Pasarela

Marianne zu Sayn,la 'mamarazzi'

  • La aristócrata ha fotografiado a varios miembros de familias reales Por su objetivo han pasado personalidades como Andy Warhol o Maria Callas Un legado que se ha expuesto en Alemania y Austria

Ella tenía la facilidad que todo fotógrafo desea para colarse en las fiestas más selectas. Eso, unido a su pasión por la fotografía, hizo que Marianne zu Sayn Wittgenstein-Sayn, princesa descendiente de la emperatriz María Teresa de Austria, fuera conocida como la aristócrata que más imágenes de aristócratas había firmado. Valiosa redundancia. Una pasión que comenzó a los 22 años, cuando aún era una joven apasionada, valiente y un ejemplo de mujer no atada a los convencionalismos, a pesar de tener que sucumbir a uno de los más inquebrantables de la época, el matrimonio. Casada desde entonces con el príncipe alemán Ludwig zu Sayn-Wittgenstein, al que apenas había visto en tres ocasiones cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y éste tuvo que partir al frente, del lado de los rusos. Al poco, las noticias llegaron y no eran buenas. Lo daban por muerto o desaparecido en combate, lo que sumió a la princesa en una terrible tristeza unida a la necesidad de tener que abandonar el que, hasta entonces había sido su hogar, el castillo de Glanegg. Poco pasó hasta saber que el príncipe estaba a salvo y en manos del ejército británico.

Acabada la contienda el matrimonio no supuso obstáculo alguno para su sincero idilio con la cámara, hobbie que nunca abandonó. Algo que dio imágenes naturales, simbólicas y originales, con esa tranquilidad en sus figurantes que sólo da el saber que se está frente a unas manos que son conocidas. Quizás por eso hasta su apodo no resultara violento. Fue Carolina de Mónaco quien supo sintetizar en la palabra "Mamarrazzi" todo lo malo y lo bueno del concepto que describe a alguien que, de repente, invade tu intimidad por un segundo, un segundo eterno que quedará inmortalizado para siempre en la eternidad.

Por su objetivo pasaron personajes como El Rey Juan Carlos junto al por entonces pequeño Felipe sobre los hombros, la cantante María Callas, el magnate Aristóteles Onassis o algunos miembros de la familia real managuesca. Aunque no todos pertenecían a altas cunas, también Salvador Dalí fue retratado por Marianne en su casa de Cadaqués o el atractivo Sean Connery, cuando éste pasaba unos días en Marbella, ciudad en la que ella solía veranear. Otros muchos como la diseñadora Vivienne Westwood, Andy Warhol o Audrey Hepburn. Aunque su mayor reto, como ella misma ha reconocido, fue disparar la cámara frente a Margaret Thatcher. La personalidad sólida de la bien llamada la Dama de Hierro, hizo que Marianne no se saltara la única directriz que le había encargado la política conservadora, moneda de pago a la intromisión: "Ni se te ocurra sacarme con una copa de whisky en la mano". Encargo difícil y taxativo que terminó logrando.

A sus 97 años su mayor legado es el que nos deja con trabajos que han sido expuestos en diferentes galerías de países como Austria y Alemania. Una herencia social firmada por una mujer transgresora que supo dejar su sello en un mundo -el de la fotografía- que hasta hace muy poco, no permitía una distinción entre sexos.

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