Provincia de Cádiz

La Justicia 'tumba' a Pacheco

  • El ex alcalde de Jerez entiende desproporcionada la pena de cinco años y medio de cárcel por dos casos de enchufismo y malversación Los jueces dejan claro que se acabó el cachondeo

Los hechos que han acabado con la vida política de Pedro Pacheco se juzgan con la rabia de hoy, pero para situarse toca remontarse a finales de 2004, en plena era del pelotazo. Él apenas da crédito porque hizo lo mismo que tantos colegas suyos, cuando la Justicia contemplaba las corruptelas políticas con la misma naturalidad con que la vaca mira al tren. La cantidad de asesores de todos los colores enchufados en las diputaciones de toda España que no sabían dónde estaba su despacho es incalculable. Y en este contexto, hace diez años, el ex alcalde de Jerez negociaba los últimos flecos de su pacto de gobierno con la socialista Pilar Sánchez, que ganó las municipales de 2003, en la venta el Soldao, en la carretera que une Medina y Benalup.

Acordaron, como quien se cepilla los dientes por el pasillo de casa, dos cargos de confianza para el PSA y otros dos para el PSOE. Pero a espaldas de su socia, Pacheco colocó a otros dos andalucistas, José López y Manuel Cobacho. Cuando ella se dio cuenta, dejó de firmar sus nóminas y advirtió a su socio que no lo consentiría más. El Enorme, el Inmatable, como llevaba haciendo 25 años, ordenó que ambos cobraran de las empresas municipales bajo su influencia. Y su mandato se cumplió a rajatabla, hasta que Anticorrupción entró en escena. Pilar Sánchez cumplió su amenaza y lo denunció sin anestesia, lo nunca visto.

El resto ya es sabido: el Supremo no sólo ha ratificado la condena de la Audiencia de Cádiz sino que ha elevado la pena y lo ha condenado a 5 años y medio de prisión por los delitos de prevaricación, malversación de caudales públicos (208.000 euros) y falsedad documental. Para no dejar lugar a la especulación, el fallo ha dejado claro que su defensa -alegó que no sabía lo que hacía- causa "sonrojo". No hace falta ser un lince para adivinar que a sus 65 años, está noqueado y destrozado, aún sin comprender qué ocurre a su alrededor. Aunque le concedieran el indulto que ha solicitado se sabe perdido. "Si esto me ocurre a mí por dos contratos irregulares, tendrán que ampliar las cárceles de toda España por la cantidad de políticos que hacen lo mismo, ¿no?", viene a decir.

De lo que se quejan sus allegados es de que la Justicia, con esta sentencia que pretende ser ejemplarizante, haya decido anunciar justo ahora, para que se entere toda España, que ya no encubre a los corruptos. Él, que se libró de tantas causas, que tantas veces contrató a su antojo, lo ha sufrido en sus carnes y con él López y Cobacho, también condenados a ir a prisión. Se acabaron las bromas.

Son cientos los casos por corrupción pendientes de juicio en un país de enchufados donde regalar un trabajo en la administración y disfrazarlo de lo que sea llegó a estar bien visto. De ahí que un alcalde que se hizo famoso en toda España por su célebre frase "la Justicia es un cachondeo" se convirtiera en la pieza idónea para dar leña al mono y calmar la sed de justicia. Que se sepa, para más inri, ningún juez está afiliado al Foro Ciudadano, la última aventura política del ex alcalde jerezano, por lo que la posibilidad de cualquier presión externa quedaba eliminada.

El caso de los asesores se presentó idóneo para avisar de que no se pasa ni una más. La sentencia, de hecho, incluye párrafos que no recoge el código penal -haciendo alusión al daño demoledor que hacen los representantes políticos que traicionan la confianza de los votantes- con los que precisamente se intenta sentar jurisprudencia. Ahora lo que hay que exigir es que los jueces apliquen la misma vara de medir en el caso de los ERE falsos, la trama Gürtel, el escándalo de la formación... Es el consuelo que queda en el círculo del ex alcalde. Son tantos los abusos que han quedado impunes, y sale tan barata una vida humana por ejemplo al volante, por muy bebido que se conduzca, que la mayoría coincide (incluso entre otras formaciones) en que el castigo a Pacheco parece desproporcionado, aunque el fallo sea inapelable. Lo que pone de acuerdo a muchos, incluso a quienes más le aprecian, es que él solo se ha situado a las puertas de la cárcel al no dar un paso atrás a tiempo y pecar de exceso de confianza. Ejerció de alcalde cuando ya no le pertenecía la vara de mando.

La sentencia no sólo ha sido un varapalo para el ex líder del PSA, también ha sido un mazazo para todos los que lo corearon en su día y que en Jerez fueron legión: quien no le pidió un favor, estuvo a punto a lo largo de los 31 años que ha dedicado a la política local, provincial y autonómica. Igual que palmearon incluso sus alcaldadas, cuando le precedía la altanería, también se corearon las de Pilar Sánchez. Este país, no sólo Jerez, no sólo Andalucía, ha consentido que un señor con un simple lápiz pueda enriquecer a quien le plazca porque nadie quiere cambiar la ley urbanística.

El principal error de Pacheco es que le falló lo que tantos triunfos le otorgó, su olfato: no supo anticiparse a los vientos de cambio cuando la ciudadanía le dio la espalda. Se creyó por encima del bien y del mal por culpa de su empecinamiento al no querer ver que llegó la hora de aportar desde otra dimensión.

Lejos de rehuir de la primera línea en un tiempo incierto que busca culpables, lejos de permanecer invisible y reconocer el futuro como siempre hizo, teniendo presente el pasado, se equivocó de plano al ambicionar el poder de manera notoria y eterna, provocando a diestro y siniestro. Cuanta más ayuda necesitó, más altivo se mostró. En lugar de atrincherarse, hizo visible sus defectos. Y lo más grave para él es que no sólo se juzgará su trayectoria por dos contratos irregulares, ahora le esperan tres causas por las que se piden más años de cárcel.

La parroquia en el bar señala su suerte con el pulgar hacia abajo. Sus grandes logros no cuentan. Pacheco sigue sin entender qué fue lo que falló para que se le condene como a un vulgar delincuente tras tres décadas dedicado a la política.

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