La terraza del hotel Málaga Centro fue el escenario de un concierto de Mikel Erentxun, de Duncan Dhu, en el marco de la gira 43 Live the roof, una serie de recitales en azoteas con encanto patrocinados por la marca Licor 43. Otra característica que diferencia a esta cita musical es que los artistas cantan solamente acompañados de un instrumento, ya sea guitarra, piano o el que sea, y ante un público muy reducido.

-¿Qué le parece este concierto tan cercano y sencillo? ¿No asusta no tener una banda detrás en la que apoyarse?

-Este invento está muy bien, la verdad. Me gusta mucho el formato. También me gusta cantar con mi banda, la verdad es que lo mejor es alternar las dos cosas. En este tipo de recitales ves las reacciones del público al lado mismo; te pueden tirar la copa o aplaudir (risas). Cantar sólo con tu guitarra asusta y encanta a la vez. No tiene el rollo grandilocuente de los macroconciertos.

-¿Disfruta teniendo al público tan cerca?

-Sí, es lo mejor que tiene. Pero no deja de ser un reto. Te puede salir bien o estrellarte completamente si el concierto te sale mal.

-En su último disco, Corazones, reflexiona sobre su cardiopatía. ¿Es un trabajo diferente a lo que ha hecho hasta ahora?

-Todos los discos son diferentes. Pero lo cierto es que éste, lo es aún más, pues ha nacido en un hospital y a raíz de mi enfermedad. Lo escribí en los ratos libres que me dejaba la gira con Duncan Dhu.

-¿Los temas se escriben de diferente forma si los va a cantar uno mismo o en un grupo?

-Bueno, mis discos en solitario los escribo así, en solitario. Y los de Duncan Dhu ahora con Diego (Vasallo). Pero la música se nutre siempre de los momentos personales, no creo que haya gran diferencia. Corazones, quizás, suene a más personal mío porque es un paso más allá, porque hablo de algo muy íntimo.