Viéndolo con los ojos de la realidad, las próximas elecciones europeas aparecen como una gran molestia para el electorado, una prueba a la medida de los más concienciados. Si cada día es más difícil convencer a muchos de la necesidad de acudir a las urnas (más bien los políticos están consiguiendo que les dejemos a ellos la política) con esta convocatoria podemos lograr el récord de abstención. No hemos conseguido ver a Europa como una casa común, a pesar del euro y de las becas Erasmus. Sería ideal sentir como propios y paisanos por igual a Mozart y a Bach, a Sartre y a Verdi, a Marx y a Ortega, a Proust y a Cervantes, a Drácula y al Ratón Pérez, a Velázquez y a Rembrandt, pero, qué le vamos a hacer, no es así. Hombre, por favor, si aquí seguimos todavía peleándonos por si el castillo de Sancti Petri, mítico terreno de Hércules, es de San Fernando o de Chiclana.
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