El mes de mayo será una fecha difícil de olvidar para la familia Vega, de Jerez, porque su progenitor Joaquín fallecía de un infarto tras dos años sin ser chequeado por su cardiólogo, algo que ocurre cada vez con más frecuencia, debido a los recortes que se han realizado en la sanidad pública andaluza. Muchas personas anónimas sufren las consecuencias de los mismos, esperando una larga lista de espera para ser tratados de su problema de salud.

Las hijas de Joaquín, Ana María y Erika Vega, cuentan que pese a sus antecedentes cardiovasculares, su progenitor llevaba desde 2012 sin ver a su cardiólogo habitual. "Estuvo veinte días en mayo ingresado en la unidad de Psiquiatría, debido a una depresión, donde parecía que no corría ningún peligro, pero finalmente falleció en casa y no pudimos hacer nada", afirman las hermanas.

Ambas no entienden los motivos de la tardanza de la última revisión de su padre, ya que desde hacía veinte años acudía anualmente al hospital jerezano. "Mis padres estuvieron reclamando diariamente en la secretaría de Cardiología una cita, pero siempre les decían que las agendas estaban cerradas". Cuando fue ingresado en Psiquiatría por sus problemas de depresión, descubrieron las posibles razones por las que su padre no había sido citado de nuevo desde el hospital. "En una de las primeras entrevistas con el personal de Psiquiatría para ver sus antecedentes sanitarios nos comentaron que el especialista de nuestro padre había fallecido".

Su padre Joaquín llevaba desde el año 1990 con problemas en el corazón a raíz de sufrir una angina de pecho. "Al principio fue tratado de sus problemas cardiovasculares en el hospital universitario Reina Sofía de Córdoba. Doce años más tarde, los médicos de allí decidieron trasladar su expediente médico al hospital de Jerez. Allí lo empezaron a citar anualmente para su chequeo de corazón".

Lo doloroso para ellas, especialmente para su madre, fue recibir al mes siguiente de fallecer su padre la esperada cita para la revisión cardióloga de su padre. "Nosotros pensábamos que era una broma, que no nos podía estar pasando esto ahora, no nos lo creíamos. Mi madre, por la impotencia, quiso romper la carta de la citación, pero se lo impedimos". Pese a todo, aseguran que no buscan ningún tipo de compensación económica porque eso desgraciadamente no les va a devolver a su padre.

Las hijas de Joaquín quieren, haciendo público su caso, alentar a las personas que sufren diariamente problemas con la sanidad pública. "Queremos que nuestro caso sirva como ejemplo para que ninguna situación parecida acabe tan mal como la nuestra. Pedimos a los familiares de enfermos crónicos que sean ellos los que estén pendientes de la citación de sus familiares, que reclamen a sus médicos la asistencia y que lleguen hasta donde sea con tal de que mantengan sus revisiones, para que se evite dentro de lo posible este final no deseable para ninguna persona".

Las hermanas critican los recortes que se están produciendo en sanidad. "Yo soy funcionaria y entiendo que me recorten el sueldo. Pero no es lógico que se haga en algo tan necesario como puede ser nuestra salud", afirma Ana María, que trabaja en la Universidad de Cádiz.

Erika entiende que muchas personas decidan acudir a la sanidad privada. "La pública esta muy mal organizada. Nosotros no pudimos hacerlo por motivos económicos, pero es que nuestros padres pagaron por tener unos servicios públicos durante su vida laboral. ¿Por qué no pueden disponer de ella de una manera correcta?", expresa.

Pese a todo lo ocurrido, no son todo malas palabras para la sanidad pública. Tanto Ana María como Erika Vega están muy agradecidas por el trato recibido por el personal del hospital de Jerez. "Desde que ocurriera el fallecimiento de nuestro padre, nos han llamado y se han interesado por nosotros, sobre todo por nuestra madre. Por ello queremos reconocer su gran labor porque ellos también sufren las consecuencias de los recortes".