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Efecto moleskine

Ana Sofía / Pérez- / Bustamante

Lástima de Libia

REALMENTE da lástima de Libia. Los rebeldes parece que están solos. Las satrapías árabes no van a alentar la rebelión contra un sátrapa, pero cubren las formas. Los países del antiguo bloque comunista siguen protegiendo a su socio en la ONU. El caso de la China totalitaria se entiende: el gobierno ha dejado de informar sobre la revuelta libia desde que pasó a mayores, y ha incrementado su presupuesto oficial para armamento (pensando acaso en el enemigo interno). El caso de la Rusia democrática se entiende menos, aunque es de suponer que la exURSS seguirá compartiendo una lealtad de negocios con Gadafi. Quién sabe cuánto puede valer un voto (o un veto) de Rusia o de China en la ONU. Israel aprovecha la coyuntura de inestabilidad para conceder nuevos permisos de asentamiento a sus colonos en zonas palestinas. Egipto y Túnez, inmersos en su proceso de aggiornamento político, bastante tienen con acoger refugiados. Fuentes del gobierno provisional libio de unidad nacional denuncian que Siria y Argelia apoyan con armas a Gadafi. La Unión Europea nada y guarda la ropa adoptando con prudente lentitud sanciones económicas y diplomáticas. Estados Unidos, ocupado en su propia crisis económica, no está por la labor de intervenir. Digamos que Libia se le sale de su mapa geoestratégico, y están escarmentados de asumir el rol neocolonialista de impositores de democracia en casa ajena. Otra cosa son las fuerzas de paz. Con este nombre sí podría prosperar una actuación de la OTAN. Pero ¿quién va a pagar en época de crisis? Mientras tanto el dictador libio va reconquistando el terreno con sus seis mil mercenarios pagados a dos mil dólares diarios. "La gente que no me ama no merece vivir", afirma Mohamar el Gadafi. Cómo no desear la solución del francotirador impecable, pero esto no es una película. Siempre está el expediente de pasar armas de extranjis a los rebeldes (los fabricantes de armas no le hacen ascos a estos dobles mercados de las guerras civiles). Cuando escribo estas líneas todo está en el aire. Y a una le entra una lástima profunda ante esos rebeldes libios que piden ayuda a la comunidad internacional, que están realmente solos o, lo que es peor, rodeados de chacales. No podemos saber si el pueblo libio podrá conquistar un mayor grado de libertad y justicia. Pero ya estamos imaginando el reguero de países que entrará en el sorteo para reconstruir Libia. Porque cuanto más dure la guerra, más negocio.

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