La crisis del Peñón

Los pescadores reclaman el caladero anexo al Peñón en una tensa protesta

  • Unas 40 embarcaciones de Algeciras y La Línea participan en la concentración escoltadas por la Guardia Civil. Patrulleras de la Policía gibraltareña impiden el paso a la zona de los bloques.

Sin incidentes, aunque en un ambiente muy tenso mecido por las mareas de la Bahía de Algeciras. Así fue ayer la concentración de unos 40 pesqueros de las cofradías de La Línea y Algeciras para reivindicar el caladero de Poniente junto a Gibraltar como área de trabajo. Muy cerca del lugar donde el Gobierno de Fabian Picardo lanzó hace unos días los 70 bloques de hormigón que cercenaron la alternativa de pesca durante los días de Levante en los que La Atunara se hace impracticable. Muy cerca, porque las patrulleras de la colonia impedían el paso a la zona ocupada a cada marinero que lo intentaba. Y la Guardia Civil aconsejaba no tensar la cuerda.

Eran las 8:00 y comenzaban a llegar marineros al puerto de La Atunara, dispuestos a salir en tropel hacia Puerto Chico. Uno de los primeros en partir hacia la zona en conflicto fue el pesquero San Juan, una embarcación de unos nueve metros de eslora. "¡Cuánta gente en el barco, parece el día de la Virgen del Carmen!", bromeó uno de los marineros. En una frase plasmó el interés mediático que ha ocasionado el conflicto pesquero con Gibraltar. En la nave iba, además de Europa Sur, Televisión Española, las agencias Efe y Associated Press y una televisión alemana.

Avanzaba el San Juan por la costa linense mientras su patrón, Juan Antonio González Fernández, el Mismí, iba explicando a la prensa dónde están los rellenos de la cara Este y hasta dónde llegaba el agua antes de que se produjeran. A través de la radio, pronto les pidieron que esperaran a la patrulla de "la nuestra", como denominan a la Guardia Civil, que tenía la misión de escoltar a los pesqueros hasta el lugar de la concentración.

Había pasado una hora cuando comenzaba a verse el faro de Punta Europa y rápidas lanchas rotuladas con Defence Police vigilaban que ninguna de las embarcaciones se acercara demasiado al Peñón. También llegó a verse una patrullera de la Armada británica. Mientras el pesquero continuaba su travesía entre decenas de barquitos de colores tanto si se dirigía la mirada hacia proa y como hacia popa, el Mismí contó que el barco que patronea se dedica básicamente, como todos en La Atunara, a la melva, el volaor y las conchas. "En un día bueno se pueden sacar unos 30 ó 40 euros. Pero muchos días no se puede salir y todos son gastos", contó el pescador, que explicó que en el San Juan son tres los que trabajan. Tres familias que comen de la pesca.

La nube que coronaba el Peñón ofreció sombra nada más entrar en la bahía. Los pasajeros del crucero Arcadia -al que daba búnker el Vemaoil XX- se convirtieron en testigos probablemente inesperados de la concentración que pronto dejó de ser silenciosa. Mientras, la Policía gibraltareña aprovechaba para grabar y fotografiar a los pesqueros que se adentraban en la zona conflictiva. "Ya nos han fichado, ya no podemos volver aquí", afirmó el patrón.

Además de las lanchas británicas que seguían de cerca a los barcos, la patrullera Sir William Jackson se convirtió en el primer obstáculo de los pesqueros, dando avante y atrás conforme una embarcación u otra quería continuar su camino hacia el caladero del espigón de San Felipe. "¡Viva los valientes!", "¡Gibraltar, español!", gritaban unos pocos desde las piedras entre aplausos conforme iban llegando los barcos. Del otro lado, desde Gibraltar, también presenciaban la manifestación. Y tres pequeñas embarcaciones de recreo, probablemente británicas, que sí habían podido acceder a esas aguas vetadas para los pesqueros. Una de ellas enarbolaba una bandera pirata.

Eran ya las 10:00, hora de la convocatoria, y se sumaban cinco pesqueros más desde Algeciras. "¡Vamos para alante, que es el pan de nuestros hijos!", gritaban mujeres. De hecho, en muchos de los barcos había familias enteras, niños con sus padres e incluso alguna mascota. "¡Después os paseáis por la autovía!", reprochó otro pescador a los gibraltareños.

Y la concentración se convirtió en un verdadero pilla-pilla. En una maraña de pesqueros, lanchas, patrulleras de la Benemérita, de la Royal Gibraltar Police y de la Autoridad Portuaria llanita, entre otras. Todas evitaban males mayores. Las de gibraltar atentas a cortar el paso a todo aquel pescador que quisiera entrar a la zona de los bloques y la Guardia Civil, aconsejando evitar la provocación.

"¡Os habéis cargado el caladero aquel y os queréis cargar éste!", gritó otro marinero. "¡Vamos pa' alante! Que si nos meten en el castillo [por la prisión de Gibraltar], ¡reina por un día!", animaron las mujeres embarcadas en el Express Atunara, un pequeño pesquero con la roja y gualda pintada a lo largo de todo el casco. Una de las ocasiones fue el San Juan el que intentó meterse hasta el fondo para enseñar los bloques a los medios que llevaba a bordo porque, según el armador, en esa zona menos profunda se veían.

Pero no pudo, se cruzó una de las embarcaciones de "los ingleses", como las llaman los pescadores, y cortó el camino. "¡Échese para atrás, debemos evitar cualquier enfrentamiento!", ordenó un guardia civil. Dejó el lugar, se reagrupó con el resto y, de pronto, todos las naves pusieron la proa hacia el caladero y fueron a una para intentar meterse. También sin éxito. "¡Vamos pa' alante! ¡A ver si se enteran los ministros, que todo lo que tienen pasa por la Aduana!", chilló otro pescador.

El ambiente siguió caldeándose. Se oían insultos cada vez peores y a esposas de pescadores muy exaltadas hasta que el patrón mayor de la Cofradía de La Línea, Leoncio Fernández, prendió una bengala. Ya eran las 11:00 de la mañana. Se terminó la concentración. Cada uno a su puerto. Unos de vuelta a La Atunara, otros a Puerto Chico y otros a Algeciras. El patrón de los armadores, Juan Morente, contó después que el patrón mayor de Estepona también había asistido a la convocatoria.

De regreso a La Atunara se vieron enormes banderas británicas y de Gibraltar en la zona de los famosos rellenos. Y con el Levante soplando con fuerza culminó la protesta de los pescadores del Campo de Gibraltar, sin más incidentes que los suaves contactos entre embarcaciones en el caladero. Ya en La Atunara, los marineros aseguraron que les habían lanzado piedras desde los miradores cercanos a Punta Europa.

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