Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Columna vertebral

Ana Sofía Pérez / Bustamante

Adiós, Rubio: Vale!

SIT tibi terra levis. Así rezaba la cinta de la corona que enviaron los compañeros de la empresa Arqueogades a su difunto colega José Francisco Sibón Olano. 46 años. Un corazón cansado y de repente un cáncer. Una estela funeraria antigua nos habría dicho más o menos así: "Detente, caminante. Aquí yace Paco Sibón, el Rubio. Un hombre bueno. Estudió Historia en Cádiz y ya desde primero de carrera fue el alumno por antonomasia de D. Ramón Corzo. Un apasionado de la Historia Antigua. Cofundó en 2003 una empresa de prospecciones arqueológicas (un yacimiento de empleo en Cádiz: sí). Sus trabajos de excavación fueron muchos: el teatro de Sancti Ponce en la vieja Itálica; la vía Decumana y la necrópolis de Baelo Claudia (Bolonia); el teatro romano de Cádiz y la casa del Obispo; el columbario de la futura Ciudad de la Justicia; la necrópolis de la calle Acacias y de la Avenida de Portugal; el subsuelo del Cine Brunete; las calles Cánovas del Castillo y Ancha; y al final, la plaza de abastos, cuyas sorpresas no llegó a ver. Sí que vio emocionado el tesoro de la calle Escalzo, hoy en el Museo de Cádiz: el ajuar de un enterramiento colectivo de dimensiones insólitas erigido por un tal Nicomedes, esclavo griego agradecido. Al fondo estaba intacta la tumba de una niña romana de familia importante, a tenor del tamaño del sepulcro y la índole de sus últimos juguetes: preciosas piezas de cristal de roca -un saltamontes, una caracola, una concha...- que en su día costaron casi lo que ganaba al mes un gobernador de la Gallaecia. El Rubio era hospitalario y generoso. Quiso que lo incineraran para llevarlo al solar materno de Caviedes, Cantabria. Aquí reposa en una urna como el niño que él encontró dentro de un ánfora allá en Gades. No pises la sombra del tejo sagrado de las tribus del norte. Bajo ella alguien sueña con cigarras de cristal y bien labradas fíbulas. Sus amigos le pusieron en la lengua las monedas con que pagar a Caronte su pasaje al otro mundo. Si vienes del Jardín de las Hespérides tráete una manzana de oro para el Rubio y pon en los labios de la tierra un trago del vino dorado del sur. Dile que su gente le extraña. Dile que llueve. Y luego sigue tu camino en paz".

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