Desarrollo industrial y logístico en la provincia

Así fue como no fue el PTA de Jerez

  • El Parque Tecnológico pensado para el sector primario nunca logró estar a la altura del proyecto.

El Parque Tecnológico Agroindustrial de Jerez era uno de los proyectos estrella durante el mandato de Miguel Arias en su primera estancia en Agricultura, en tiempos de Aznar. Diseñado por técnicos jerezanos que a finales de los 90 eran muy jóvenes y sobradamente preparados y hoy son gente madura sobradamente desilusionada, el PTA soñaba con convertirse en una necesaria combinación de investigación y desarrollo pegado al terruño. Lo que siempre se había hecho en Jerez, la tierra, pero mejor. Y ser mejor era ser competitivo, vender antes gracias a las nuevas tecnologías, minimizar intermediarios. Todos juntos en un mismo espacio físico, compartiendo ideas. 

Empresas, centros de distribución, los nuevos tiempos llegando al sector primario y los beneficios para quienes apostaban por la innovación, por una nueva generación de agricultores presentes en todos los pasos del proceso, dando al mercado lo que el mercado quiere. Presentado con todo bombo y con preciosas maquetas interactivas, el PTA era el verdadero recambio al derrumbe del que fue otro gran sector tecnológico de un tamaño mastodóntico que formaba parte de otra época, la industria vitivinícola. 

El PTA es hoy conocido en toda Andalucía por ser la causa última de una condena, la de la ex alcaldesa Pilar Sánchez que, según la sentencia, maniobró para dar un trato de favor a una empresa para su instalación en este lugar. Gestionada por una sociedad semipública, en trance de disolución, al PTA llegaron subvenciones cuyo destino no fue el PTA. Deudas, decisiones erráticas. Sólo la confianza ciega de unas empresas (poco más de quince) inspiradas en el espíritu fundacional de lo que iba a ser un motor que no ha sido, ha permitido mantener vivo algo parecido a aquello que se diseñó. 

Es cierto que entre medias llegó la crisis, pero, como siempre, con todo a lo grande, no se midió  siquiera que no se contaba con las dimensiones para ser Parque Tecnológico, por lo que la Junta -para que luego digan que no se preocupó- modificó los tamaños de los parques tecnológicos, ya que si era difícil llenar la primera fase, cómo se iba a completar una segunda fase. 

El PTA, que no se da por muerto ni tiene por qué, pero es un parque empresarial más, donde el sindicato agrario Asaja trata de tirar de una idea donde algo ha fallado, cediendo espacio a algunos de sus asociados más osados. Mientras, se presenta, otra vez a bombo y platillo, un contenedor de empresas junto al aeropuerto que será el parque tecnológico, otro más, del motor. El motor como motor, nunca teniendo claro el modelo. Viene bien el nombre de contenedor de empresas porque hasta ahora sólo se hacen parques, algunos de ellos de escasa ocupación, para contener empresas. Y se le pone el bonito apellido de tecnológico.

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