Hace dos años, los propietarios de los campings de la provincia gaditana aprendían a capear el temporal. Desde 2007, la crisis había modificado tanto el escenario que ni los fines de semana de julio se colgaba el cartel de completo. Hasta había cuajado la idea de que la situación iría aún a peor. El pesimismo general se extendía a todos los rincones, acampaba junto al mar. Pero lejos de tan malos augurios, los tiempos le llevaron la contraria a la marea. "Las cosas han mejorado mucho", dictamina desde Caños de Meca José María Rodríguez, presidente de la Asociación de Campings de la Provincia de Cádiz.

Las previsiones de ocupación de algunos campings de la costa para el mes de julio son de un 70%. Para agosto, del noventa y tantos por ciento. Hace dos años había unos 38 campings en la provincia y ahora suman unos 33. Han cerrado, pues, unos pocos. Pero el sector afronta una etapa en la que al menos el horizonte se ha despejado de negros nubarrones.

La cuestión es que tal vez las cosas no hayan mejorado tanto en realidad sino que la percepción las ha modificado. Lo que hace dos años se veía como poco, y con la perspectiva de que sería menos en años venideros, ahora se ve como bueno, o al menos que no está tan mal. Al fin y al cabo, la situación actual es mejor de la que imaginaban entonces los menos pesimistas.

A serenar la situación en los campings, a ponerles rumbo a mejor puerto, ha venido a ayudar mucho el bungalow. José María Rodríguez explica que los clientes, el matrimonio con niños principalmente, demanda el confort que les ofrece en el camping el bungalow. Incluso en los meses de temporada baja ha dado buen resultado esa nueva manera de acampar sin tienda de campaña ni caravana. "El bungalow se trabaja muy bien, nos mantiene vivos", resume el presidente de la asociación de propietarios de campings de la provincia.

El bungalow les ha permitido sortear la ausencia de aquellos jóvenes que hace años se movían mucho con sus tiendas de campaña, que disfrutaban de unos días al sol a un precio asequible. Se fueron con la crisis y no regresaron, comenta Rodríguez. Son los que han pagado la crisis, señala, los que ahora no disponen del dinero con el que antes acampaban los fines de semana.

José María Rodríguez regenta uno de los cuatro campings de Caños de Meca. En la cercana población de Conil hay unos seis campings. Más allá, también en la costa y otra dirección, Tarifa alberga otros seis. Son lugares punteros en la provincia, centros de atracción de turistas que no fallan en verano.

A Caños de Meca, a los campings de esa localidad, acuden muchos clientes procedentes del País Vasco. Los que viajan con su caravana o con su tienda improvisan. Llegan, preguntan y se instalan si hay suerte y sitio. Si no lo hay, se van en busca de otro camping, de otra población cercana. Los clientes que optan por el bungalow reservan con tiempo para el verano y ya comenzaron a hacerlo el pasado marzo. Las reservas ya están cerradas en estos últimos días de junio.

A la mejora de la situación tal vez ayude ahora que los campings mantienen los mismos precios de hace dos años. Una pareja puede encontrar acomodo con unos 25 o 30 euros por jornada, lo que incluye la luz y hasta la piscina gratuita en ocasiones. Si la familia la forman cuatro miembros, si se trata de la típica pareja con dos niños, el día sale a unos 45 euros en un camping de la provincia. El bungalow, el confortable bungalow, se va a los 80 o 90 euros.