Pasarela

Las prisas nunca fueron buenas

  • Magdalena de Suecia y su marido, Chris O'Neill, atraviesan por uno de los peores momentos de su matrimonio a pesar de llevar tan sólo un año casados y haber tenido a su primera hija, Leonore, recientemente

Ni el lujo de una villa privada ni pasar un fin de semana en uno de los destinos turísticos más románticos, como es Italia, han sido suficientes para que Magdalena de Suecia y su marido

Chris O'Neill superen la crisis sentimental en la que se encuentran sumidos.

La pareja, a la que no se ve feliz desde que en junio bautizaron a su pequeña Leonore, intentó remediar esta situación buscando un destino idílico en el que olvidarse de los problemas conyugales. Pero de nada les ha servido. Medios suecos anunciaban recientemente que la pareja irradia cualquier cosa menos felicidad cuando están juntos. Es frecuente verlos discutir como hace unos días en Estocolmo. Pero no queda ahí la cosa. Esos mismos medios también publicaban que tras la discusión, O'Neill deambuló por la ciudad de bar en bar hasta altas horas de la madrugada.

Muchos se preguntan las razones que han llevado a una de las parejas reales más idílicas del momento a suscitar toda una nebulosa de rumores en cuanto a la brecha abierta entre ellos.

La clave del asunto bien podría ser la falta de convivencia previa al matrimonio. La pareja no es como las de antaño, esas que tras largos años de noviazgo deciden emprender una vida junta, se compran un piso y comienzan a tener hijos. Magdalena y Chris se conocieron y se enamoraron de manera fortuita. La princesa sueca, tras el desengaño amoroso que sufrió con el que fuera su prometido, Jonas Bergström, decidió poner tierra de por medio y cruzó el charco buscando un poco de tranquilidad evitando ser tema principal en la mayoría de revistas tras hacerse públicas las infidelidades de O'Neill.

No tuvo que pasar mucho tiempo desde que Magdalena pusiese el pie en terreno americano para volver a estar en boca de todos. La benjamina de Silvia y Carlos Felipe de Suecia estaba de nuevo enamorada. Un empresario estadounidense moreno y, por supuesto, millonario, había robado el corazón de la princesa. Sólo dos años habían pasado desde que se anulara el compromiso de Magdalena y Jonas Bergström para que se anunciase el de la joven con su enamorado americano. Ocho meses después, la pareja se daba el 'sí quiero' y tan sólo tres meses más tarde desde la Casa Real Sueca anunciaban que el matrimonio esperaba su primer hijo.

La vida de este par de tórtolos ha sido toda una vorágine desde que se conocieran y posiblemente al producirse un punto de inflexión tras el nacimiento de la pequeña Leonore hayan empezado a convivir de verdad, con todo lo que ello conlleva.

Durante sus primeros meses de noviazgo suscitaron todo tipo de envidias por ser una pareja muy compenetrada y cariñosa pero con el paso del tiempo las discusiones entre ambos cada vez se han ido acentuando más y casi siempre son por motivos insustanciales. Un ejemplo de ello fue hace un par de días cuando, O'Neill decidió acudir a la entrega del Premio Polar aún sabiendo que ni su mujer ni su suegra acudirían por mostrarse disconformes con que el premio recayese en manos de Chuck Berry, quien había sido procesado por tráfico de menores durante los años sesenta.

Es normal que todas las parejas tengan sus pequeñas rencillas y que el estado de aletargamiento que se vive al comienzo de cualquier relación se vaya perdiendo con el paso del tiempo, pero en el fondo sigue habiendo amor. Eso ocurre con parejas que llevan casi una vida juntos y probablemente con niños ya mayores bajo su responsabilidad. Pero ni lo uno ni lo otro sucede en el caso de estos casi recién casados, por lo que quizás, de haber ido más despacio con su relación y haberse conocido mejor sabrían soliviantar todas sus diferencias.

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