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Provincia de Cádiz

Venezuela lanza el guante: más negocio a cambio de transferencia tecnológica

  • El acto de entrega del último buque que Navantia construirá para la Armada venezolana sirve para poner de manifiesto la intención del Gobierno de Hugo Chávez de seguir colaborando con España

Ayer acabó la "exitosa" relación comercial iniciada en 2005 entre los gobiernos de España y Venezuela, vía Navantia, con la entrega del séptimo buque de los ocho que formaban parte del contrato inicial. La recepción por parte de la Armada venezolana del cuarto Patrullero Oceánico de Vigilancia de la Zona Económica Exclusiva (POVZEE), el Kariña, Navantia cumplió su objetivo, el Gobierno español también (aunque no sea el mismo que suscribió el acuerdo) y los trabajadores del astillero, por encima de todos.

Sin embargo, en la mente de todos los presentes ayer merodeaba una duda: ¿qué pasará en el futuro? ¿cuajarán nuevos acuerdos con el Gobierno de Hugo Chávez? Esa pregunta tuvo conato de respuesta en la tarde de ayer, en boca del embajador de Venezuela en España, Bernardo Álvarez. En clara y velada alusión al conflicto diplomático y comercial surgido entre España y Argentina a cuenta de la expropiación de YPF, el embajador expuso en su primera comparecencia en el acto de entrega del Kariña ayer tarde en el astillero de Puerto Real que los acuerdos suscritos en 2005 no sólo afectaron a la construcción de estos ocho buques. Tuvieron más desarrollo, por ejemplo, en el área energética. Y en este punto, Bernardo Álvarez apuntó directamente a la joya de la corona de la República Bolivariana de Venezuela, la explotación de la zanja petrolífera del Orinoco, "el mayor depósito de hidrocarburos del mundo". Y añadió: "La voluntad de aquellos acuerdos se ha traducido en la presencia de empresas españolas en esa zona. Esa participación de empresas se da en el marco de una reafirmación de la plena soberanía venezolana sobre los recursos naturales que, según la Constitución venezolana, debe beneficiar prioritariamente al pueblo venezolano. Venezuela es un excelente ejemplo de cómo se pudo por un lado reafirmar esa soberanía sobre nuestros recursos naturales y al mismo tiempo avanzar en el desarrollo de esos recursos con nuestra propia gente pero también con el concurso de empresas y estados de otras partes del mundo".

Y en este punto, el embajador fue más claro aún. La construcción de estos ocho buques, de los que siete han salido de los diques gaditanos, también incluye transferencia tecnológica que ayude, entre otras cosas, a dotar de capacidad a los astilleros venezolanos de cara a futuras construcciones. Álvarez, en posteriores declaraciones a los medios presentes en Puerto Real, aseguró que "los acuerdos de 2005 abre muchas posibilidades, con cooperación científica y tecnológica, oceanográfica, hidrográfica. Así como entonces la voluntad política estuvo, si se reafirma ahora hay muchas cosas para hacer en el futuro, no sólo con Navantia, sino con todas esas pequeñas y medianas empresas vinculadas a Navantia. ¿Por qué no pueden esas empresas instalarse en Venezuela, algunas cosas se harían aquí, otras allí, otras en conjunto. Se abre todo un espacio de cooperación. El marco existe, la voluntad política de Venezuela también".

El embajador no quiso rehuir de ninguna pregunta e insistió en el potencial energético de su país: "Venezuela es un país exportador de petróleo, con miles de kilómetros de costa y hay un potencial tremendo para reparación de buques y hay espacio para empresas que tengan tecnología y quieran cooperar con nosotros". En este sentido, añadió que las relaciones políticas son esenciales y, por tanto, insistió en que "los mecanismos existen y eso también va a beneficiar a esta zona. Lo que queremos es cómo desarrollamos una nueva fase". Y como punto de partida de esa nueva fase, añadió el diplomático venezolano, es la construcción en el astillero de Dianca del último BVL incluido en el acuerdo de ocho con Navantia. "Es el mejor punto de partida, eso abre inmensas posibilidades de cooperación".

Eso sí, como indicó Bernardo Álvarez, "las buenas relaciones tienen un solo nombre: respeto mutuo y buena fe en el trato de nuestros asuntos".

En la misma línea se pronunció el director general de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), Francisco Ruiz Jiménez. En su intervención, afirmó que con la entrega de este barco "concluye con éxito el encargo realizado", aunque dijo esperar que no sea el fin de las actuaciones. Ruiz Jiménez mostró su intención de que esto "sólo sea el punto y seguido en las relaciones comerciales con Venezuela y se abran nuevas oportunidades de negocio".

También se pronunció sobre el final de la relación de la Armada de Venezuela con Navantia en la Bahía de Cádiz el presidente del comité de empresa, Ramón Linares. Al término del acto, señaló que estos años de trabajo habían servido para revitalizar especialmente la mano de obra de la industria auxiliar, que "tras la última reconversión vivió momentos difíciles al igual que los astilleros". Linares valoró de forma muy positiva la relación con la comitiva venezolana pero se mostró convencido de que no acabará ahí, abriendo incluso la posibilidad de aspirar a la construcción de gaseros o quimiqueros, recogiendo así el guante lanzado por el embajador venezolano. Eso sí, y ahí coincidió con lo dicho por Álvarez, Linares apeló a la voluntad política del Gobierno español y de los dirigentes de la compañía española de construcción naval.

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