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Francisco González Cabaña. Secretario general del PSOE de Cádiz

"Dejar la dirección provincial del PSOE será una liberación para mí"

  • El dirigente socialista pondrá fin mañana "sin amargura y sin ganas de explotar" a casi 12 años al frente del partido en Cádiz. Y reconoce que en los últimos 28 meses pensó en dimitir hasta cuatro veces

Después de la friolera de 4.208 días en la secretaría general del PSOE, Francisco González Cabaña se despedirá mañana de un cargo en el que ningún socialista ha logrado estar tanto tiempo. En medio de un ambiente de alta crispación interna, el ya ex alcalde de Benalup y ex presidente de la Diputación hace alarde de una tranquilidad envidiable mientras repasa su gestión.

-Corríjame si me equivoco: a usted le dolió mucho tener que abandonar la Alcaldía de Benalup, no le importó mucho dejar la Diputación pero está contando las horas para dejar la dirección del PSOE.

-Efectivamente, estoy contando las horas. A mí lo que verdaderamente me dolió fue dejar la Alcaldía de mi pueblo, porque la logré con los votos de mis vecinos, reeditando una mayoría absoluta después de 28 años y en medio de un tsunami del PP. Ahora la verdad es que tengo ganas de dejar la dirección del partido. Han sido 12 años muy intensos en los que he vivido una experiencia increíble en lo personal, con momentos muy buenos pero también con algunos muy malos, sobre todo en los últimos 28 meses. Yo pienso que 12 años son muchos y quizás, visto ahora desde la perspectiva de quien lo ha tenido que vivir, yo apostaría por que los mandatos al frente de cualquier secretaría general fueran de ocho años como máximo.

-Su mandato se divide en dos etapas: los diez primeros años de tranquilidad absoluta y buenos resultados electorales y los dos últimos en los que casi nada le ha salido bien al PSOE. ¿De quién fue la culpa? ¿Cambió usted o influyeron otros factores?

-El cambio vino por la llegada de un nuevo secretario general y de un nuevo equipo a la dirección del PSOE-A. Ellos pusieron en marcha una forma de dirigir el partido con la que yo he manifestado una clara incompatibilidad y no con las personas ni con el secretario general, que conste, sino con esa forma de dirigir el PSOE. Y lo que sucedió es que en Cádiz había gente que compartía esa forma de dirigir el partido y desde ese momento empezaron a trabajar para implantarlo también aquí.

-Y la mecha se encendió en aquel famoso congreso del PSOE-A en marzo de 2010 en el que usted renunció al cargo que le ofreció Griñán. ¿Se equivocó usted?

-Sí, pero no por haber renunciado, sino por haber aceptado en primera instancia. Cuando me lo ofrecieron no me dijeron toda la verdad, porque nadie me dijo que tenía que abandonar la Presidencia de la Diputación y la secretaría general del PSOE de Cádiz de manera inmediata. Y tampoco me dijeron que la Secretaría de Política Institucional que me ofrecían iba a ser, en vez del cuarto rango del escalafón, el noveno. A mí me parecía que ese no era el lugar que le correspondía a Cádiz y por eso renuncié. Y lo volvería a hacer si se repitieran las mismas circunstancias.

-O sea, que le engañaron.

-Digamos que no se me dijo toda la verdad, que es diferente.

-Su amigo José Loaiza, presidente provincial del PP, ha dicho que usted está siendo maltratado en el PSOE. ¿Se siente así?

-Creo que esa es la opinión no sólo del presidente provincial del PP sino de mucha gente de la provincia que me tiene un cierto aprecio. Hay que tener en cuenta que yo no he estado aquí 12 años jugando a las casitas. Yo he sido la bestia negra del PP, yo y mi equipo hemos logrado que el PP perdiera todas las elecciones durante diez años. Y, como me han sufrido, igual ellos valoran ahora de una manera acertada lo que he supuesto como secretario general del PSOE. Pero yo no me siento maltratado. Yo diría, más bien, que no me siento bien tratado. Creo que no se ha respetado lo que mis ejecutivas y yo hemos podido aportar a la historia de estos 12 años. Pero eso ya no tiene importancia.

-Sus adversarios internos le echan en cara sobre todo dos cosas: que usted no acepta las críticas y que perdió su independencia al estar tan en sintonía con Luis Pizarro. ¿Qué opina?

