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Prisioneros del miedo

  • El índice de robos en la barriada rural del Marquesado crece y los vecinos anuncian que continuarán con sus movilizaciones para lograr mayor presencia policial.

No hay nada peor que sentirte prisionero en tu propia casa, tener miedo a salir y encontrarla saqueada a la vuelta, como si fuera el salvaje oeste. Eso les ocurre a muchos vecinos de la barriada gaditana de El Marquesado, una amplia zona que se sitúa entre Chiclana y Puerto Real y por cuyos caminos de tierra apenas pueden patrullar los vehículos de las fuerzas de seguridad. Tal es el estado de indefensión y abandono en que aseguran encontrarse los habitantes de esta zona que han comenzado a movilizarse para reclamar más presencia policial. Este medio ha podido hablar con algunas personas que han sufrido en sus carnes la delincuencia descontrolada de este barrio y que cuentan su experiencia vital en una de las zonas más conflictivas de la provincia.

Miguel es psicólogo, tiene 50 años y acabó viviendo en El Marquesado tras perder su trabajo. "Me iban a quitar la casa donde vivía en San Fernando, así que tuve que buscar otra más barata, porque con los 426 euros que gano al mes gracias a la ayuda no me da para más". Encontró una vivienda que ya había sufrido varios robos porque sus dueños sólo la habitaban los fines de semana, así que pensó que cuando él llegara se acabaría esa tendencia. "Pero no fue así. Con mucho esfuerzo pusimos todo lo que se habían llevado, cableado, grifería, ventanas... y un sábado por la noche, hartos de trabajar, nos fuimos a casa para volver el domingo. Pero cuando llegamos habían vuelto a destrozarlo y llevárselo todo. Nos dejaron sin nada. Hasta los electrodomésticos robaron. Habían reventado las puertas con toda la tranquilidad del mundo", cuenta Miguel, que se siente "prisionero en mi propia casa, temo salir porque no quiero que me quiten lo poco que tengo".

Y es que Miguel quiere puntualizar algo que resulta clave. "Esto no es La Moraleja, aquí sólo vive gente humilde que no tiene un sitio mejor, así que estos tipos, por no llamarlos de otra forma, están robando a gente que tiene muy poquito para vivir, no a personas acomodadas que poseen grandes mansiones".

La principal reivindicación de Miguel es clara. "Por aquí no aparece nadie. Ni Policía Nacional, ni Policía Local ni Guardia Civil. Queremos más presencia policial, más vigilancia, más seguridad, quiero poder salir de mi casa sin temor a encontrármela desvalijada a mi vuelta, porque actualmente nos sentimos desprotegidos. En mi calle todas las semanas cae alguien, cada pocos días hay un nuevo robo, y así no podemos seguir".

Por ello Miguel, como otros vecinos, anuncian más movilizaciones, más cortes de la carretera CA-3205, que atraviesa la barriada rural. La travesía, en la que han perdido la vida numerosas personas por atropellos, no está iluminada y los semáforos que instalaron en 2004 no funcionan.

Otra vecina que también ha sufrido recientemente un robo es Carmelita, que vive en la calle Gaviota, como Miguel. "Fue el pasado 2 de octubre. Salí sólo una hora por la tarde para llevar a las niñas a unas clases de flamenco y cuando volví me habían robado. Supongo que me estarían vigilando algunos días y sabrían cuál era mi rutina".

En su caso los cacos sólo se llevaron el dinero en efectivo que encontraron en la casa, "hasta las huchas de las niñas" y algunas joyas. El resto de electrodomésticos y aparatos no lo tocaron. "Y eso que lo forzaron todo. Entraron reventando la cancela metálica primero y el portón blindado después".

Solo en su zona se han producido 20 robos en los últimos meses, y el hecho de ser caminos rurales dificulta a los coches policiales patrullar. "La Policía me dice que no tienen medios para pasar por aquí, que los coches no aguantan estos caminos. Estamos hartos de que en El Marquesado no podamos vivir tranquilos, que tengamos que ver escenas de violencia, que a veces se lían a tiros limpios aquí mismo. nos sentimos abandonados y no vamos a dejar de hacer presión para que se nos escuche. Los vecinos estamos aterrorizados por esta situación".

Muchos de estos robos se producen a plena luz del día. Pero cuando llega la noche el miedo campa a sus anchas y convierte a los habitantes de la barriada rural en sus prisioneros, unos prisioneros que quieren recobrar su libertad.

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