Columna vertebral

Ana Sofía Pérez-Bustamante

Felices fiestas

E n estos días espirituales en que los españoles con nómina consultamos nuestro saldo con la esperanza de que nos hayan ingresado la paga extra, en medio de esta crisis que en realidad nunca terminó de haber porque antes de empezar ya la estábamos remontando, uno se pregunta. Uno se pregunta por qué las frases en castellano pueden ser tan largas que no hay quien las traduzca, lo que va en detrimento de nuestros Erasmus cuando tienen que hacer un trabajo en otras lenguas. Uno se pregunta si con este barroco filtro lingüístico no estaremos incapacitados para percibir el mundo real de modo que este guarde un remoto parecido. Pero parecido con qué. Ustedes saben que la-realidad-de-verdad es una hipótesis cuya verificabilidad no está a nuestro alcance, porque somos incapaces de ver (lo real) sin nuestras categorías y prejuicios mentales, sin nuestro lenguaje más o menos imposible. La realidad no es más que una suma infinita de discursos sobre la realidad. Discursos movidos por intereses de los que a menudo el que habla ni siquiera es consciente. Me pregunto por Aminatou Aidar tras su regreso a casa y no estoy segura del resultado del partido: Aminatou 1, Marruecos X (donde X?0), el Sáhara quién sabe, España: Marrón. Me pregunto por la cumbre de Copenhague y qué vamos a hacer con los norteamericanos, los chinos y los que falsean el problema del cambio climático diciendo que la contaminación humana no tiene apenas nada que ver con que el planeta esté tan sucio. Me pregunto por nuestro discurso moral sobre el consumismo navideño, que estaba tan feo hasta que vino la crisis (que en realidad nunca hubo), y miro con impotencia insolvente esas cartas de los niños a los Reyes pidiendo la play, la X-box, o sus complementos, que no suelen bajar de los 60 euros (mi infancia son recuerdos de modestia analógica). Por otra parte, me pregunto si ustedes se dejarán felicitar la Navidad o no (no sé si participan, ni en qué bando, en la guerra de los cristos). Opto por seguir el ejemplo del luminoso de las Puertas de Tierra: "Felices fiestas", con perdón (suena tan frívolo). Pero no se me ofendan: les felicito lo que ustedes quieran, o me abstengo, como prefieran. Pero de corazón.

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