-Si fuera un borde diría que los ataques de cuernos en política nunca pueden justificar unas diferencias, pero como no soy un borde no voy a usar esa expresión. Mire, uno es compañero de todos y amigo de quien es amigo. Y yo soy amigo de Luis Pizarro pero no de ahora sino desde cuando no me apoyaba para ser secretario general. Y no por eso perdí la amistad. Hay otros que han buscado mi amistad sólo para el mantenimiento de sus posiciones institucionales y yo nunca me he sentido amigo de ellos. Y ser amigo de Pizarro no ha supuesto perder mi autonomía. ¿O es que acaso perdí mi autonomía cuando mis compañeros de viaje eran Rafael Román, José Luis Blanco o Francisco Menacho? Para nada. Y no por eso soy enemigo de ninguno de ellos, aunque Román se empeñe en que sea así. Y en cuanto a lo de no aceptar las críticas, que me lo demuestre alguien. Yo sí acepto las críticas. Lo que pasa es que yo tengo naturaleza dialéctica e intento dar mis opiniones cuando se me critica. Desde chiquitito soy así y ya no voy a cambiar.

-¿Qué sintió al votar en blanco a la candidatura de Griñán en el último congreso regional?

-Sentí pena, porque me hubiera gustado votar al secretario general de mi partido. Pero voté así por coherencia, en señal de rechazo a un modelo de partido que no comparto. Antes no podíamos expresarnos porque había tres elecciones consecutivas. Pero ahora no había escenario electoral a corto plazo. Lo curioso es que en lo personal Griñán y yo tenemos bastantes afinidades dentro y fuera de la política. Pero, sin embargo, he tenido muchas diferencias con el Griñán secretario general. Y sentí pena de que el pasado fin de semana no aceptara integrar a todos los socialistas de Andalucía en un proyecto común. Fue una oportunidad fallida, pero no le responsabilizo en exclusiva a él sino sobre todo a la gente de su entorno. Eso sí, esté más o menos de acuerdo con él, de lo que Griñán jamás podrá dudar es de mi lealtad hacia él como presidente de la Junta.

-¿Usted también piensa que la dirección del PSOE-A ha buscado estos dos últimos años acabar con la herencia de Chaves?

-No es que lo piense yo, es que lo piensa media Andalucía y tres cuartas partes de la otra media. Ha habido una estrategia clara de acabar con ese modelo de convivencia pacífica y de cohabitación en el PSOE-A que Chaves instauró y que permitió que éste fuera el gran partido de Andalucía. Y en esa estrategia ha tenido mucho que ver la anterior secretaria de Organización (Susana Díaz). Quizás Griñán no ha sido consciente, pero eso ha estado a su alrededor.

-¿Qué le parece que aún no se haya nombrado a los nuevos delegados provinciales de la Junta?

-Pues que es un error. Los delegados deberían haberse nombrado hace más de un mes porque este retraso produce disfunciones que terminan perjudicando a la gestión del Gobierno. No conozco las causas, y no quiero hacer un análisis tendencioso. Pero tenía que haberse solucionado hace tiempo.

-¿Alguien del partido le ha consultado sobre los futuros delegados? Porque Irene García ha dicho que con ella sí han hablado.

-A mí no me ha consultado nadie. Si lo de Irene es cierto, creo que hubo dos errores, el primero de quien le consultó a ella, porque eso hay que hacerlo con la dirección legítima del partido, y creo también que contarlo no le ayuda a Irene.

-¿Es por hechos como éste por los que usted piensa que la dirección regional del PSOE no está siendo neutral de cara al congreso provincial del sábado?

-Mire, si la dirección regional no ha sido neutral en los dos últimos años y medio, no lo va a ser ahora. Ellos ya han mostrado sus preferencias de una manera clara y esa no es mi responsabilidad, sino de quienes han roto esa neutralidad. Insisto: aquí hay dos modelos de partido. Por un lado está la ejecutiva regional del PSOE, que quiere direcciones provinciales subordinadas a sus intereses y luego estamos quienes pensamos que no, que cada provincia tiene que tener su propia autonomía, sin que haya una relación de subordinación con Sevilla, aunque, evidentemente, respondiendo al ideario global del socialismo y manteniendo siempre una relación de respeto y de lealtad. Este es el PSOE de Cádiz y no una sucursal del Banco de Santander, que es en lo que quiere convertirnos la dirección regional.

