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Antonio Sanz Cabello. Candidato a la presidencia del PP de Cádiz

"Mi reto es sellar una alianza con el PSOE para sacar a Cádiz de la crisis"

  • "A esta provincia le ha sobrado victimismo y le ha faltado inconformismo y ahora es necesaria una unidad de acción de ambos partidos para fijar las prioridades de esta tierra y hacer presión en Madrid y en Sevilla"

Con más madurez política pero también con más ilusión que nunca. Así dice Antonio Sanz que encara su tercera etapa como presidente provincial del PP, que arrancará el próximo día 30 en el congreso en el que tomará el testigo de José Loaiza. A dos semanas de esa cita, el que fuera muchos años mano derecha de Javier Arenas al frente del PP andaluz afirma que su objetivo no es ganar elecciones sino sellar una alianza con el PSOE que permita darle a la provincia el peso político que se merece.

-Encara usted su tercera etapa en la presidencia del PP de Cádiz pero con una diferencia con respecto a las dos anteriores ya que su partido gobierna en España pero también en casi todas las ciudades grandes de la provincia y, por primera vez, en la Diputación.

-Hay tres cambios importantes en esta nueva etapa: una personal, porque vengo con más madurez y más experiencia política que quiero poner al servicio de la provincia; otra de partido, porque estamos ante el reto apasionante de administrar eficazmente el apoyo más grande que ha recibido jamás una formación política en esta provincia; y, tercero, por la situación de crisis económica, que me ha motivado mucho para pasar de la comodidad de un despacho en Madrid a bajar a la arena, recorriendo la provincia y hablando con la gente. Y todo eso lo afronto con más ilusión que nunca y sintiendo el cariño y el apoyo de mi partido.

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Hay quien ya ha vaticinado que a medio plazo su futuro político está en una candidatura para las elecciones municipales de 2015...

-No, no. Eso no está en mi cabeza. Yo tengo responsabilidades parlamentarias desde 1994 y mi intención es que eso siga siendo así.

-Habrá quien piense que usted demuestra su pasión por Cádiz volviendo a este cargo pero también quien diga que tiene a esta provincia como segundo plato.

-Nadie puede volver a un sitio del que nunca se ha marchado. Jamás he abandonado a esta provincia, he sido muchos años parlamentario andaluz por Cádiz y siempre he estado muy pendiente de los asuntos de esta provincia. Y cuando Javier Arenas y yo decidimos no presentarnos a la reelección desde el primer momento dije que mi prioridad era Cádiz. Además, siempre he tenido ese déficit personal de que, al tener que ir asumiendo otras responsabilidades, nunca me han dejado culminar mi etapa como presidente provincial del PP.

-¿En qué se traduce eso de "culminar"? ¿Cuáles son sus retos?

-En otro momento mi objetivo sería ganar las elecciones o sumar el máximo número posible de alcaldías, pero ahora no. El PP de Cádiz no tiene que plantearse ahora retos electorales sino cumplir con las responsabilidades de gobierno. Culminar la gestión se traduce en coordinar e impulsar la labor política y potenciar el papel de la provincia en los lugares donde se toman las decisiones. Por eso el reto que me he propuesto es convencer al PSOE para que pase de adversario a aliado y que juntos logremos sacar a Cádiz de la crisis. Creo que en esta nueva etapa no puede haber sitio para las peleas sino que es el momento de sumar, de remar todos en la misma dirección.

-Explique por favor esa oferta de alianza al PSOE.

-Yo creo que hay que adecuar la forma de hacer política a la nueva realidad. Hoy los métodos de hacer política de antes no son válidas porque el ciudadano no las soporta. El ciudadano quiere ver cercanía, inmediatez y comunicación en los políticos. Y a eso hay que unirle la necesidad de que Cádiz tenga peso político en la toma de decisiones. A esta provincia le ha sobrado victimismo y le ha faltado inconformismo. En estos ocho años de Gobierno del PSOE, Cádiz ha perdido muchas oportunidades y mucho peso político y los dirigentes gaditanos, de todos los partidos, tenemos que unirnos para que Cádiz sea prioritaria en las tomas de decisiones del Gobierno de España y del de Andalucía. Por eso desde ya tiendo la mano al PSOE para que mantengamos reuniones periódicas y todos los debates públicos que sean necesarios, pero no para confrontar sino para buscar soluciones. Eso ya lo hice en su momento con Alfonso Perales y dio resultado. PP y PSOE tenemos que fijar juntos las cuestiones irrenunciables que necesita esta provincia y luego hacer presión tanto en Madrid como en Sevilla con rigor, estableciendo prioridades y con unidad de acción.

-¿Cómo puede influir en sus relaciones con el PSOE que ya no esté al frente Francisco González Cabaña, con quien mantuvo sonadas discusiones políticas? ¿Cómo es su relación con Irene García?

-Las relaciones con Irene García son prácticamente inexistentes, al menos por el momento. Pero estoy abierto al diálogo. Siempre me ha gustado mantener buenas relaciones con mis adversarios políticos por ejemplo con Luis Pizarro, de quien valoro mucho su trabajo y su dedicación. Y reconozco que motivaba tener enfrente a Cabaña porque sabía ponerle la sal y la pimienta a la vida política. Todo lo decía con mucho sentido del humor, aunque también era muy agresivo. Pero mostraba esa agresividad con un arte muy grande.

-¿Cómo ha encajado Loaiza su relevo en la presidencia?

