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Tribuna libre

Miguel Rabello Formanti Director Centro / Universitario Sierra De Cádiz

La excelencia

ES esta una palabra de moda (se utiliza con frecuencia en numerosos contextos), y no se utiliza como adjetivo, excelente, sino como sustantivo de género femenino, "La excelencia". Parece, al utilizar esta palabra en los diferentes contextos (alcanzar la excelencia…. Objetivo final la excelencia… etc…) que se tratara de algo cuantitativo, algo tangible, sin embargo nada más lejos de la realidad, puesto que si reflexionamos un poco su uso denota carácter cualitativo en la mayoría de los contextos donde se incluye. Esta palabra es muy usada en el ámbito sanitario y en el mundo universitario.

En nuestra Comunidad Autónoma, Andalucía, la totalidad de las Universidades que imparten títulos en su territorio son públicas, y por públicas se entienden aquellas que están gestionadas y financiadas por la administración pública. Desde la L.R.U. (Ley de Reforma Universitaria de los principios de los ochenta, las Universidades Públicas adoptan un modelo de gobierno participativo, y resumo, un claustro/parlamento, elegido entre los miembros de la comunidad universitaria con una distribución inversamente proporcional al número de las personas que conforman esta comunidad (los de mayor número, los alumnos, son los que menor porcentaje tienen en el mismo y los de menor número, Profesores Doctores los que mayor peso ostentan) debe ser el máximo órgano de cada Universidad, y de facto, es el órgano que elige cada cuatro años al Rector y su equipo de Gobierno. Otro de los órganos colegiado de vital importancia en la universidad pública es el Consejo o Junta de Gobierno, conformado de una forma parecida a la del claustro anteriormente mencionado, con miembros de hecho. pero con menor número de componentes, para no aburrir más no hablaré del Consejo de Dirección, o del Consejo Social, órganos también colegiados de las Universidades Públicas. En definitiva la vertebración, organigrama y aparato ejecutivo de las Universidades Públicas les confieren una autonomía absoluta, autonomía que obedece a la Ley de Reforma Universitaria, (LRU), Ley Orgánica de Universidades (LOU), Leyes Autonómicas y Estatutos locales de cada Universidad, lo cual puede ser más o menos elogiable, pero de ningún modo representan la voluntad del pueblo soberano, ni sus representantes u órganos colegiados han sido designados por sufragio universal.

Es conveniente recordar esto y ha sido necesario este paréntesis para intentar clarificar al lector que las universidades públicas no tienen la patente de corso de representar a la sociedad donde se ubican, es más a veces tienen poco o nada que ver con la misma, y la autonomía que le confiere la legislación vigente es nada más y nada menos que eso, libertad para tomar sus propias decisiones y libertad para decidir sobre su destino.

Retomando el centro de estas reflexiones que no es otro que el término cualitativo "Excelencia" y relacionándolo con los párrafos anteriores se me ocurre que uno de los aminoácidos que componen esta compleja cadena podría ser perfectamente la humildad, aminoácido esencial de difícil incorporación externa. Es necesario sintetizarlo desde dentro, y su carencia provoca soberbia, aislamiento y sobre todo un uso desmesurado e incontrolado del término "excelencia" en beneficio propio. Su ausencia total provoca un alarmante síndrome de endiosamiento acrecentando el aislamiento, apareciendo en breve complicaciones como la creación de defensas infranqueables hacia el exterior impidiendo el intercambio de nutrientes y favoreciendo la corrupción del organismo interno.

Disculpen el símil del párrafo anterior pero desde mis principios no entiendo términos sublimes sin que estén ligados a otros de manejo más popular y que debemos propiciar y cultivar en nuestros hijos, alumnos, familiares, compañeros y conciudadanos, "Excelencia", bueno, vale, pero sin desvincularla de la equidad, la eficacia, la honestidad, la eficiencia, la solidaridad, la humildad, la credibilidad, la sostenibilidad, etc… Con la manida excusa de "es indispensable para alcanzar la excelencia…" han corrido ríos de millonarios presupuestos para que al final nos preguntemos ¿habrá tocado ya con la punta de los dedos la tan ansiada excelencia?, o bien comentemos ¡vaya lo cara que sale la excelencia… esperemos que después nos luzca!