-¿Y ese respeto y esa lealtad se puede retomar si Rafael Quirós es elegido secretario general?

-Sí, yo creo que sí. Porque las coartadas que se están utilizando del Cabaña crítico, chavista, rubalcabista o con muchos cargos ya no se podrían utilizar contra Quirós. Él es una persona nueva y no sería la bestia negra como parece que he sido yo para algunos. Lo único que se le puede achacar a Quirós es que fui yo quien le metió en política, pero lo mismo puede decirse de Irene García. Fui yo quien la puso ahí y no me arrepiento. Lo hice porque pensé que era lo mejor para el partido y, por ciento, lo hice defendiendo la autonomía del PSOE de Cádiz, algo que no se entendió en Sevilla, donde estaban Chaves y Pizarro.

-¿Cómo piensa que sería el PSOE de Cádiz si fuera Irene García la vencedora del congreso?

-Estoy convencido de que ella le pondría todas las ganas para hacerlo lo mejor posible. Yo no voy a decir que con ella el PSOE sería un fracaso. Para nada. Irene tiene unos valores y es una militante cualificada. Lo que pasa es que su proyecto de partido yo no lo comparto. Pero ella no es una advenediza.

-¿Teme que el congreso no apruebe su informe de gestión?

-Quién sabe, igual hasta pido que todos voten en contra y así estaríamos todos contentos. Mire, a la vista de la estrategia de confrontación que se ha montado, creo que existe la posibilidad de que eso ocurra. Hombre, hay un mandato de las asambleas locales que, si se cumple, daría un aprobado a la gestión, pero si no se aprueba no será una preocupación para mí. Si me suspendieran el informe de gestión siendo de nuevo candidato, sí sería un problema, pero como ahora no me presento, no pasaría nada.

-¿Ha pensado alguna vez en dimitir como secretario general?

-Si le soy sincero, hasta en cuatro ocasiones en los últimos dos años y medio he llegado a la sede del partido con la intención de convocar a mi ejecutiva provincial para comunicarle mi renuncia. Pero hubo gente en el partido que me dejó claro que mi interés personal por librarme de una carga no podía estar por encima del interés del proyecto colectivo. Eso lo entendí y por eso no dimití.

-¿ Y cuándo sucedió eso?

-Pues por ejemplo cuando fue cesado Gabriel Almagro como delegado del Gobierno andaluz en Cádiz y eso provocó la dimisión de Luis Pizarro como consejero. O también cuando en Sevilla frenaron la candidatura del PSOE de Cádiz al Congreso de los Diputados, una candidatura que estaba liderada nada más y nada menos que por Manuel Chaves. Fueron momentos en los que pensé que no merecía la pena seguir aquí.

-Le veo excesivamente tranquilo, incluso diría que frío. No parece que vaya a cerrar usted una etapa de 12 años, que se dice pronto.

-No es que sea frío, es que ya me he ido de tantos sitios que me he acostumbrado. En serio, yo siempre he tenido una visión muy relativa de la vida, y últimamente aún más. A mí me gusta ponerme siempre en el día después, y a partir del lunes mi preocupación volverá a ser la situación de los ex trabajadores de Delphi, y la falta de carga de trabajo en los astilleros, y la situación en la que quedan tantos miles de parados y tantas miles de familias con los últimos durísimos recortes del Gobierno del PP. Eso sí es grave y no quién dirija el PSOE de Cádiz o qué va a ser de Cabaña. A mí no me importa irme de los sitios, lo que no me gusta es que me echen y menos cuando no está justificado. Mire, los dos últimos años y medio yo he vivido con dos espadas de Damocles sobre mi cabeza. Una era que el martes siguiente iban a cesar a todos los delegados de Cabaña, y la otra era que en cualquier momento se iba a crear una gestora en Cádiz. Y así, como se puede imaginar, era muy difícil trabajar. Por eso abandonar la dirección del partido será una liberación para mí. Pero me voy sin amargura y sin ganas de explotar. Y tampoco quiero irme dando un portazo porque ésta es mi casa y yo voy a seguir en el PSOE mientras viva.

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