-A Pepe (Loaiza) hay que alabarle su trabajo y su entrega, pero también su forma de ser. Es difícil encontrar a alguien que hable mal de él. Yo le expuse mi interés por colaborar en la provincia y eso, unido a las importantes responsabilidades políticas que tiene, hizo que llegáramos a un acuerdo rápido. Él ha puesto el listón a una altura imposible de superar al lograr que en un año el PP ganara municipales, generales y andaluzas. Pero es que además ha dado un ejemplo de generosidad no muy habitual en política al dar paso a otra persona.

-¿Cómo está el ánimo de la militancia del PP? Porque no alcanzar la Presidencia de la Junta fue un revés y a nivel nacional las encuestas no son del todo satisfactorias...

-Creo que el militante es consciente de que los logros alcanzados por este partido en los dos últimos años han supuesto algo histórico, pero que ahora lo que toca es responder a esa confianza depositada por los ciudadanos. Y el militante confía en lo que está haciendo el PP. En 1998, dos años después de que Aznar llegara a la Moncloa y adoptara una serie de medidas para superar la crisis de entonces, había militantes que advertían de que eso podía hacer mucho daño al partido. Y el resultado fue que España superó esa crisis y que el PP logró mayoría absoluta en el 2000. Insisto: hoy no podemos estar preocupados por encuestas y elecciones pero soy de los convencidos de que el PP llegará a las próximas elecciones en una buena posición de salida porque se verán los resultados económicos. Nadie puede negar que el Gobierno del PP ha cogido el toro por los cuernos con valentía y que está tomando decisiones que, aunque son duras, van a dar resultados pronto.

-"El PSOE ya ha perdido la calle" fue el titular de una entrevista suya en este periódico a finales de 2005, apenas un año y medio después de la llegada de Zapatero a la Moncloa. ¿Puede afirmarse que el PP también ha perdido ya la calle?

-Hombre, cuando acabamos de ganar unas elecciones generales por mayoría absoluta y cuando las encuestas nos mantienen siete u ocho puntos por encima, creo al menos que el que no ha recuperado la calle es el PSOE. Y es lógico porque el ciudadano sabe que es imposible que quienes han sido los culpables de esta situación puedan generar la más mínima confianza. Yo respeto mucho a los que se movilizan pidiendo un empleo o que haya comida en su casa, porque entiendo que esa queja se transforma en una necesidad. Lo que daña esas movilizaciones son los aprovechados políticos, muchos, que se han sumado a última hora a esas protestas después de no haber dado la cara los últimos años. En cualquier caso la calle no se mide ahora sino el día de las elecciones. Y el PSOE tiene que tener cuidado porque puede llenar muchos autobuses para tomar la calle y después encontrarse las urnas vacías.

-El principal termómetro de la gestión del Gobierno es el empleo y los resultados no están siendo los esperados...

-Hay un hecho evidente y es que las competencias en materia de empleo están repartidas: la materia legislativa corresponde al Gobierno pero las políticas activas de empleo están transferidas a la Junta. Y me llama la atención que quienes critican la reforma laboral impulsada por el Gobierno no analizan que ya hay comunidades autónomas en las que sí se está creando empleo, mientras que hay otras, entre ellas Andalucía, en las que eso no se produce. Es que en los dos últimos años el PSOE ha desmantelado la estructura de las políticas activas de empleo en la provincia: sigue sin pagar a las escuelas taller, despide a los ALPEs, los orientadores están en las mismas, adeuda las ayudas a empresas por contratación desde hace muchos años, no ha cumplido sus compromisos en materia de suelo industrial y encima está el escándalo de las ayudas. En Cádiz estamos pagando las consecuencias de demasiados errores y los recortes de la Junta en materia de empleo.

-¿En qué cambiará el PP andaluz con el relevo de Arenas por Zoido?

-A Arenas le tengo una admiración absoluta como persona y como político. Creo que es un líder de primer nivel, del que he aprendido todo y al que afortunadamente le queda aún mucho recorrido por delante. Pero también tengo que reconocer que me ilusiona formar parte del nuevo proyecto de Zoido. Lo que él ha conseguido en Sevilla es la labor política más difícil que jamás haya hecho nadie porque ningún analista vaticinaba que podía haber mayoría absoluta en Sevilla, y él lo logró con mucho esfuerzo. Que consiga trasladar ese modelo a Andalucía me inspira mucha confianza.

- ¿Sabe ya qué errores cometió el PP en las andaluzas que le impidieron alcanzar la mayoría absoluta?

-Es fácil sacar conclusiones ahora pero le respondo con otra pregunta: ¿Hubo alguien que en ese momento pusiera en discusión que la campaña que estaba haciendo el PP era la adecuada? Nadie. Ocurrieron circunstancias que nadie pudo advertir o que se produjeron en los últimos momentos de la campaña y fue imposible reaccionar. En el PP-A hemos sido autocríticos porque de todo se aprende y claro que cambiaríamos cosas de la campaña pero es fácil decirlo ahora. Yo creo que la clave fue que de Despeñaperros hacia arriba estaban más convencidos de que el cambio andaluz era posible que de Despeñaperros hacia abajo. Puede que hubiera un exceso de confianza en nuestros votantes, y eso que Arenas alertó mucho de que podía pasar lo que finalmente pasó.

-¿Fue una oportunidad perdida que jamás se volverá a repetir?

-Tengo el convencimiento absoluto de que el bipartito que gobierna hoy Andalucía, va a ser la puntilla definitiva para el PSOE. Si el Gobierno andaluz ya no tenía credibilidad y estaba al límite de perder la razón, ahora ha superado ese límite con creces por el descontrol del gobierno y la debilidad que da tener que amparar las gamberradas de sus socios de IU.

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