Provincia de Cádiz

La agonía de nunca tocar fondo

  • El fantasma de una refundación se agiganta ante un PA que sigue en caída libre, que ha perdido 240.000 votos en una década pero que confía aún en las municipales para sobrevivir

Y cae, y cae, y sigue cayendo. Y lo peor es que nadie sabe dónde está el fondo. Ahí radica la agonía. Porque después del destrozo descomunal provocado por las elecciones andaluzas, en el Partido Andalucista (PA) han empezado a entender a Napoleón cuando dijo aquello de "podemos detenernos cuando subimos, pero nunca cuando descendemos". Y en el PA la única esperanza está hoy en parar ese descenso como sea, agarrándose a lo que sea. Sólo así este partido podría espantar ese fantasma de la refundación que sigue agigantándose ante sus narices.

Han pasado siete días del destrozo -el enésimo pero el más dañino- ocasionado por las urnas para el que era el segundo partido de todos los andaluces. Y el 22-M dejó un abanico de titulares a cual más sangrante para los centenares de andalucistas de corazón que aún sobreviven en Andalucía. Porque este partido ha perdido en poco más de una década la friolera de 240.000 votos, al pasar de los más de 300.000 que lo avalaron en la legislatura andaluza del 2000 al 2004 a los 60.000 de este año. Pero es que, además, el PA ha dejado de ser la cuarta fuerza política de esta tierra para convertirse ahora en la séptima tras verse superada por Podemos, Ciudadanos y hasta UPyD. Sólo en la provincia de Cádiz -la última reserva espiritual que le queda, y por los pelos, al andalucismo- consiguió batir al partido de Rosa Díez. Pero es que en la provincia de Málaga acabó octava, por detrás incluso del Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA). Para volverse locos.

Entender dónde estuvo la clave del desplome del PA daría para una asignatura de Ciencias Políticas. Y los que la aprobaran aún seguirían con dudas. Porque hay quienes consideran que el problema estriba en la falta de un líder carismático, popular y cercano como tuvo a manojos décadas atrás; otros lamentan que el partido no haya sabido modernizarse, subirse al tren de los partidos de nuevo cuño que sí han sabido ganarse a los miles de desencantados con el PSOE y con el PP; y no son pocos los que creen que el handicap del PA fue no posicionarse ideológicamente de manera clara, lo que le llevó a aliarse sin ton ni son con socialistas, populares y hasta con IU con tal de ganar poder.

"Nos faltó plantarnos, hacernos fuerte en la oposición en una institución de primer nivel y no entrar por el aro de los partidos grandes; pero no, con la excusa de la gobernabilidad pactábamos con quien fuera, y la gente nos terminó viendo como un partido que sólo buscaba los sillones". Quien habla es un andalucista de toda la vida que aún sigue en política. Pero su reflexión, aunque compartida por muchos, no es unánime. Otro histórico, que ya no está en activo, hace otra lectura bien diferente e incluso pone fecha de origen y culpable a la caída sin frenos de su partido: "El PA empezó a morir el 11-M de 2004. Las encuestas nos daban hasta nueve parlamentarios andaluces, pero llegaron los atentados de Madrid, la indignación contra el PP y buena parte de nuestros votos se fueron para el PSOE. Chaves consiguió sin esperársela la mayoría absoluta y nosotros, tras ocho años gobernando en Andalucía, y gobernando bien, nos vimos en la oposición. Y luego en el congreso nacional Antonio Ortega fue derrotado por Julián Álvarez, que se dedicó a cerrar muchas agrupaciones andalucistas. Y ya no levantamos cabeza".

Y entre todas estas lecturas tan dispares, el actual secretario general, Antonio Jesús Ruiz Aguilar, prefiere centrarse en los "errores históricos" que a su entender ha cometido esta formación. Y entre ellas destaca dos: la decisión de 1979 de intercambiar con el PSOE las alcaldías de Huelva y Granada a cambio de la de Sevilla y, por otro lado, mantenerse al margen de la última reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía.

Pero no hay tiempo para lamerse las heridas. Por eso en el PA no han surgido voces críticas tras el descalabro. El único que ha sacado algo los pies del tiesto ha sido Javier Checa, que ha renunciado por sorpresa a su candidatura a la Alcaldía de Málaga pero lo ha hecho sin hacer mucho ruido y sin tirar piedras contra su partido. Tampoco es que Ruiz Aguilar cause rechazo. Es más, la posición general en el partido es que su candidato se ha volcado en la campaña y le aplauden sobre todo su gestión de la iniciativa municipal a favor de la Ley de Renta Social Básica, que será debatida en el Parlamento andaluz en esta nueva legislatura.

En el PA unas cuantas manos procuran que no se apague la única llama de esperanza que les queda: las elecciones municipales del 24 de mayo. Todo pasa por esa cita, que dictaminará si este partido aún tiene o no futuro. Los andalucistas se aferran a que las municipales han sido siempre los comicios que más éxitos le han deparado. En 2011, sin ir más lejos, más de 230.000 andaluces confiaron en estas siglas, lo que les reportó 525 concejales y hasta 24 alcaldes, siendo hoy sus principales referentes Curro Jiménez (Utrera) y Maribel Peinado (Puerto Real).

Aunque apaleados, nadie en el PA baja los brazos. Finiquitar estas siglas precisamente en el año en que cumplen medio siglo no entra en los planes de nadie. O, al menos, nunca antes de unas municipales que los andalucistas ven como esa última rama que hay al borde del precipicio y a la que piensan agarrarse para frenar su caída. Que Napoleón tampoco es que fuera un sabio.

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