Pasarela

La cara nostálgica de la televisión con la que crecimos

  • La década de los 90 en televisión acompañó a toda una generación que recuerda con especial cariño series de animación como 'Power Rangers' o 'Dragon Ball'.

Las comparaciones son odiosas, pero inevitables. La televisión de animación contemporánea es vista con recelo por una generación que se educó con las aventuras de D'Artacán y los tres mosqueperros, la ternura de Heidi o la tristeza que contagió la perseverante búsqueda de la madre de Marco. Telespectadores que ahora son jóvenes, o incluso adultos, no pueden evitar echar la vista atrás y formular esa autoconvincente máxima, ideada por el poeta Jorge Manrique, de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

La década de los 90 fue una época dorada gracias a la enorme oferta de series, donde destacaron programas como Megatrix en Antena 3, con un amplio repertorio de dibujos animados, y Canal Sur, la autonómica que contaba con Canal 2 Andalucía para emitir un abanico de ofertas.

Muchos simpatizaron con las travesuras de Tommy y sus amigos en Rugrats o las peripecias de las frutas Mochilo, Gazpacho y Pincho en Los Fruittis. Otros, en cambio, preferían las dotes detectivescas de Tintín, el humor absurdo de El inspector Gadget o la magia del anime japonés que empezó a instalarse en España con Sailor Moon y acabaría consolidándose con grandes referentes como Dragon Ball Z y GT, One Piece y Sakura, cazadora de cartas, entre otros.

La animación procedente del país nipón consiguió asentarse definitivamente a partir de 1995 y en constante competencia con producciones de animación americanas. Mientras que la industria estadounidense inundó la parrilla con el género de los superhéroes de la mano de Spiderman y Power Rangers, la cultura oriental ganó terreno con el fenómeno Pokémon, Digimon y Oliver y Benji. El lema "Hazte con todos" formó parte de un enorme merchandising que introdujo hasta en la sopa las vicisitudes de Ash en su intento por hacerse con las innumerables criaturas que evolucionan.

Digimon, que se erigió como un competidor firme de la saga de Satoshi Tajiri durante un tiempo, no tuvo la misma aceptación. En cambio, Oliver y Benji sigue vigente en la memoria de muchos debido a una extraña mezcolanza entre fútbol y acrobacias.

También hubo hueco para unos formatos más familiares y hasta divulgativos. El ostentoso viaje que emprendió Willy Fog en La vuelta al mundo y la forma de aprender tan original que proporcionaban los distintos títulos de Érase una vez, un conjunto de series de animación enfocadas a la educación y el ámbito didáctico, distan mucho de aquel punto de vista dócil de Vicky, el vikingo, Calimero, la sabiduría de David el Gnomo o el escenario escolar presente en La banda del patio. Incluso la comedia de carne y hueso encontró su sitio gracias a Punky Brewster, Pippi Calzaslargas y Cosas de Casa.

La televisión de ahora nada tiene que ver con la de antaño. Las tres mellizas, Las Supernenas, Megaman, Marsupilami o La máscara son agua pasada para una generación que convivió con la televisión de los noventa. Ésa que aún recuerda con una sonrisa.

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