En tránsito

eduardo / jordá

La izquierda infantiloide

Cómo es posible que un partido como el PP y un líder como Mariano Rajoy hayan conseguido capear el temporal? ¿Cómo es posible que Mariano Rajoy siga siendo presidente del Gobierno? Nuestra izquierda, que profesa esa variante de la ufología que conocemos como "pensamiento progresista", cree que todo se debe a la típica conjura de fuerzas paranormales en la que intervienen el Íbex 35, la CIA, los poderes fácticos, el club Bilderberg y la NASA. Pero no es así. Si Mariano Rajoy sigue en la Moncloa es porque hay mucha gente a la que le dan sudores fríos sólo de pensar en un Gobierno de coalición formado por Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y el bendito diputado Rufián, para quien, desde aquí, pido humildemente el Premio Nobel de Literatura (fantástica). Y encima, con el apoyo de Bildu y algún que otro partido regional, eso que Rubalcaba llamaba el "Gobierno Frankenstein".

Si la izquierda sigue siendo igual de gritona e igual de poco pragmática, y sigue viviendo igual de alejada de la realidad, hay gobiernos conservadores para rato. Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, decía un gran título de Rafael Sánchez Ferlosio, y en ello estamos. Desde hace tiempo no se había visto una izquierda más infantiloide que la que tenemos, por mucho que se maneje muy bien en Twitter y sepa hacer frases graciosas para reírse de sus adversarios. Pero esto, siento decirlo, no sirve para gobernar un país de 45 millones de habitantes. El nieto del Che Guevara, Canek Sánchez Guevara, que era un tipo cien veces más inteligente que todos nuestros líderes de izquierda juntos, decía que el gran problema de la izquierda actual es que ha dejado de ser marxista: se ha olvidado por completo de la economía y únicamente sabe dedicarse "al ineficaz espectáculo del moralismo y la corrección política".

Y ahí está la izquierda: sin propuestas concretas de mejora de las condiciones de vida que expliquen de dónde saldrá el dinero para sufragarlas, porque nuestra izquierda sólo se dedica a gritar pidiendo imposibles -la República, la Democracia Real, el Proceso Constituyente-, en vez de explicarnos cómo se puede aumentar el salario mínimo o conseguir que la generación mejor preparada de nuestra historia escriba sin faltas de ortografía. Pues muy bien, adelante. Y mientras tanto, la derecha puede respirar tranquila.

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