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Provincia de Cádiz

El limbo del exiliado errante

  • Un excombatiente del Frente Polisario aguarda en Jerez un Sáhara independiente Los cameruneses Aman y Aldof, ansían un empleo que les posibilite ayudar a sus familias

Décadas de conflicto de autodeterminación no reconocida, estados inmersos en la plutocracia, los motivos para partir abundan y sobra el hastío. El status quo interno de los estados obliga a acelerar el ritmo de la migración desde donde estallan las bombas y la represión está al acecho hacia lugares como España. Los azares del destino hicieron que rostros desconocidos, castigados por la suerte, vararan sus pies en Cádiz. No es que la provincia sea el maná, aquí las circunstancias no hacen milagros. Ellos emplean el campo semántico laboral con igual o peor desazón que un gaditano. Pero aquí cuentan con la eterna esperanza de encontrar el medio para ayudar a sus familias o aguardar el momento adecuado para regresar.

En primer lugar, el caso de Mohamed Fadel es el de un saharaui que vive en Jerez desde el año 2001, aunque antes tuvo un paso por la localidad desde 1993 hasta 1998. Fadel es un implicado activista en la causa independentista del Sáhara Occidental. Es uno de esos que no cesará jamás en su empeño de ver a su tierra libre del dominio del vecino Marruecos. Este excombatiente del Frente Polisario luchó desde el 75 hasta el alto el fuego en el 91. Actualmente, el Sáhara Occidental tiene un 70% del territorio ocupado por tropas marroquíes. El otro 30% está separado del resto del país por un muro de más de dos mil metros. La zona más rica en recursos, y que tiene acceso al mar, es inaccesible para los que viven en la zona liberada. "Mi familia era una más de las que había, aunque ellos tenían el privilegio de que yo podía mandarles dinero desde aquí", comenta Mohamed de su primera época en Jerez. En 1998, él retornó al Sáhara con la esperanza de que se llevara a cabo el plan avanzado para el referéndum que la ONU tenía en mente. Una vez que pasan tres años y no sigue adelante el proceso independentista decide volver a Jerez, esta vez con su familia.

Mohamed se encuentra en paro desde hace un año, está a un mes de agotar la prestación por desempleo. Esta circunstancia le ha hecho tomar la decisión de regresar para implicarse de lleno en el apoyo a sus compatriotas que viven en los campamentos de refugiados. Fadel se queja sin ambages al decir que en el Sáhara "hay un expolio a la población autóctona, que está sin trabajo y sin perspectivas. Hay un expolio de los fosfatos y de la pesca, los acuíferos son explotados y hay un silencio informativo absoluto". Él se encuentra cómodo en España aunque conviene en enfatizar que su situación es transitoria. "Llevo un año en el paro y aquí no hago nada. La familia se queda aquí. Llevo un año sin trabajar y necesito estar activo", aseguró Fadel. "Si no eres útil para ti mismo, al menos debes ser útil para los otros", concluyó.

Los otros protagonistas de los exilios forzosos, aquellos que buscan tregua en Cádiz, son dos cameruneses. Uno es Aman, quien vive en Jerez desde hace 15 meses. Otro es Aldof, casado con una española y en España desde 2008. El primero llegó a España por Tarifa a través de una barca hinchable junto a otras siete personas. Él tuvo suerte, sus compañeros del día después no. Aman relata cómo un amigo murió al día siguiente a bordo de una embarcación de plástico en la que murieron cinco de las siete personas. El gesto de conmoción le duró unos segundos, antes de volver a relatar cómo ingresó en España. Tras varios meses en las cárceles de deportación, fue mandado a Puente Genil. La ayuda de Cruz Roja le permitió telefonear a su hermano, afincado en Jerez, quien le ofreció cobijo antes de que ingresara en un centro de acogida. En la actualidad comparte piso con otras personas en circunstancias similares. Él reconoce que le cuesta contraer el sueño. A día de 17 de noviembre, Aman tenía ahorrados 35 euros y deberá abonar en una semana 150 euros. Su trabajo no es otro que el de vender pañuelos y ambientadores en los semáforos. No es fácil para él, a veces recuerda a su niña de cuatro años y no encuentra la fórmula para suministrar dinero a su familia, que espera los resultados de la aventura al otro lado del teléfono. Allí el Gobierno de Paul Biya, en el poder desde el año 1982, mantiene una plutocracia en la que el ciudadano apenas ve los beneficios de los recursos del país. Un sistema que mantiene el sueldo medio en unos 50 euros al mes y que no sirve para subsistir. Con estas particularidades, Aman vino a España y ahora ve lejos el maná del trabajo. El frío se acerca, tendrá que comprar ropa de abrigo y necesitará comer, los 150 euros son como el Himalaya para este joven de 23 años.

Aldof también está parado. Este camerunés está bien integrado en Andalucía, utiliza las exageraciones como uno más y encoge el rostro ante las desavenencias que le depara el paro como un gaditano más. Aldof partió de Marruecos y pasó casi un año y medio entre Nigeria, Níger, Argelia y Marruecos. En todos estos lugares tuvo que buscarse la vida y confiar en la caridad de las personas. "Pedía dinero para comer. A veces me daban para un trozo de pan y eso comía", recordó. La suerte se alineó con Aldof el día que decidió bajar del monte Gurugú para traspasar la valla de Melilla. El temporal había tumbado la verja, consiguió birlarse, junto a otras 30 personas, de la persecución de los soldados magrebíes, y logró entrar en territorio español. Hoy, pese a las dificultades, él sonríe, su vida está en España y quiere quedarse. Sus expectativas pasan por colaborar con su mujer y enviar dinero a su familia camerunesa.

Ahora aquellos que se marcharon vagan como parias en un limbo, buscando la fórmula de romper las cadenas de su infortunio vital. Y eligieron Cádiz para su exilio y ahora el paro es su destierro.

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