La Universidad de Cádiz, o su Rector, o su Consejo de Gobierno, o su Consejo Social, no sé quién será el responsable o lo serán todos, han dado recientemente un importante e irrecuperable paso atrás en la carrera que marca como meta "la consabida excelencia". Desde el respeto más profundo, ejerzo el derecho a opinar como anteriormente lo han hecho otros en estas páginas sobre la adscripción del centro privado en la sierra de Cádiz para impartir el grado de Enfermería y mi opinión está avalada por mi posición como actor en este escenario, puesto que soy responsable de la memoria del título de grado de enfermería del centro mencionado, de la búsqueda y contratación del profesorado, del equipamiento del centro, del cronograma y de la distribución de clases y horarios teóricos y prácticos de acuerdo con los planes de estudio. Y digo que para mí, la excelencia abandonó el aurea magna que rodea a la Universidad cuando decidió rechazar el proyecto de adscripción. No se me malinterprete puesto que conozco los términos de la autonomía universitaria, y el derecho a decidir sobre una solicitud de adscripción, lo cual me parece desde todo punto de vista respetable. Lo de que ningún modo puedo compartir ni respetar son los argumentos que esgrime para justificar tal rechazo, y es ahí donde nuestra Universidad o nuestro Rector o nuestro Consejo de Gobierno o nuestro Consejo social o quien sea, o todos, me producen una profunda decepción.

El vago argumento de "no cumple los requisitos académicos" trasgrede los límites del respeto hacia un cuidadoso y complicado trabajo de unos profesionales que a pesar de no vestir birrete y toga y no estar rozando los laureles de la excelencia somos y demostramos ser expertos en las materias a impartir, que aunque no arrastremos los cacareados sexenios de docencia a nuestras espaldas, llevamos décadas formando profesionales de la salud, garantizando que los ciudadanos van a recibir los cuidados enfermeros adecuados, innovando e incorporando las últimas tendencias y lo que es más importante formando un homogéneo grupo humano de calidad incomparable, sin intención ofensiva es necesario decir que cuando un profesional de la enfermería en el ejercicio de su profesión, comete un error demostrado con una penosa consecuencia para la salud de un ciudadano, los medios de comunicación y la opinión pública piden responsabilidades al profesional, al centro donde desarrolla su actividad y a sus responsables directos, no se acuerdan de esos garantes de la formación y titulación.

Nuestro proyecto de centro Universitario sufrió todas las metamorfosis posibles para adecuarse a los requisitos legales que exige la normativa vigente, pero no es ese el problema ni el argumento, no son requisitos legales los que no alcanzamos son "requisitos académicos", algo tan cualitativo como nuestra "excelencia". Tal argumento, aunque insustancial, ha sido aprovechado por los carroñeros de turno para tomarse la libertad de cebarse en su continua lucha fatricida de gaditanos contra gaditanos, que con resentidos artículos de opinión nos intentan llevar a casposos escenarios de empresarios explotadores y negocios de dudosa licitud.

Señores y señoras que han rechazado la adscripción del centro argumentando que "no cumple los requisitos académicos", bajo el regio manto de garantes de la calidad de los títulos universitarios que concede la Universidad de Cádiz, habéis amputado, conscientemente o no, una ilusión legítima basada en un impecable trabajo de personas como vosotros, sin dar ninguna oportunidad, sin manifestar cuáles son esos requisitos académicos y por lo tanto sin dar la oportunidad a corregir, modificar y cumplir; posiblemente porque no era ese el objetivo sino que el objetivo era el rechazo. Pues bien debéis saber que habéis cercenado este derecho con una descomunal hacha de doble filo, un hacha de filos desiguales, que utiliza un filo cortante, certero y carente de piedad en nuestro caso y otro filo romo torpe y que falla conscientemente en su golpe repetidas veces en el caso de otros centros adscritos.

Nadie puede argumentar que el proyecto del centro adscrito no cumple los requisitos legales vigentes y nadie puede argumentar que el proyecto del centro adscrito no está a la misma o más altura en cuanto a requisitos académicos que otros centros de la Universidad de Cádiz o de otras Universidades Españolas o Europeas. Si no se ha querido adscribir nuestro centro a la Universidad de Cádiz, me parece legítimo y lo respeto, pero no utilicen argumentos descalificadores que están lejos de la verdad, porque eso no es legítimo ni respetable, con esa actitud no alcanzarán nunca la excelencia ni de lejos.

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