Provincia de Cádiz

Una historia negra donde figuran varios asesinatos, algunos aún sin resolver

  • El asesinato de Tamara Leyton a manos de la banda de Los Flores fue un momento muy duro

El mapa de la crónica negra de la provincia tiene una gran cruz de color rojo sangre en El Marquesado. Esta zona, que se extiende a lo largo de los términos municipales de Chiclana y Puerto Real, ha vivido algunos episodios de una violencia extrema, con crímenes, secuestros y robos que han provocado que sus vecinos vivan con miedo.

No hace falta remontarse mucho en el tiempo para encontrar en las hemerotecas algunos de esos sucesos que han llenado páginas de los periódicos. Uno de los más conocidos es el asesinato de la joven de 20 años Tamara Leyton a manos de tres miembros de la conocida como Banda de Los Flores. Los hechos sucedieron en la madrugada del 5 de julio de 2008 en la zona puertorrealeño del Marquesado y la Audiencia condenó a cada uno de los tres miembros vivos del clan, Fernando, Francisco y Manuel a más de 200 años de cárcel, mientras que un cuarto, Cristóbal, falleció en el tiroteo que se produjo en la A-381 donde fueron detenidos tras una persecución de película por parte de la Guardia Civil. La sentencia consideró probado que fueron autores de varios delitos, entre otros, intento de homicidio, asesinato, robo en casas habitadas, allanamiento de morada, tenencia ilícita de armas y atentado. Aquella aciaga noche Tamara salió al exterior de su casa de El Marquesado cuando se percató de que había personas rondando por su vivienda. Entonces cogió una escopeta de caza inutilizada con la idea de ahuyentar a los intrusos, pero cuando estos la vieron de forma inmediata y desde la oscuridad dispararon cada uno su arma sobre Tamara y su sobrino. Tamara trató de huir pero fue alcanzada en la espalda y cayó desplomada. Su sobrino también fue herido pero logró entrar en la vivienda y ponerse a cubierto. Seis años después, el crimen de Tamara, pese a que los culpables están entre rejas, sigue escociendo en esta zona.

Otro suceso dramático que se recuerda en El Marquesado tuvo lugar en mayo de 2004, aunque en esta ocasión en el término municipal de Chiclana. Dos jóvenes murieron por disparos de escopeta en su casa del callejón del Peral. La Policía creyó que el chico, de 24 años, disparó primero contra su novia, de 19, y posteriormente se quitó la vida. La chica apareció en el cuarto de baño y, aunque en un principio se barajó la posibilidad de un suicidio pactado, esta hipótesis perdió fuerza al hallar los investigadores más disparos en la casa, con lo que se probó que el chico habría cargado la escopeta al menos dos veces antes de disparar contra su novia.

El jueves 15 de noviembre de 2012 falleció desangrado en la zona chiclanera de la barriada del Marquesado Juan Amaya, de 67 años, en un crimen que continúa sin resolver. La Guardia Civil determinó que la víctima recibió un disparo a bocajarro con una escopeta de perdigones que le alcanzó en su pierna izquierda y que acabó siendo mortal porque le rompió la arteria femoral. El hecho de que Juan se encontrara en tratamiento anticoagulante con Sintrom debido a los dos infartos que había sufrido le causó una importante pérdida de sangre que terminó costándole la vida.

Poco antes, en septiembre de ese mismo año, un joven de 16 años, David Moraleda, falleció atropellado cuando circulaba con su bicicleta en una carretera de la zona puertorrealeña del Marquesado después de que hubiera ido a comprar una botella de dos litros de Coca Cola. El conductor, de 25 años, huyó del lugar de los hechos pero sólo una hora después se entregó, dando positivo por alcohol y drogas. El atropello de este joven, cuyo cuerpo fue descubierto por su propio padre tirado en la cuneta, causó una gran conmoción entre los vecinos del Marquesado.

El Marquesado también es una zona que algunas bandas utilizan para llevar a secuestrados. En marzo de 2007, por ejemplo, la Guardia Civil detuvo a tres personas como presuntos autores de un secuestro perpetrado en la zona. Allí estas personas le retuvieron y le exigieron un pago de 6.000 euros y una moto para obtener la libertad. El secuestrado, tras entregarles el dinero, consiguió escapar y, a pesar de estar amenazado de muerte, puso los hechos en conocimiento de la Guardia Civil.

Hay más casos, pero este ramillete sirve para que se hagan una idea de la peligrosidad que soportan los vecinos de una barriada muy compleja y donde predomina la ley del más fuerte.

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