dicen que en su torreón mandó el rey castellano Pedro I El Cruel que asesinaran a su esposa, doña Blanca de Borbón", apunta Anguita.

Tras casi una hora de trayecto lento, casi a paso de caracol, cuando más se acerca la marcha a El Portal, al antiguo embarcadero de los militares del Rancho de la Bola, las condiciones de la marea provocan que la aventura toque a su fin. En ese momento, Antonio Flores invita a la comitiva a brindar con fino Tío Pepe, con amontillado Viña AB o con Solera 1847. "Este trayecto es nuestro homenaje a los que estuvieron antes que nosotros. Y qué mejor manera que disfrutando de lo que ofrece el Guadalete". Y como rescatando aquello que más deseaban los pioneros que bajaban de El Portal a Cádiz con las botas llenas, todos brindan como diciendo un amén de chin-chines. "Eso sí", dice sonriente, "que brindemos siempre con Tío Pepe".

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